Homicidio en Viejo Veranillo
Una amenaza de muerte se cumplió la noche del lunes, en Viejo Veranillo, cuando un pandillero disparó seis veces contra un joven en el sector de
William Sala / CríticaSin padre
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Alexander dejó tres hijos de 9, 8 y 6 años. El mismo trabajaba en la construcción y también ayudaba en la venta de legumbres y verduras en el mercado, en el negocio de su padre.
Una amenaza de muerte se cumplió la noche del lunes, en Viejo Veranillo, cuando un pandillero disparó seis veces contra un joven en el sector de La Canchita, corregimiento de Curundú.
El ataque cobró la vida de Alexander Panezo Córdoba, apodado “Yorgi”, de 27 años, quien recibió cinco tiros. Tres fueron en el rostro, uno en el tórax y otro en el brazo.
A las 9:00 de la noche, cuando “Yorgi” fumaba con dos amigos en la escalera de una vivienda, se produjo el suceso violento.
El homicida ocultaba el rostro con una gorra que llevaba puesta y sus manos empuñaban una pistola 9 milímetros.
Testigos contaron que “no hubo palabras de por medio, solo fue directo a ‘Yorgi’ y le disparó a quemarropa”.
El primer tiro lo falló y pegó en la escalera de concreto, una esquirla de plomo quedó incrustada en la estructura de cemento, agregó la fuente.
Herido de gravedad, amigos de la víctima la llevaron en un vehículo particular al Cuarto de Urgencias del Complejo Hospitalario de la Caja de Seguro Social Dr. Arnulfo Arias Madrid, ubicado en Bella Vista.
“Yorgi” era el yerno de Leonida Arrecife, una mujer que fue asesinada por una “bala loca” en un tiroteo registrado en octubre, de 2013, en Viejo Veranillo, mientras disfrutaba de una fiesta en el barrio.
Según la investigación, la víctima había sido amenazada de muerte por una pandilla denominada “Scardem Crew”, que ahora está aliada a “Calor Calor”.
Un pariente de “Yorgi” formaba parte de la pandilla “Batros locos”, que tiene diferencias con los “Scardem Crew”. Sin embargo, él no tenía problemas con nadie, explicaron los vecinos.
El seis de enero de 2013 fue asesinado Miguel Ángel Martínez Vergara, de 25 años. En el mismo lugar.
La comunidad sabe quién lo mató, pero el código del silencio impera por temor a represalias.
En ninguno de los casos se ha dado con el paradero de los responsables.
“Aquí cada quien entierra su muerto, no hay más nada que hacer, porque las personas que matan siguen libres y es como si la justicia no existiera en Viejo Veranillo.
Evitas ir lejos para “fumar”, pero “ya ni en casa tú puedes fumar”, dijo un amigo de la víctima, quien explicó que él no tiraba bala, solo fumaba, como ocurre en los barrios. Aun así lo mataron, agregó.