¿POR QUE GANO JOSE RAUL MULINO? ALGUNAS CLAVES (NO EXHAUSTIVAS)
Estimados,
Mucha gente me ha pedido en estos días que, como seguimiento a mi Alejandrario No. 42 “Por qué votamos? ¿Qué es lo que nos motiva a votar?”, les explique algunas claves de por qué ganó José Raúl Mulino la elección presidencial. Yo estaba medio reticente, era sábado y quería descansar, pero ayer, alguien que aprecio mucho, con la humildad y el don de gentes que lo caracteriza, me sorprendió preguntándome por qué pensaba que había ganado José Raúl Mulino. Es Roberto Henríquez, un profesional reconocido, ex Ministro y ex Presidente de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, una persona vinculada a la campaña ganadora en el nivel presidencial, quien, con buena fe y amabilidad, me envió una “lista corta” de las razones que llevaron a la victoria de Mulino, para, cómicamente, “aguijonearme”.
Respondiendo a estas preguntas y razones, y haciendo una excepción (no me gusta ni referirme, ni polemizar, ni discutir política interna de Panamá en público), aquí les comparto algunas claves, un poco “heterodoxas, con ángulos inesperados y fuera de la caja”, y les pido la apertura mental para, cualquier haya sido lo que hayan votado, tomen estas reflexiones no en “modo fan”.
Como les comentaba en mi escrito de ayer, y volviendo a citar a Platón: “Lo que les digo no se los digo como hombre sabedor, sino buscando junto con ustedes”, rescato de esa frase el evitar el orgullo desmedido (los griegos le llamaban “hubris”) asociado con el éxito, y a entender, con humildad, que la verdad y el éxito en lo social, es una paciente y trabajosa construcción colectiva. Así que aquí les dejo mis consideraciones, con las que se puede discrepar, claro está.
1. LA PROPIEDAD TRANSITIVA DEL “CHEN CHEN”: MARTINELLI ES CHEN CHEN, MARTINELLI ES MULINO, MULINO ES CHEN CHEN
La campaña de Martinelli primero, y de Mulino después, hizo un trabajo impecable en hacer que la propiedad transitiva (si a = b, y b = c, entonces a = c) se aplicara a los cambios de abanderado de la fórmula presidencial de Realizando Metas + Arena, llevando a los votantes que lo apoyaron, a hacer esta operación mental: “Martinelli es chen chen”, “Martinelli es Mulino”, y por lo tanto “Mulino es chen chen”.
En política electoral, llevar a los electores a pensar, y luego creer, en estas identidades lógicas, es extremadamente difícil, y por lo tanto, un evento de muy rara ocurrencia. Sobre todo cuando se trata de un partido nuevo, un candidato de reemplazo que tenía años de no estar en el radar electoral ni de los medios ni de la opinión pública, y una coalición política, como RM + Alianza, que está a la intemperie y fuera del gobierno.
Y esto es así porque los “delfinazgos” son mucho más fáciles de proponer, y de entender, cuando la delegación de funciones se hace por parte de un líder de un partido que está en el gobierno (tanto el líder como el delegado del liderazgo tienen la alta visibilidad que da la exposición que tiene un gobierno). Este no era el caso de RM + Alianza al momento de la elección del 5 de mayo.
En definitiva, la propuesta electoral clave de la campaña que llevó a José Raul Mulino a la Presidencia, logró de una forma muy efectiva y eficiente (y esto último es muy importante, fue muy eficiente en evitar que se le escaparan puntos porcentuales del endoso de Martinelli a Mulino) que los electores que votaron por esta opción, entendieran que los “sherpas” que los iban a llevar por “el camino al regreso del chen chen”, iban a ser Martinelli primero, y luego Mulino. Esa “propiedad transitiva del chen chen” fue, en esencia, lo que la gente votó.
2. MULINO ESTÁ LIDERANDO LA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL, Y SIEMPRE FUE (Y ES) EL QUE TIENE LAS MAYORES OPORTUNIDADES PARA GANARLA
Los comentarios de diferentes personas sobre las entrevistas post-elecciones y el discurso “taza de té de tilo” el día de la entrega de credenciales como Presidente Electo, que muy competentemente, con su estilo “manos seguras”, y con la autenticidad que siempre fue un activo de José Raúl Mulino a lo largo de toda la campaña (la autenticidad es una moneda valiosísima en competencias electorales a lo largo de todas las geografías del mundo), me revelan algo muy interesante.
