Francisco cuerea a bochinchosos y pide amor y perdón
Francisco cuerea a bochinchosos y pide amor y perdón
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Por: Jorge Luis Barría Crítica -
El papa Francisco le dio rejo parejo a los chismosos y murmuradores en un sermón en el Centro de Cumplimiento de Menores de Pacora, donde confesó a cinco jóvenes detenidos, algunos de ellos por casos de homicidios.
“El chismoso no sabe hacer fiesta, porque tiene el corazón amargado”, sentenció Francisco en un fuerte mensaje, pero animado, a los 110 chicos detenidos al decir que “todos tenemos un horizonte. Abre la ventana y lo vas a encontrar”.
El máximo líder de la Iglesia católica reprochó a los que marginan y estigmatizan a los pecadores y criminales… porque esa actitud contamina todo porque levanta un muro invisible que hace creer que marginando, separando o aislando, se resolverán mágicamente todos los problemas”.
El pontífice criticó a aquellos que ponen rótulos y etiquetas a las personas y que “congelan y estigmatizan no solo el pasado, sino también el presente y el futuro de las personas”.
“Rótulos que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos; acá los justos y allá los pecadores”.
A los internos también les pidió que no escuchen y no crean a esas “murmuraciones” interiores que parecen ganar y que hacen creer que nada se superará. “Es una polilla que los come por dentro, no le hagan caso cuando les dice que no pueden”, dijo Francisco.
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"Cuando una sociedad o comunidad lo único que hace es cuchichear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas; entra en una actitud social de marginación”, señaló en la homilía papal.
Para Francisco, es doloroso ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en luchar y luchar para crear oportunidades y transformación.
El amor no tiene tiempo para murmurar, sino que busca romper el círculo de la crítica superflua e indiferente, neutra e imparcial, sino que asume la complejidad de la vida y de cada situación inaugura una dinámica capaz de ofrecer caminos y oportunidades de integración y transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación.
Para Francisco, una sociedad se enferma cuando no es capaz de hacer fiesta por la transformación de sus hijos; una comunidad se enferma cuando vive de la murmuración aplastante, condenatoria e insensible. Busquen y escuchen las voces que impulsan a mirar hacia delante y no las que los tiran abajo.
El papa señaló que actualmente, como ocurrió con Jesús, se mantienen esas murmuraciones y chismes, que vienen de personas que dicen estar siempre en oración, pero con su actuar, siempre etiquetan a los que no actúan como ellos, denigrándolos, como si no valieran…el chisme no es bueno.
Francisco escuchó el testimonio de un interno que arrancó diciendo: “Mi nombre es Luis Óscar Martínez y tengo 21 años de edad. Mi vida ha sido difícil”. Agradeció que el papa “hubiera dedicado su tiempo” a escuchar a un privado de libertad… “No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento. Gracias por eso”.
Explicó que el padre lo abandonó casi al nacer. “Cometí un delito y no imaginé que tendría consecuencias graves como perder a parte de mi familia…causé un daño muy profundo a un ser querido y a mí. Cuando me detuvieron en abril de 2016, creí que todo había acabado”, pero encontré un padre en Dios.
Luis terminó en prisión sus estudios secundarios, se ve en el futuro siendo un chef internacional y un técnico en refrigeración especializado, lo que le sacó una sonrisa al papa. “Espero darle esa alegría a mi madre”.
La llegada del papa Francisco al Centro de Cumplimiento en el corregimiento de Las Garzas, fue en el papamóvil. Como era de esperarse, “Panchito” lo hizo una vez más: rompió el protocolo en su recorrido en las calles internas, se bajó del vehículo y fue hasta la orilla de la calle, donde una señora levantaba un bebé y lo bendijo dándole un beso.
Tras la homilía, el papa oró el credo y posteriormente los jóvenes privados leyeron las súplicas y uno de ellos en medio de la lectura “agradeció al papa Francisco por su visita a la penitenciaría”.
El coro empezó a entonar cantos de alabanzas, mientras el papa se dirigía a uno de los confesionarios. Mientras se cantaba, algunos jóvenes agachaban la cabeza y solo meditaban, mientras que por sus mejillas corrían lágrimas.
Una vez se confesaron los jóvenes, Francisco recibió varios obsequios de los menores, al igual que el centro penitenciario, ya que de parte del papa se le entregó un crucifijo elaborado en el Vaticano.
En medio del acto, nueve jóvenes fueron premiados con el cambio de medida cautelar diferente a la detención, por lo que se ordenó la libertad inmediata y así poder ir con sus familiares a seguir con sus vidas regulares, cumpliendo con sus reportes periódicos.
El papa fue despedido entre aplausos, alegrías y lágrimas, retirándose así del perímetro en un helicóptero del Senan.