El toque de distinción junto a la música Uniformes bien hechos
Una de las cosas para las cuales una banda de música o batallón de un colegio o universidad se prepara con muchos meses de antelación es en
Relevo generacional: Julio Solanilla Suárez señaló que como muchas otras sastrerías, tienen problemas con el relevo generacional. Agregó que incluso se ha capacitado a personas para el trabajo pero “no aguantan el tren”.
Una de las cosas para las cuales una banda de música o batallón de un colegio o universidad se prepara con muchos meses de antelación es en la confección del uniforme con el que le rendirá tributo a la Patria estos días.
Son muchos los uniformes que Julio Solanilla Suárez, de la Sastrería Suárez, confecciona junto a sus hermanos, madre y colaboradores de este negocio familiar.
Aunque parezca increíble, es desde el mes de abril cuando comienzan a llegar los miembros de escuelas y universidades. Generalmente, dijo Solanilla Suárez, son clientes regulares de todos los años.
De tela de poliéster escolar, en colores azul marino y blanco, son confeccionados los uniformes en su gran mayoría.
El uniforme, generalmente está compuesto por un cubre cabezas (quepi u otro), saco y pantalón. Dependiendo de los diseños que se presenten, se irán agregando accesorios para darle mayor vistosidad al uniforme.
Un juego completo (por ejemplo: quepi, saco y pantalón) demora unos 3 días entre corte y confección. Si es un grupo de 100, el proceso toma un mes, explicó el sastre. Por unidad, el costo promedio es de 110 dólares.
El Instituto América, la escuela Artes y Oficios, el colegio La Salle, María Inmaculada, la Universidad Marítima de Panamá (Umip) y la Columbus University son los planteles y universidades que más acuden al local.
El señor Julio, de 53 años y 37 de experiencia en el negocio, reveló que al menos en el caso del Instituto América, renuevan el diseño de sus uniformes cada dos años. Este año los uniformes confeccionados son reposiciones de algunos que se deterioraron o para nuevos miembros.
La Sastrería Suárez, que se originó en 1962 en calle 17, Santa Ana, confecciona accesorios como sambrones de charol, correas y todo lo que se le pueda poner a un uniforme de gala para desfiles y de uso diario, en el caso de entidades de seguridad.
Es un negocio con tradición familiar que, según nuestro entrevistado, cuida mucho los estándares de calidad, lo que hace que esté en los primeros lugares de preferencia, junto a otros sastres que tienen igual labor.