El mundial de guacho
En pleno quince de octubre de este año, dos días después de mi cumpleaños número sesenta y seis, me presenté empapado, chorreando agua y a tiempo a
En pleno quince de octubre de este año, dos días después de mi cumpleaños número sesenta y seis, me presenté empapado, chorreando agua y a tiempo a la cena que me dispensaron un número plural de tenistas de Brisas del Golf. Regresaba con el sombrero y los pantalones pidiendo torcedura, venía de la quebrada caña blanca, en el corregimiento de San Martín, pues quise ver el puente Bailey que se hunde porque diariamente pasan camiones que sobrepasan las ocho toneladas.
El Sr. presidente, Elías Vigil y miles de campesinos están preocupados porque se compromete seriamente el paso hacia Carriazo, Río Indio, San Miguel, La Chapa, Tres Brazos y Mamoní arriba. En La Mesa, capital del corregimiento, me ofrecieron tremenda cena, pero pedí sinceras disculpas, ya que les había pedido a mis amigos de Brisas el encargo de una cena con arroz con coco, porotos, carne frita y tajadas maduras. Repetí “concolón mojado con porotos y tomé vino blanco como un machigua.
Horas más tarde, el peso del plato nacional me hizo soñar con alegría desbordante que la República entera celebraba con pitos y flautas porque habíamos clasificado para estar en el mundial de “Guacho”... Y no había terminado el idilio de mi sueño cuando reapareció en mi embeleso otra celebración grandiosa, esta vitoreada con murgas, tamboritos y mucha espuma de cerveza revienta riñones, pues habíamos eliminado a los mejores países jugadores de “PIX”.
La que sabemos me comentó antes de levantarse del lecho nupcial a poner el tacho del café, que en cuarenta y cinco años no me había escuchado salomar dormido. Y yo que no recuerdo los sueños nunca, pude corregirla como a mucha gente. Lo que ella pensaba que eran salomitas cortas, eran simples “Ayombes”, ya que por tres años consecutivos fui el campeón nacional de “Ayomberos en Panamá reconocido por curtidos folcloristas nacionales que fui uno de los mejores al gritar antes y después de cada pieza típica: ¡Ayommbeeee carajo!