Las lágrimas y el dolor no se acaban en una familia que vive luchando para apenas sostenerse, con tropiezos que se dan ante los oídos sordos y
Melquiades Vásquez A./ Veraguas Casa y trabajo Roselia necesita un trabajo para poder tener un ingreso fijo y así poder dar alimentación y suplir otras necesidades, además de un nuevo hogar.
Las lágrimas y el dolor no se acaban en una familia que vive luchando para apenas sostenerse, con tropiezos que se dan ante los oídos sordos y las miradas de quienes se hacen los ciegos para no tender la mano, aun cuando se puede brindar ayuda.
Es así como han pasado cuatro años de la triste tragedia en la que Mireya Batista, de 30 años y madre de cinco hijos, perdió la vida de cinco puñaladas de manos de su concubino, Rodrigo Tejada, quien hoy día permanece detenido, purgando una condena de 20 años de prisión en la cárcel pública de Santiago.Tras la desgracia, Roselia Batista, hermana de Mireya, con un hogar formado por cuatro hijos y su esposo, toma la difícil tarea de la crianza de los cinco sobrinos que quedaron abandonados, todos menores de edad.Luego de tomar esta difícil responsabilidad, el esposo de Roselia la abandona, por lo que la carga se pone más pesada.
Está desesperada porque necesita un trabajo permanente y una vivienda propia para salir adelante con nueve menores, sus cuatro hijos y cinco sobrinos huérfanos de madre y con el padre en la cárcel.Roselia vive en un lugar donde no le cobran porque no tiene cómo pagar, sin embargo, el dueño del sitio, que está en muy malas condiciones, desea hacer remodelaciones, por lo que debe salir.
La mujer hace trabajos ocasionales, pero desea tener un ingreso fijo.Los hijos de Roselia son Juan José Rodríguez, de 16 años, quien no está en la escuela; José (13 años), Cristal (9), ambos asisten a la escuela, y Noemí Rodríguez (19).Sus sobrinos son Oriana Tejada (14), Rodrigo (13), Sachenka (9), Jenifer (16) y Ninozka Mabel (6), quienes, según la educadora Martha Canto, son excelentes estudiantes.Se conoció que por la crítica situación por la que atraviesa la familia, los muchachos muchas veces no pueden asistir a la escuela, ya que en ciertas ocasiones no hay ni para comer.