‘El camión se lo arrancó’
Un vacío grande ha quedado en la familia Henríquez, tras la tragedia de La Cabima, donde el único nieto varón murió y trece personas resultaron heridas debido
Un vacío grande ha quedado en la familia Henríquez, tras la tragedia de La Cabima, donde el único nieto varón murió y trece personas resultaron heridas debido a un accidente provocado por dos vehículos la tarde del viernes.
Victoria Henríquez, de 60 años, abuela de Ernesto Josué Solano, de 7 años, recostada en la silla del comedor, contó el sufrimiento que le causa la ausencia de su nieto; un niño risueño, amable, que daba alegría a su humilde casa, ubicada en Villa Bolivariana, en Ciudad Bolívar, corregimiento de Alcalde Díaz.
Empuñando el boletín escolar de su nieto, Victoria recordó que tenía promedio de 4.7, que destacaba en las matemáticas y español, y que todavía cree que es una mentira.
Una hora antes de la tragedia, Ernesto estuvo bañándose en la piscina de la casa y al mediodía dirigió la oración del almuerzo. Minutos después llegó su madre, Gloria Henríquez, de 25 años, quien debía gestionar una beca estudiantil para su hijo.
Como Ernesto siempre estaba en casa y su madre solo tenía un día libre en el trabajo para sacarlo, esta decidió llevárselo a la regional del Ifarhu, donde tramitaba una beca estudiantil.
Gloria agarró un taxi hasta la parada de buses de La Cabima y en ese preciso momento en que llegaba al lugar se suscitó el accidente.
“Mi hija (Gloria) lo tenía agarrado de la mano y el camión se lo arrancó”, dijo Victoria, quien explicó que su hija desconoce que su nieto falleció.
La madre del pequeño guarda la esperanza de que el niño esté con vida, dijo la abuela. “Gloria piensa de esa forma porque la última vez que lo vio estaba sentado en la losa de la parada”, agregó.
Los Henríquez solicitan ayuda de las organizaciones especializadas en el manejo del sufrimiento de los sobrevivientes de una tragedia como es su hija, la madre de su nieto, más para que pueda seguir adelante con su embarazo.
Julián Henríguez, tío de Ernesto, contó que le correspondió reconocer a su sobrino, a quien le limpió la sangre del rostro y dio un beso. “Es un dolor profundo”, agregó.
Golpeado por la pérdida, Julián recordó que compartieron mucho porque vivieron un tiempo juntos y lo calificó como un niño despierto. “Él prefería jugar béisbol, fútbol o ver deporte antes que las cómicas. Su nivel de conocimiento era bueno, con un promedio escolar de 4.7”, agregó.
Todos los preparativos para que Ernesto cruzara el segundo grado, en la Escuela República de la India, en Villa Zaíta, estaban listos, contó su abuela, quien sostuvo que ya había sido matriculado y parte de los útiles escolares habían sido comprados.
Investigación
Peritos de la Dirección de Operaciones del Tránsito llegaron a la escena del accidente para recopilar más datos y evidencias sobre el suceso, que cobró una vida y dejó otras trece lesionadas.
Una docena de testigos asegura que el taxi salió de La Cabima, cruzó los dos primeros carriles de la vía Boyd-Roosevelt que van hacia el corregimiento de Chilibre y giró hacia los dos que van hacia Panamá, pero en ese momento se produjo una colisión con el camión blanco que iba en el paño principal. Tras la colisión, el camión se iba a estrellar contra un autobús que estaba en la parada, pero su conductor esquivó al transporte e ingresó a la parada, arrollando a la víctima y dejando un sueldo de heridos.
El taxi perdió la defensa y su conductor se dio a la fuga, pero fue retenido en la entrada de Villa Zaíta por agentes del Tránsito y al realizarle la prueba de alcoholemia marcó 115, casi tres veces el límite establecido para una sanción, que va de $40 en adelante.
Mauricio Henríquez, abuelo del niño, solo quiere que se haga justicia.