Y esto es: si hubiera segunda vuelta electoral, ya José Raúl Mulino está en ella, y está tomando la iniciativa y liderando también ese proceso (y muy probablemente, si hubiera segunda vuelta electoral, contrario a lo que se ha repetido en días recientes, posiblemente las habría ganado).
Las reacciones positivas que diferentes medios de comunicación y redes sociales están reflejando de quienes no votaron por él, pero que están haciendo comentarios en neto-positivo, revelan implícitamente que está ocurriendo “por combustión espontánea” una segunda vuelta “de facto”, y que Mulino, nuevamente, está siendo un candidato sorprendentemente efectivo en captar y reclutar adeptos y lealtades fuera de lo que sería su propio “bolsón de votos”, o “estanque de pesca”.
3. MARTINELLI, EL DISRUPTIVO: UN FENÓMENO “FUERA DE LA CAJA” EN LA POLÍTICA PANAMEÑA DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS
He indicado repetidamente en diferentes análisis privados, que Ricardo Martinelli, tanto en la campaña de 2009, como durante y después de su gobierno, es un fenómeno político y social no sólo disruptivo, sino altamente disruptivo. Es decir, causa disrupción con y sin intención, tanto cuando pasa al ataque, como cuando es atacado, y en ambos escenarios, la disrupción es funcional a mantenerlo en un increíblemente alto “top of mind” en los sectores llamados “populares”, y además, con una consideración altamente positiva en esos sectores (para limitar mi análisis sólo a esos sectores).
Para quienes analizamos procesos sociales en forma comparada a través de las geografías y la historia, Martinelli es un fenómeno sociológico interesantísimo. Y aclaro que a Martinelli sólo vi dos veces en mi vida. Así que esto que escribo lo hago desde un punto de vista objetivo y de quien observa con mucho interés la figura de Martinelli desde el punto de vista de la sociología política, es decir, desde un punto de vista desapasionado.
Martinelli es quizás una de las personas que, como nadie que yo conozca o haya conocido, no sólo en Panamá sino en otros lados (he visto en acción a líderes con niveles de adhesión emocional potentísimos y muy duraderos, estén en Gobierno o fuera de él, retirados o fallecidos, como Clinton, Obama, Menem, Lula, Uribe, Pepe Mujica, Chávez, Fujimori, Mahatir Muhammad, Lee Kwang Yew) que no sólo lee, sino que interpreta magistralmente el humor social de las clases populares, y lo re-propone para represar como un dique, y evitar un avance, del socialismo del siglo XXI en Panamá.
Eso lo hizo Martinelli en 2009 (cuando el fantasma de Chávez se asomaba en la región), y lo sigue haciendo desde entonces, y constituye una alternativa efectiva para canalizar las demandas y frustraciones de una parte de la población que (en una sociedad que tiene lamentablemente bastante “naturalizada” la inequidad tanto en oportunidades como en movilidad social) siente que sus necesidades y demandas han sido postergadas demasiadas veces y por demasiado tiempo, pero que no llega a “romper y hacer trizas todo” para tirar abajo las columnas que sostienen la joven, imperfecta, y todavía en construcción, democracia en Panamá.
Y esta forma peculiar que tiene Martinelli para comunicarse efectivamente con los sectores populares, lo hace en forma intuitiva en la gran mayoría de los casos, tiene una antena impresionante, sin necesidad de encuestas ni “focus groups”. Yo sigo la política de Panamá desde fines de los años ochenta, y no he visto en mi generación un liderazgo así en el país.
Si la “compra social” de Martinelli como líder político fuera un proceso tipo “funnel” de compra, que normalmente comienza ancho en "awareness" y finaliza mucho más angosto en "compra", Martinelli es un bloque muy sólido, que comienza con un embudo muy ancho en "awareness" y sigue casi incambiado en "consideración" y "compra".
Esto es un fenómeno sumamente poco común, porque además es muy desideologizado; Martinelli recluta seguidores y votantes de diferentes zonas del espectro político y social. Ni Trump, que es otro fenómeno político disruptivo y muy exitoso aún vigente, logra tener ese nivel de consistencia en todo el "funnel" de generación de lealtad política y del voto.
