El líder siente la presión del Madrid y el Barcelona
Ni siquiera con la ofensiva final en superioridad numérica, cuando David Soria surgió para frustrar un remate a Moussa Dembélé y el poste repelió una ocasión a Luis Suárez, el Atlético de Madrid encontró el triunfo en Getafe, estancado en las últimas semanas mientras crece el acecho sobre él.
Cuatro empates, contando el de este sábado, y una derrota en las últimas ocho jornadas; una ruta sinuosa de la que tampoco escapó en el Coliseum Alfonso Pérez, donde quizá mereció ganar por lo que creó y propuso en el tramo final, a raíz de la expulsión de Nyom, pero también aguardó demasiado para ir de verdad a por el encuentro.
Un punto es muy poco hoy en día. Porque ganó el Real Madrid unas horas antes y está a seis puntos. Y porque el lunes juega el Barcelona, que está a siete ahora y puede quedarse a cuatro.
La prioridad del Atlético es la Liga. Su posición dominante pone tal competición por encima de la Liga de Campeones. No hay mejor ejemplo que ni siquiera la proximidad del todo o nada en Londres, el próximo miércoles, abrió demasiado espacio a las rotaciones -sólo la entrada de Saúl por Lemar- en el once de Simeone, que ya se recita casi de memoria cada encuentro en los últimos meses de esta campaña.
En él, hoy por hoy, no está Joao Félix, que aparece y desaparece de la alineación titular como si nada, ya sin apenas debate, como si fuera la mera normalidad, tan frecuente en las últimas semanas que ya ni extraña ni sorprende, ajeno a su mejor versión, pero también a la confianza que sí tiene el técnico argentino en otros futbolistas.
Quizá su presente no sea ni tan imponente ni tan resolutivo ni siquiera tan prometedor como parecía, mientras decae en titularidades, en goles y en asistencias, en desbordes y en ocasiones, transformado en la actualidad en un recurso, como fue en Getafe al descanso -entró por Saúl-, más que en una pieza esencial, cuando siempre se le presupuso mucho más lo segundo que lo primero.