Acabar con las pandillas en Panamá
Las pandillas han impuesto su método de control, usando el terror, el sicariato, la extorsión, el tráfico de drogas, pero tienen también el objetivo de tomarse el estado y el control político.
La experiencia reciente del crecimiento de las pandillas en países vecinos en Venezuela con el “Tren de Aragua”, con presencia en Chile, Perú, los Estados Unidos; en Ecuador y “Los Lobos" y en Colombia “El Clan del Golfo”. El Salvador con “Las Maras Salvatrucha”, es el único país con resultados tangibles, porque los aniquiló y los tiene presos.
Las pandillas han impuesto su método de control, usando el terror, el sicariato, la extorsión, el tráfico de drogas, pero tienen también el objetivo de tomarse el estado y el control político.
Estas pandillas actúan con sus objetivos estratégicos de control territorial para someter a los países y ese nuevo enfoque lo vemos en Panamá. Están controlando territorios, provincias Colón, San Miguelito, Arraiján, parte del Este de la capital produciéndose un cerco.
El presidente Mulino si ha comenzado a variar, modificar las políticas de seguridad interna atacando con mayor fuerza el Frente Interno. Se debe priorizar el desmantelamiento de las pandillas. Aplicando métodos de la guerra antisubversiva, que uno de sus puntos doctrinarios es cortales, limitarlos en el abastecimiento de armas y municiones que hoy son su principal herramienta.
Como esta de deteriorada la situación de inseguridad, el primer paso es arrebatarle el control de las ciudades, Colón, San Miguelito, Arraiján, Chorrera, sometidas por los ataques armados de los sicarios, la extorsión, el terror y la desconfianza hacia el gobierno. Retomar el control requiere ganarse la confianza del pueblo.
La cruda realidad es que se heredó una situación de inseguridad mayúscula. Esta acumulación de malas políticas de varios gobiernos hace explosión en el actual gobierno que recibe un país cooptado y reconfigurado por el crimen organizado criollo.
La prioridad hoy para recuperar nuestra inseguridad imperfecta es que hay que priorizar y acabar con las pandillas para no quedar como Ecuador, Haití, Chile, Perú, México.
Las pandillas como están hoy de poderosas sólo comprenden un solo lenguaje: la fuerza del Estado. No basta con meterles miedo hay que aplicarles el peso de la fuerza del Estado y que la población los vea presos o abatidos. Sin estas medidas de escarmiento público, no se va a recuperar la confianza del pueblo y menos la paz social.
La situación no está para hacer desfiles o demostraciones de fuerza, sin una orden clara y específica del empleo para usar la fuerza.
Nuestra historia democrática tiene ejemplos cuando el presidente Marco Robles ordenó el uso de la fuerza letal y dio la orden de disparar a la Guardia Nacional. Se pacificó el país.
Para esto el Ejecutivo debe blindar con leyes y decretos transitorios el servicio policial para que nuestra Fuerza Pública se sienta respaldado por el poder político y la sociedad.
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