En agosto de 2023, me refería a esto en un análisis para un cliente del exterior, y les comentaba que mi previsión era que, si Martinelli llegaba a noviembre-enero sin que se cerrara el proceso político por el que se lo iba a inhabilitar, el "voto duro" de Martinelli era lo suficientemente denso y cohesionado como para traspasárselo a un candidato que él endosara, y fuera medianamente aceptable para las clases populares y otros votantes de otros segmentos de la sociedad que necesitaban una razón o "racional" para votar a “Martinelli sin Martinelli”.
José Raúl Mulino era (y resultó ser) ese candidato, y el gran mérito de Martinelli, y seguramente de algunas personas con las que Martinelli debe haber hecho “cámara de segunda opinión”, para evitar algún “lado ciego”, fue elegirlo a él. Otra demostración de que Martinelli que tiene un olfato político que muy raras veces se tiene con ese nivel de intuición y efectividad.
4. DISRUPCION ENDOSADA: JOSE RAUL MULINO ES TAMBIÉN UN FENÓMENO POLÍTICO QUE IMPLICÓ DISRUPCIÓN
¿Y José Raúl Mulino? Pues José Raúl Mulino constituyó también, en su propia escala y fue su propia construcción, un fenómeno político muy efectivo, y también disruptivo, de “última milla” (él mismo lo señala diciendo que pocos meses antes de la campaña electoral, estaba en su casa, disfrutando de su finca y de su familia), siendo un candidato muy competente, de “manos seguras”, que superó las expectativas de propios y extraños.
Los que lo adversaban le dieron “muerte prematura”, en forma demasiado apresurada, y no advirtieron que Mulino tenía atributos, características y fundamentos como activo electoral que también podían resonar con los electores, como detallaré debajo. En todo caso, la elección exitosa de Mulino como Presidente, nos recuerda esa máxima tan nuestra y tan panameña que reza que "en política no hay sorpresas, hay sorprendidos".
Por mi trabajo, conozco a todos los candidatos, y los he visto en acción desde hace décadas, y José Raúl Mulino no es la excepción. Lo conozco desde que era Viceministro y Ministro de Relaciones Exteriores en la década de los noventa, y es una persona a la que le cabe el país y el mundo en la cabeza.
Era alguien que, contando con el viento de cola del apoyo de Martinelli (que era como ir a la guerra y tener en tu pelotón al “Rambo de la Embajada”: eso intimida, sin dudas), solo había que "soltarlo a que corriera por la cancha", que fue lo que se hizo, y Mulino lo hizo muy competentemente, porque antes que todo, y en eso se parece a todos los candidatos presidenciales de esta contienda, sin excepción, él es un profesional sobresaliente, y lo es también en la política.
Y como jugador “en la cancha”, Mulino hizo lo que tenía que hacer para ganar el partido, y el equipo jugó para que se luciera como Cristiano Ronaldo en donde debía lucirse: EN EL ULTIMO TERCIO DE LA CANCHA DE FUTBOL. A esto me referiré en el siguiente punto clave. Como jugador, Mulino es disciplinado, no se debe olvidar que el derecho, como la economía, cuando se es un profesional por encima del promedio (y Mulino lo es, y eso lo reconocen quienes lo apoyan y quienes lo adversan), es una disciplina intelectual con mucha lógica, hay que seguir y encontrar silogismos (lo vimos claro no sólo en sus intervenciones, sino también en las de los otros candidatos que compitieron contra él y tenían esa formación como abogados o economistas).
Cuando uno escuchaba a Mulino, el mensaje y la sensación implícita era la de un candidato "manos seguras", que decía cosas con sentido común, y reflejaba un "soldado curtido", alguien que tenía cicatrices de guerra, que entendía cómo funciona el Estado, y dónde no funciona (y en ese espacio llegó a ser un desafiante efectivo de Martín Torrijos, quien tenía incluso un peldaño superior de experiencia, y lo hizo valer bastante, lo que lo llevó lejos a pesar de estar montado en un “carro pequeño”).
A pesar de que, como Mulino lo decía en forma algo jocosa, y no en estas palabras, estaba "medio oxidado", no lo estaba tanto: pasó rápido a hacer la calistenia y a "press the flesh" (o “apretar la carne”, esto es, dar la mano y abrazar a la gente), como decían en los años ochenta los expertos estadounidenses en política electoral, que es un elemento importante para cualquier candidato: apretar manos, abrazar gente, levantar niños con los pañales sucios, es decir, mostrar lo que tenía Mulino, y en lo que coincide en mucho con Martinelli: un alto coeficiente de autenticidad, algo que, como le comentaba, es una moneda escasísima en la política, tanto de Panamá como del mundo, hoy en día.
