Opinión - 11/11/13 - 12:57 AM

Sangre

Ese día tenía que despertar más temprano para ir a escondidas a hacer algo que me daba mucha satisfacción humana. Mi jefe no quería que lo hiciera.

Por: -

Milcíades Ortiz / Catedrático

Ese día tenía que despertar más temprano para ir a escondidas a hacer algo que me daba mucha satisfacción humana. Mi jefe no quería que lo hiciera. Decía que me podía poner "débil" y eso afectaría mi trabajo. Hacer eso no era del todo agradable. Miraba hacia otro lado para no marearme. Es que soy "flojo" al ver sangre... y era donante voluntario del Banco de Sangre del Hospital Santo Tomás.

Me habían dicho que donar sangre no me causaría ningún daño ni efecto secundario. Era joven en esos años 60. Dar sangre movido por el lema "alguien vive cuando alguien da" me hacía sentir más humano. Todo comenzó con la matanza de panameños por parte de norteamericanos en el 64. Hice fila para donar sangre y me gustó el gesto.

Cuando estudié en Chile también fui a dar sangre, algo que no era común en extranjeros. Regresé al país y seguí donando hasta que una enfermedad contraída en las montañas de Veraguas lo impidió. Comprendo que no soy "un héroe". Lo que hice igual lo realizan otros. Aquí y en otros países las donaciones de sangre de manera voluntaria no son suficientes para las necesidades médicas. Jamás acepté un real por eso. Aunque no lo crea, hay personas que venden su sangre...

Cada vez que leo mensajes motivando las donaciones llegan a mi mente esos hermosos momentos de mi vida. Sin embargo, todavía existen ciertos "mitos" negativos sobre esta acción que aleja a los donantes. Solo queda aumentar las promociones que buscan dadores del vital líquido. Los que han tenido parientes o amigos en peligro de muerte, pendientes de esas donaciones, comprenden lo serio del asunto.

En la universidad, una vez al año se hacen campañas con resultados más o menos buenos. Aún así nunca hay suficiente sangre para salvar vidas. Debemos impulsar en los jóvenes actos que les darán satisfacciones. No todo debe ser medido con la "vara" del dinero. Sufrimos una disminución del sentido de ayudar a otros. El dinero es necesario para vivir, pero que no nos convierta en su esclavo.


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