Mundo - 12/2/14 - 08:52 AM
Náufrago salvadoreño se reencuentra con su familia
Tras concluir anoche un largo viaje de casi dos días desde las Islas Marshall, donde fue rescatado el 30 de enero, Alvarenga, de 37 años, fue llevado en ambulancia del aeropuerto al hospital público San Rafael, en Santa Tecla, donde permanecerá al menos 24 horas para ser sometido a una serie de exámenes, antes de visitar su pueblo natal, Garita Palmera.
Tomado: Noticias RCN.COM
El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga, quien sobrevivió
13 meses en el océano Pacífico, se reencontró con sus padres y su hija
de 14 años en un hospital donde pasó la noche, la primera de regreso en
su país.
Tras
concluir anoche un largo viaje de casi dos días desde las Islas
Marshall, donde fue rescatado el 30 de enero, Alvarenga, de 37 años, fue
llevado en ambulancia del aeropuerto al hospital público San Rafael, en
Santa Tecla, donde permanecerá al menos 24 horas para ser sometido a
una serie de exámenes, antes de visitar su pueblo natal, Garita Palmera.
Al
filo de la medianoche, el náufrago recibió la visita de sus padres
María Julia Alvarenga y Ricardo Orellana, y su hija Fátima, después de
que zarpara de México a finales de 2012 en una expedición para pescar
tiburones en aguas de El Salvador con un compañero que, según la versión
del superviviente, murió meses después en alta mar.
Alvarenga
se mostró agotado y conmocionado, y apenas pudo susurrar: "no hallo qué
decir", en una breve aparición ante la prensa nacional y extranjera que
lo vio salir en una silla de ruedas, vestido con camiseta azul oscuro,
pantalón verde olivo y zapatos deportivos.
En
tanto, en el pueblo costero de Garita Palmera, departamento de
Ahuachapán (oeste de El Salvador), familiares, amigos y vecinos
esperaban al náufrago en su casa, donde colocaron un rótulo con la
leyenda "Bienvenido a casa", globos azules y blancos, y otros adornos.
Más allá del realismo mágico
Mientras
los médicos le atienden, Alvarenga comenzó a ser destacado en El
Salvador como un símbolo de esperanza y al mismo del desgarramiento de
la emigración, en un país afectado por la pobreza y la violencia
criminal que a diario cobra siete vidas.
"Es
una historia de fe (...) de lucha por la vida, pero también es una
historia de solidaridad y reencuentro", destacó el canciller Jaime
Miranda, al darle la bienvenida en el aeropuerto.
El
analista Roberto Cañas destacó que el caso refleja "la falta de
oportunidades" para muchos en su propio país, pues Alvarenga, como lo
hace cada día una treintena de salvadoreños, emigró hace unos 15 años a
México, donde se quedó a vivir como pescador indocumentado, sin llegar
al destino final, Estados Unidos.
"Sin
duda José Salvador por todo lo que le pasó es un caso extremo de la
cotidianidad, no es un caso de realismo mágico. Es realidad lo que
vivió", destacó Cañas, profesor en varias universidades salvadoreñas.
Para
la directora del Instituto de Opinión Pública de la Universidad
Centroamericana (UCA), Jannette Aguilar, el caso es también una
"esperanza en un mundo que está permanentemente pesimista,
desesperanzado, con mucha frustración respecto a su realidad".
"Él
es un signo de esperanza, un ejemplo de lucha por la sobrevivencia, por
eso su caso logró mayor cobertura que las elecciones presidenciales
salvadoreñas del 2 de febrero", declaró Aguilar.
Para
el director de Protección Civil, Jorge Meléndez, la travesía del
náufrago "es una hazaña que supera lo fantástico" y "es un ejemplo de
fortaleza".
"Es
un acto de valor y resistencia que se impuso a la adversidad y ahora un
ejemplo a seguir", dijo el portavoz de Cruz Roja, Carlos López.
De
acuerdo con el relato de Alvarenga, pasó más de un año solo en el
Pacífico en una embarcación de siete metros y sobrevivió a base de
peces, aves y tortugas, después de que el viaje de pesca con su
compañero mexicano Ezequiel Córdoba, de 24 años, se torció por culpa de
una tormenta que los alejó de la costa y los dejó a la deriva en el
Pacífico.
El
30 de enero de 2014, apareció en un arrecife cerca de Ebon, un remoto
atolón de las Islas Marshall, a 12.500 kilómetros, demacrado, con pelo
largo y barba espesa, las rodillas lastimadas y vistiendo unos
calzoncillos hechos jirones.
A
su llegada a la isla, visiblemente desesperado, un niño ayudó a
Alvarenga con sus pocos rudimentos del español aprendidos en Dora la
exploradora para explicar su odisea mientras engullía unas tortitas que
le habían ofrecido.
Las
autoridades de las Islas Marshall enviaron un barco a Ebon para
trasladarlo a Majuro, donde comenzó el también largo camino de regreso a
El Salvador.