Mulino no tenía que ser "Capitán Sonrisas" todo el tiempo, porque no es su modo natural. Alcanzaba con ablandar y pulir algunos de sus ángulos que podían ser percibidos por el electorado como más "ásperos" para que la gente conociera al Mulino que los que lo conocen más, saben que es su ser: un tipo que hace bromas y tiene muy buen sentido de la metáfora y del humor cuando se siente en confianza (e incluso lo puede hacer en ciertos tramos entrevistas en vivo en la televisión), y que a la vez, dosifica ese lado divertido, no lo hace ni todo el tiempo ni en todas las ocasiones: eso él lo tiene claro y es donde es su espacio cómodo.
Y que también, Mulino tiene cara seria porque es alguien a quien se puede percibir que le importa la buena conducción política de la “res” o cosa pública, de las cuestiones de la sociedad, y me parece percibir que “le duele” cuando ello no ocurre (y ese “dolor de patria” lo tiene tanto cuando está en posiciones de Gobierno, y diría que aún más; y obviamente, lo tiene asimismo cuando está o ha estado en la oposición).
Siempre le digo a quienes me preguntan que, en las encuestas de opinión, no se fijen sólo en los porcentajes de intención de voto, sino en toda la encuesta, para entender cuáles son los “motores” o drivers que nos permiten, si tenemos “ojos de detective”, entender qué es lo que está llevando al elector, por aproximaciones sucesivas en las diferentes oleadas de encuestas, a ir fortaleciendo y dándose a sí mismo “razones y justificaciones” para sostener y endurecer su voto por un determinado candidato.
Y una de las claves es mirar los “issues” o temas que le interesan a ese elector, y en cuáles de esos “issues” o temas, el elector hace la correspondencia (y sobre todo, hace una FUERTE correspondencia) con atributos del candidato. Pues bien, para quien tuviera “ojos de detective”, José Raúl Mulino resultó un candidato muy potente en las encuestas que detallaron más esos temas de investigación, como lo fueron las encuestas de Doxa, explicadas por Gustavo Méndez, y The Marketing Group, explicadas por Domingo Barrios.
En ambas encuestas, y a veces sorprendentemente en unos “issues” o temas donde no se tenía recuerdo o visibilidad de que Mulino hubiera manifestado opinión explícita sobre ellos (como el medio ambiente, por ejemplo), Mulino superaba a todos sus contrincantes, consistentemente, y a través de las diferentes olas de encuestas, por las misma casas encuestadoras.
Y volviendo al tema de que “en política no hay sorpresas, sino sorprendidos”, vuelvo al título de esta sección: el endoso general en algunos temas donde Mulino era percibido como “muy fuerte”, como seguridad, tuvo un efecto “derrame”, o “spill over effect” sobre otros temas, lo que nos revela que, cuando el elector percibía que Mulino era “manos seguras” en algunos temas (seguridad, empleo, costo de la vida), lo llevaba en forma silogística a pensar que lo sería también en otros menos obvios o “salientes” (medio ambiente, por ejemplo). Por eso la lectura y el análisis de las encuestas y los hechos sociales no son para mentes perezosas: se pierde mucho con la lectura veloz.
En diciembre de 2023, un banquero me preguntó que quién pensaba que iba a ganar, y le dije, poniendo el pie en el estribo de la coyuntura inmediata pero mirando con luces largas, los motivos por los que pensaba que iba a ganar Mulino, incluso antes de que fuera formalmente declarado candidato presidencial por el Tribunal Electoral. Entre algunos factores, que ahora, “con el diario del lunes”, la gente se está dando cuenta (como están en el Alejandrario No. 42, “a buen entendedor, pocas palabras bastan...”), le enfaticé uno justo por la coyuntura de la conmoción social recientemente vivida unas semanas antes, en noviembre de 2023.
Le comenté a este banquero: "porque Mulino es como Nixon en el año 68, los revoltosos andan en la calle y ocupan mucho espacio mediático, pero luego de un trauma como el que no se había visto en décadas y que afectó a gran parte del país, la “mayoría silenciosa” (los que Nixon convocó a votar por él, la “silent majority”), tiene un perfil más conservador, y va a votar por un candidato "law an order", "ley y orden", y Mulino ocupa solo y con MUCHISIMA VENTAJA (se lo enfaticé) ese territorio.
