Panamá recibió una mala calificación en cuanto al Indice de Percepción de la Corrupción que preparó para este año Transparencia Internacional. De 180 países, ocupamos la posición No. 85 con una calificación de 3.4 puntos.
Los países latinoamericanos con los niveles más bajos de corrupción son Chile, Uruguay y Puerto Rico, con una evaluación de 6.9, 6.9 y 5.8 puntos respectivamente. A medida que baja la calificación se percibe más corrupta la nación.
De un grupo de 32 países de América incluidos en el �ndice 2008 de TI, 22 obtuvieron una puntuación inferior a 5 sobre un total de 10 puntos, algo que según la organización "demuestra un grave problema de corrupción, en tanto 11 países no lograron superar la marca de los tres puntos, lo que indica que existen niveles de corrupción desenfrenados".
Respecto a Panamá, la puntuación choca con la promesa de cero corrupción que hizo hace cuatro años el hoy mandatario saliente Martín Torrijos. Se vienen registrando casos como el del FECE, la fibra de vidrios en los colegios, la desaparición de las esculturas de los "Juegos de Antaño", los camarones legislativos y otros que ponen al descubierto la corrupción en el sector oficial.
En el campo de la justicia poco se ha hecho en concreto para cambiar la percepción de que a los monos gordos no se les encarcela. Las reformas penales y los planes de modernización de tribunales, no logran levantar la mala imagen del Organo Judicial.
Pero además el problema de la corrupción no es un monopolio del sector público, sino que se registra en el ámbito privado y la misma sociedad, donde impera la cultura del juega vivo.
La nación requiere una transformación total, que debe comenzar en los hogares, que es la escuela inicial para inculcar buenos valores a los hijos, de lo contrario el germen de la corrupción será un mal incurable de nuestra sociedad.