Crímenes
Los panameños somos testigos de la saña con que actúan los criminales. Ciudadanos que nada tenían que ver con el oscuro mundo de la delincuencia han caído muertos a manos del crimen.
Los panameños somos testigos de la saña con que actúan los criminales. Ciudadanos que nada tenían que ver con el oscuro mundo de la delincuencia han caído muertos a manos del crimen. Ya no se puede hablar por teléfono tranquilamente en la vía pública ni mostrar artículos que llamen la atención del hampa, porque nos exponemos a ser asaltados o asesinados.
En 2010 se registraron más de 600 asesinatos, entre los cuales figuran los de personas de bien que aportaban positivamente a la sociedad. Las cifras aumentan cada año.
Nadie duda del compromiso de la Policía Nacional y de las demás autoridades en la lucha contra el hampa, en eso la población está clara, pero el temor entre los panameños se mantiene.
Es cierto que todos tenemos la obligación de contribuir con la seguridad; sin embargo, las autoridades deben tener clara su responsabilidad constitucional, consagrada en el artículo 17 de la Carta Magna, que los obliga a garantizar la vida, honra y bienes de los ciudadanos.
Los ciudadanos no podemos vivir sometidos a un constante clima de zozobra. Más aún cuando se acerca el mes de diciembre, cuando el manejo de flujo de capital aumenta.
La labor de brindar seguridad le toca a las autoridades. Son ellas las que tienen que elaborar e implementar programas de seguridad que nos permitan a los panameños hacer nuestra vida de forma segura.