Ese territorio “ley y orden”, donde había un importantísimo caudal de votos, era y es suyo, y nadie se lo disputó, muchos ni se dieron cuenta que era una torre en las alturas desde la que Mulino construyó un sólido camino hacia la Presidencia, como candidato dominante en ese tema.
Y eso tuvo un “efecto derrame” sobre otros atributos, que muy inteligentemente trabajó a la hora de hacer el esfuerzo de campaña en los territorios (agua, empleo juvenil, costo de la vida, desarrollo del agro y el turismo, migración irregular). El banquero se me rió en la cara y se dio vuelta dando chasquidos en la boca, diciendo “Mulino, Mulino, Mulino” (andaba en “modo fan” lleno de sesgos cognitivos, lo que cegaba su análisis desapasionado del tema), y me dijo escuetamente "vas a ver cómo estás equivocado".
Bueno, el tema no era quién o no estaba en lo cierto, sino la sorpresa de ver cómo en política la gente confunde deseos con verdades, y en ese campo, muchas veces la gente se enemista con la verdad. En el análisis político, yo siempre sigo esta máxima: “amicus Plato, sed magis amica veritas”, que quiere decir, “soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad”, que traducido a esta situación, “soy tu amigo, pero soy más amigo de la verdad”. Claro que, en muchas esferas de lo social, y en política también, pero no vengan a decir que sólo allí, porque también ocurre en ciencia, y si no, pregúntenle a Galileo, decir la verdad es un deporte de alto riesgo.
5. LAS CAMPAÑAS (LAS BUENAS) TAMBIÉN CUENTAN, NO LAS DEN POR MUERTAS
Mulino contó con un equipo de campaña muy efectivo, y lo seguro es que hay en ese equipo personas muy competentes. A mí me gustan las campañas profesionales y bien llevadas, y me encanta verlas en acción, con la suficiente distancia para poder ver e intuir con “mente de Sherlock Holmes” hacia dónde se van dirigiendo las campañas en diferentes coyunturas que se van planteando en la dinámica de una elección presidencial.
Algo debe estar claro para todos: se nota que el equipo de campaña de Mulino tenía "soldados curtidos", que aprendieron con los éxitos y los fracasos, y que tenían cicatrices de guerra. Pusieron al equipo a jugar para que quien tenía que hacer el rol de goleador, el “Cristiano Ronaldo” abanderado presidencial, usara toda su energía y su talento EN EL PEDAZO DE LA CANCHA DONDE ES MÁS EFECTIVO: el tercio que queda cerca del arco.
No lo cansaron llevándolo a recorrer la cancha de lado a lado, desde la defensa hasta el último tercio del arco, para que quedara agotado a los 30 minutos del partido, y pudiera cometer errores por cansancio, a la hora de definir en el arco contrario. Esto estuvo muy profesionalmente manejado, y esta metáfora aplica muy bien para los debates televisivos. El candidato se iba a desgastar innecesariamente, cuando había que preservarlo en el área de definición, que es el último tercio de la cancha.
Y allí, en ese último tercio de cancha, fue un "killer" con altísima efectividad, a lo Cristiano Ronaldo o Luis Suárez: no puedes dejarlos un momento solos, porque te llenan el arco de goles. Y José Raúl Mulino tuvo eso, es un "killer" en el arco contrario, no se distrae por nada, particularmente por los ataques de sus rivales, y mantuvo el foco de su atención en patear el balón y que éste golpeara la red que está detrás de los 3 palos del arco. Su campaña entendió claramente que tenía que jugar para el “killer”, y lo puso a jugar en la posición correcta (algo que muchas veces, tanto los técnicos de fútbol como los dirigentes políticos, olvidan: no se puede poner a un jugador en una posición que no es su modo natural, donde no se sienta cómodo y juegue “forzado”).
El resto de la cancha, lo cubrió un equipo de gente en territorio, comunicación política y vocería con alto desempeño. Y aquí está un buen ejemplo, en ese juego de equipo, de cómo se aterrizó la implementación de la estrategia a nivel táctico, con buenos resultados. Es que la política, contra lo que alguna gente quiere creer, es un deporte de equipo, un “llanero solitario” es difícil que lo pueda todo sin un buen equipo que juegue para que no se agote en la cancha a los 30 minutos de iniciado el juego.
