Viva - 05/6/15 - 11:00 PM
'Scort' masculino, prostitución de lujo para mujeres
Un “scort” masculino es el encargado de dar placer a una mujer, pero no solo en el aspecto sexual, también en el emocional.
Todos hemos oído hablar alguna vez de la profesión de “scort” masculino, pero casi nadie sabe lo que implica. Es realmente sorprendente lo poco que se conoce de ellos, el gran secretismo del mundo de los “acompañantes” profesionales masculinos.
¿Qué función cumple realmente este profesional?
Un “scort” masculino es el encargado de dar placer a una mujer, pero no solo en el aspecto sexual, también en el emocional. La característica principal de este tipo de amantes es que además de ser guapos y estar bien dotados, cuentan con una gran educación. Saben mantener una conversación con su clienta sobre algún tema de actualidad o de interés mutuo. En alguna agencia establecen una cita previa entre el “scort” y la clienta para ver si son compatibles para un encuentro más prolongado en el tiempo y, por supuesto, mucho más cercano. En esta cita solo mantienen una conversación acompañada algunas veces de una cena o una comida. Si todo va bien, establecen un segundo encuentro en el que ya habrá algo más que palabras.
¿Qué es lo que busca una mujer cuando acude a un “scort” masculino?
Algunas de las usuarias solo quieren divertirse, eligen a uno de los apuestos “scorts” de la lista de la agencia que solicitan y pasan un buen rato con él. Sin embargo, esta no es la regla general. En la mayoría de los casos la mujer busca ser comprendida, que se la admire y que se le eleve su autoestima. Muchas de las clientas que acuden en búsqueda de un “scort”, de manera totalmente anónima, son personas de alto “standing”, directoras de empresas o con mucho poder económico, que lo que quieren es sentirse bien consigo mismas. Solicitan estos servicios con el fin de sentirse valoradas e idolatradas por alguien. Algunas incluso son vírgenes a sus 40 años. Esto es fruto de una educación o una sociedad que no las ha cohibido. Por ello, buscan una solución y la mejor alternativa que se pueden encontrar es contratando a un profesional que las haga sentir cómodas y no una persona de la calle, que incluso se pueda burlar de su condición.
Una mujer cuando se dedica a este mundo no tiene necesidad, en la mayoría de los casos, de mantener una conversación con su cliente, ni de tranquilizarlo y mostrarle su comprensión. Esta es la gran diferencia, lo que separa a las “scorts” femeninas del profesional masculino. Esto se debe a que el mundo de las “scorts” femeninas se ve como algo “normal”, los hombres no se sienten culpables de contratar sus servicios y disfrutan con el hecho de hacerlo. Todo lo contrario sucede en el caso de las mujeres. Ninguna admite pagar a un “scort”, ni quiere que se sepa. Para ellas, al igual que para la sociedad, es un tema tabú el que una mujer solicite a un profesional del sexo para satisfacer sus necesidades. Este es el gran problema y la razón principal por la que los “scorts” masculinos están envueltos en un mar de tinieblas y misterio.
Esteban Fernández “scort” retirado, en la actualidad se dedica a los masajes eróticos en la ciudad de Barcelona. Nos comenta que en un principio parece muy sencillo dedicarse a este mundo, hasta que te das cuenta de que si no es a través de una agencia, es muy complicado que contacten las clientas contigo. Las listas fijas de clientas no aparecen de un día para otro. “Las mujeres buscan una seguridad, un anonimato, no quieren que salga a la luz lo que están solicitando, por lo que contactan con la agencia que menos declaraciones públicas ha realizado sobre su servicio”, comenta un profesional de este ámbito.
Sin embargo, a pesar del secretismo de esta profesión, hay un montón de historias divertidas que contar. Ahí van unas pocas que nos contó Esteban.
La primera trata sobre dos chicas jóvenes, de 25-30 años. “Me llamaron solicitando el servicio de un “scort” de raza negra, alto, con cuerpo atlético y bien dotado. La cuestión es que no tenían dinero para pagar a dos chicos, por lo que me preguntaban si era posible contratar a uno de ellos y que pasara una hora con una y la siguiente con la otra chica. Yo se lo comenté al “scort” y este divertido me dijo “¡Claro que me veo capaz!” El chico llegó al hotel de las chicas, que nerviosas echaron a cara o cruz quién sería la primera. Molesta, la segunda, salió al balcón para no escuchar los gritos de su amiga. Lo mejor de todo es que era invierno, hacía un frío que pelaba y se quedó fuera completamente entumecida hasta que su compañera acabó la faena con el “scort” contratado. Cuando acabaron, la segunda chica entró y al ponerle las manos sobre las nalgas al tío inmediatamente se le bajó la erección. “Estaba tan fría que no quería ni que me tocara”, me comentó él. Al final se metieron en la cama y él, como buen profesional, la abrazó hasta que entraron en calor y cumplió su misión. Lo irónico es que la compañera que había tenido el encuentro primero no tuvo la valentía de salir al balcón y se quedó en medio de la habitación presenciando la escenita”.
Otra de las anécdotas divertidas le sucedió a Lucho, un “scort” masculino que se dedica al mundo del porno. Eso sí, no debemos confundir “scorts” con actores, es algo muy diferente, pero en este caso da la casualidad de que van de la mano en esta persona. “La historia sucedió en uno de mis viajes al extranjero con una de mis clientas, a Marrakech. Íbamos caminando por la ciudad cuando a ella le apeteció entrar en una tetería típica de la zona. Por casualidades de la vida, en el interior ¡había una clienta mía habitual de Barcelona! Y por si esto no fuera poco, ¡estaba acompañada de su marido! Me tuve que hacer el sueco, como si no la conociera para que ni mi clienta ni su acompañante se enteraran de que nos conocíamos. El caso es que por la noche me mandó un mensaje comentándome la buena jugada que habíamos hecho. ¡Resultó excitante y divertido para ambos!”.
La tercera anécdota le sucedió a un “scort” que ya no se dedica a esta profesión. Unas amigas habían comprado una tarjeta SIM nueva para mandarle mensajes a otra que vivía sumida en un matrimonio desde los 17 años. Tenía unos 30 y nunca había estado con ninguna otra persona, por lo que sus amigas decidieron darle un empujoncito para que tuviera una aventura. Llamaron a este “scort” para comentarle la jugada. Ellas hablarían a través de mensajes con la clienta haciéndose pasar por él hasta que terminaran concretando un encuentro. El juego al final fue como ellas habían pensado. Tras un par de meses hablando a través de mensajes, quedaron en verse una sola vez, en un hotel, con escasa iluminación. El trato era que se acostarían ese día y todo se acabaría, para siempre. Ambos aceptaron, y nunca más volvieron a mantener contacto. Por su parte, el “scort” sí tuvo noticias de las amigas, que le comentaron que ¡era otra mujer! Mucho más simpática, extrovertida y que incluso su relación de pareja había mejorado. ¡Quién lo iba a decir!