6. ELECCIONES Y ELIMINATORIAS DE FUTBOL: COMO FUNCIONA LA DISPERSIÓN DEL VOTO
El fenómeno de la dispersión del voto, la división del voto y el “voto estratégico o voto últil” ha sido muy estudiado por politólogos en muchas elecciones en los sistemas de mayoría simple o “First Past the Post”, que, como el de Panamá, son los utilizados en muchos países del mundo.
Y en estos sistemas electorales, la dispersión del voto es complicada para el elector, porque, como en casi todas nuestras decisiones, tener demasiadas opciones no el algo que el cerebro puede procesar. Muchos sabíamos que nos asomábamos a un escenario donde, si corría Martinelli y el resto de las opciones se mantenían, Martinelli en un escenario "seguro-conservador" iba a estar entre un 35% a un 38% de los votos.
Subir cada punto porcentual por encima de estos guarismos para alcanzar, en un escenario más optimista, 42-43% de la intención de voto, hubiera sido difícil incluso para Martinelli, por dos razones. En primer lugar, porque como ocurre en toda elección, y en los deportes de alta competición, “los rivales también saben jugar”, y el "shaming of the vote", es decir, la campaña para avergonzar a las personas para que no pudieran sentirse a gusto con votar por Martinelli o quien representara al Martinellismo sin Martinelli, ha sido persistente y duradera (algunos dirán que implacable) en los últimos 10 años.
Pero aún integrados estos efectos, es claro que la dispersión del voto en múltiples candidaturas, que con el correr del tiempo fueron mejorando su desempeño en las respectivas campañas, iban a producir un "offsetting effect" o “efecto compensatorio” recíproco entre varias candidaturas, lo que se llama “vote splitting” o “división del voto”.
Este “offsetting effect” o efecto compensatorio me recuerda mucho a las eliminatorias de la Confederación Sudamericana de Fútbol para el Mundial de Qatar de 2022, y como ocurre mucho en política, las analogías con el deporte pueden ser de mucha utilidad para comprender fenómenos complejos. Desde las primeras etapas de esas eliminatorias sudamericanas, hubo dos equipos que se despegaron, que fueron Brasil y Argentina, seguidos de un pelotón de varios equipos (Ecuador, Colombia, Perú, Chile, Uruguay) que peleaban por dos puestos de clasificación directa, y uno que tenía incluso que pelear el repechaje con equipos fuera de la zona sudamericana.
A cuatro partidos de concluir la ronda clasificatoria, Uruguay estaba séptimo y fuera del mundial. Pero en esos últimos cuatro partidos, Uruguay ganó todos sus encuentros, incluyendo algunos con rivales directos, mientras que sus competidores se iban restando puntos unos a otros, con lo que, milagrosamente, quedó de tercero, pero claramente, nunca cerca de alcanzar a Brasil y Argentina.
En la elección de Panamá, pasó algo parecido a las eliminatorias sudamericanas para el mundial de Qatar: Martinelli-Mulino eran como Brasil y Argentina, sacaron rápido, y sostuvieron después, con altas y bajas, una ventaja indescontable, que generó lo que yo le comentaba a la gente: un sentido de inexorabilidad de la victoria de Martinelli primero, y luego de Mulino como abanderado presidencial.
Lombana fue como el Uruguay de esas eliminatorias sudamericanas: logró un repunte de última hora, en gran parte por el “voto estratégico o voto útil”, pero como se mantuvo lejos de la punta de la tabla de posiciones por demasiado tiempo, nunca le alcanzó ni le iba a alcanzar para ser una real amenaza al liderazgo de Mulino, porque recíprocamente también, "los rivales juegan", y la candidatura y la campaña de Mulino no era ningún "pescado muerto" que no se iba a defender ante un desafío a su posición de liderazgo, cosa que efectivamente hizo.
Así que, por debajo de Mulino, el resto de las candidaturas hizo muy efectiva y eficientemente el trabajo de irse quitando votos unos a los otros, sin afectar la posición del puntero. Como se lo dije a un auditorio también faltando 15 días para el 5 de mayo: Mulino, que un candidato mucho más competente y efectivo de lo que sus rivales anticiparon, tiene además una campaña muy profesional, por lo que tendría que perder más de 1% de votos VALIDOS por día (y el candidato más cercano tendría que capturarlos en su enorme mayoría) para poder ser alcanzado o superado.
Esto implicaba, según mi estimación, que Mulino tenía que perder más de 20,000-22,000 votos por día, para que el candidato que tenía algo más de "momentum" y que estaba ubicándose en segunda posición en ese momento (con cifras cercanas al 14%) pudiera soñar con alcanzarlo. Eso, en la política panameña, es una enormidad: perder más de 20,000-22,000 votos por día sería el caso de un candidato + una campaña en descalabro, y eso no se veía que ocurriera por ningún lado.
Y perder 1% de votos por día a fechas tan cercanas a la elección, a pesar de que había algunos “opinionólogos” tirando hipótesis voluntaristas, no es ni era posible en ninguna elección, ni en Panamá ni en el mundo, sobre todo con un escenario de 8 candidatos. Un menú de 8 candidatos fue también un factor en la victoria de Mulino, aunque fue algo que le vino dado, no fue su creación, y el que sus rivales no se pusieran de acuerdo para empujar a un desafiante o “challenger”, tampoco fue su obra.
Estamos claros entonces que sólo por ese factor, la dispersión del voto, no hubiera alcanzado para que Mulino resultara ganador en la elección presidencial, porque si no, matemáticamente en una distribución aleatoria, Mulino y Maribel Gordón hubieran tenido las mismas posibilidades. Esto es como si dijéramos acríticamente que la selección de fútbol de Burkina Faso tiene el 33% de posibilidades de ganar, empatar o perder con la selección de Brasil previo a un partido de fútbol entre ambos seleccionados. Sabemos que una cosa es el abstracto matemático a priori, y otra el dato coloreado con los análisis cualitativos.
La dispersión del voto jugó a favor de Mulino sólo en una pequeña parte. Él y su campaña hicieron un trabajo muy competente en sostener, defender y en algún punto acrecentar, el capital de votos que tenía como “repertorio de salida” al escuchar el pistoletazo en la “pista de atletismo”, que fue cuando (un detalle no menor) ya iniciada la campaña, tuvo que ser el abanderado presidencial.
7. EL APOYO DEL PARTIDO QUE GANA MUCHAS ELECCIONES (NO TODAS, PERO MUCHAS), EN PANAMÁ Y EL MUNDO
Un factor importante en esta elección lo jugó el que, al menos durante los últimos diez años, Martinelli y el “proto-martinellismo” (en caso de que no se pudiera afirmar que existe ya un “martinellismo” consolidado), tiene una fuerte correspondencia con una porción importante de un movimiento político que gana muchas elecciones (no todas, pero muchas) cuyas preferencias en cuanto a candidatos presidenciales van oscilando, pero siempre lo han tenido como protagonista.
Ese movimiento es el “partido de los enojados” (o los desconformes con el “estado de cosas”). Como lo señalé antes, dentro de las varias opciones que podría tomar ese “partido de los enojados”, el “proto-martinellismo” representa una opción menos extrema y bastante más racional en el espectro político que muchos movimientos “anti-sistema”, tanto a la izquierda (Boric, Petro) como a la derecha (Milei, Bolsonaro) del sistema político, pasando por versiones nihilistas o de post-política (Bukele).
En Panamá, a veces un poco injustamente con quienes gobiernan (si llueve, ni la culpa ni el mérito es del Gobierno), muchos ciudadanos le endilgan al Gobierno todos sus males, y no le atribuyen ningún mérito (yo soy de los que piensa que, aún el peor de los gobiernos, hace no sólo una, sino muchas varias buenas, porque quien deja la paz de sus propios asuntos para asumir altas responsabilidades de gobierno, masoquista no es, para someterse al escarnio y vilipendio público). Esto en el caso de los que llegan al gobierno con buenos motivos e intenciones, claro está. Pero en el ambiente tóxico en que estamos, hemos puesto en la misma categoría a todos los funcionarios: todos son “sospechosos” o están “bajo sospecha”, lo que hace que sea muy difícil gobernar con ese viento en contra de reputación y opinión pública.
Dicho esto, es claro que, tanto en Panamá como en todo el mundo, el “partido de los enojados” y disconformes con los gobiernos está creciendo, y el volumen de descontento se está haciendo de un núcleo duro, casi que “volviéndose roca” (así me refiero yo a los issues que desencadenan escenarios de crisis). En algunos casos, los gobiernos generan desencantos y enojos en dos esferas o campos de acción donde, a pesar de que muchos gobiernos no lo entienden, tienen un grado de control más alto del que piensan: a. el hacer; b. el comunicar lo que se hace.
Y es este último punto el título del libro que estamos escribiendo sobre Comunicación Gubernamental, que se llama: GOBERNAR ES COMUNICAR. Es claro que el Gobierno de Martinelli tuvo alto desempeño (real y PERCIBIDO), tanto en el hacer, como en el comunicar. Es quizás el último gobierno de la democracia post-dictadura que entendió que, cuanto mejor comunica un gobierno, más ancha se le hace la camisa, y tiene más espacio o "aquiescencia social" para gobernar.
Si bien se puede iniciar un gobierno con un piso de respaldo social reducido, la acción y la comunicación de esa acción en forma efectiva y profesional, "ensancha la base social de apoyo". Martinelli lo entendió muy bien: GOBERNAR ES COMUNICAR. Y esto tiene que ver mucho con la vigencia que Martinelli mantiene en la mente de una porción importante del electorado. La comunicación de gobierno de Martinelli NO TERMINÓ EN EL 2014 AL CIERRE DE SU GESTIÓN: SIGUIÓ A LO LARGO DE TODO EL PERÍODO 2014 al 2024. Aquí, mi estimado Watson, está otra clave.
Y este esfuerzo comunicacional se hizo tanto por cuenta de Martinelli como por otras altas figuras del Gobierno 2009-2014 que tenían alto coeficiente comunicacional (como Luis Eduardo Camacho y otros), lo que "extendió la vida de estante, o el shelf life" del recuerdo y la buena memoria en el “partido de los enojados” de los "años dorados" del período de Martinelli. Y ahora veremos cómo esto conecta con el voto del “partido de los enojados”.
Esa buena memoria de los “años dorados” hace que haya un alto componente de nostalgia o de “que regrese lo bueno” en ese voto duro de Martinelli: la nostalgia de lo bien que le fue a las clases populares y a sus familias (y por eso la fuerza de que “vuelve el chen chen”). Y esto es así (y se pudo sostener a lo largo de todo el periodo 2014-2024) porque el martinellismo tiene un fortísimo componente de transmisión de lealtad inter-generacional del voto, una mística particular de transmisión de dureza del voto de padres a hijos, algo que en su tiempo lo lograron el liberalismo, el arnulfismo, y el torrijismo a niveles extendidos (voto así, porque mis papás y mis abuelos me viven “rellenando” con los cuentos de lo bien que se vivía con aquellos líderes).
Y debo decir, en común con el liberalismo, el arnulfismo y el torrijismo, el martinellismo parece que tiene la característica de que recluta votos fuera de sus adeptos de siempre, con o sin el líder histórico en la papeleta del voto (lo que se comprobó cuando la foto y el nombre de Martinelli no figuraron en la papeleta del voto; la intención de voto casi que ni pestañeó).
El martinellismo podría entonces estarse configurando como un nuevo “fenómeno de masas”, y habrá que ver si puede o no, como el liberalismo, el arnulfismo y el torrijismo en su momento, constituir y organizar un “partido de masas” que estabilice políticamente a ese fenómeno (hoy, con los electores más sueltos y con la dificultad de que los partidos funcionen como correa de transmisión de demandas, reclamos y expectativas de la sociedad hacia el Estado, es una tarea con más dificultades y desafíos que hace unas décadas).
Es claro entonces que, por acción deliberada de Martinelli, y por la acción más que deliberada de sus detractores, el martinellismo quedó fuertemente colocado como el principal opositor al Gobierno, y juntando "nostalgia de los buenos tiempos con Martinelli" + el "lo hicimos y vamos a volver a hacerlo" + "la verdadera oposición es el martinellismo, con Martinelli y/o Mulino", se juntaron el hambre (la demanda de los electores enojados) con las ganas de comer (la oferta a los electores que querían volver a los años dorados).
Esa fórmula podía resultar altamente efectiva en conseguir la mayoría “del partido de los enojados” + el partido de lo que jocosamente titularíamos “BASTA DE REALIDADES, QUIERO PROMESAS, HAZME SOÑAR DE NUEVO” que le permitiera alcanzar la Presidencia. Y fue lo que ocurrió.
………..
Bueno, este es mi análisis de las razones por las que pienso que Mulino ganó las elecciones a nivel presidencial. Estoy pensando en algunas ideas para explicar las elecciones a otro nivel, no sé si me animaré, porque a pesar de que he votado en cinco elecciones y soy un ciudadano comprometido con lo mejor para Panamá, mantengo mi “modo diplomático”, no es lo mío expresarme públicamente sobre temas de política interna.
Cordiales saludos a todos,
Lic. Alejandro Félix de Souza, M.A., M.I.B.