Arzobispo advierte sobre peligros al que se exponen las generaciones de cristal
El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa cuestionó que con la tecnología estemos creando generaciones de hijos y nietos de cristal y da pena que esas generaciones de cristal sean educadas para una vida eventual, como si ese tipo de vida fuera a ser permanente en esta tierra.
En su homilía de Pascua de Resurrección, Ulloa preguntó: ¿qué ocurrirá cuando al paso de los años haga mella en esas generaciones la autosuficiencia, la autocomplacencia, el vivir al día sin referencia alguna a Dios? Su respuesta vino de inmediato: ¡ni más ni menos que la tiniebla, el desencanto, la desilusión y la decepción con el mundo... será una dura y cruda realidad!.
Monseñor dijo que los cristianos laicos son un gigante dormido, que debe despertar.... deben actuar contra las raíces de la crisis económica y política, del desempleo, la corrupción y la degeneración de las instituciones. Estos problemas hunden sus raíces en “una profunda crisis moral, causada por la dictadura del relativismo y el individualismo”.
Ulloa reconoció que el hombre de hoy no está abierto al mensaje de salvación, no acepta de buen grado la llamada a la conversión, y al cambio profundo de la vida sin Dios en la que transcurre el día a día de millones de personas. Una cultura que pretende poner entre paréntesis a Dios, es hostil a la religión y al Evangelio, advirtió.
También advirtió que vivimos en un mundo en el que ser cristiano te obliga a afrontar la sistemática beligerancia de un laicismo a ultranza, la oposición de una cultura hostil a la presencia de Dios y de la religión en el ordenamiento social.
Al prelado alegó estar convencido que, si la vida de nuestras comunidades no tiene cambio positivo alguno, si todo sigue con el mismo ritmo de inercia, de quietud, de pereza, nuestras parroquias sonarán más a sábado por la mañana que a Domingo de Pascua. Quizás el abandono de muchos se debe a que la Resurrección, sólo es una palabra ritual, y no la fuerza que dinamiza la vida personal, comunitaria y social.
El guía de los católicos pidió a los panameños despertar de la muerte del pesimismo, de las angustias innecesarias, de las instalaciones que nos paralizan, de buscar quienes son responsables de nuestra pena, de nuestras cruces...salgamos de nuestro sepulcro.
Hizo un llamado que en este año que llevamos esta Pascua en medio de la pandemia a revitalizar y transformar lo que se ha hecho rutina, cansancio y aburrimiento, en alegría, en comprensión, en respeto, en diálogo, en pensamiento y acción.
En su sermón, el arzobispo sostuvo que los cristianos debemos andar como Resucitados, en medio de las tinieblas de la corrupción, del juega vivo; en nuestras casas, trabajo, en nuestro barrio.
Debemos decir no al juega vivo, no más coimas, no más maltrato intrafamiliar, no a aquellos delincuentes que se roban a nuestros niños del seno de la familia, sentenció.
Estas actitudes complacientes e indiferentes es que nos han llevado a la no vivencia de los valores y de la ética, al desenfreno, a la violencia intrafamiliar y social; a buscar el dinero fácil a través de actos de corrupción -tanto en lo privado como en lo público- a que nuestra niñez y juventud sea presa fácil de las bandas de delincuentes y del narcotráfico, manifestó.
En otro aparte de su homilía, monseñor expresó que hay corrientes dentro de nuestra sociedad que quieren ocultar la enfermedad y la muerte, o tratan de evitarla. Nosotros mismos queremos envolverla en silencio, renunciar a pensar en ella y en prepararnos a morir. Pero, aunque vivamos dándole la espalda a esta realidad, no podemos ocultar este acontecimiento. La muerte es nuestra gran compañera de camino.
Los cristianos tenemos la gran dicha de tener el recurso de la fe...y la muerte no nos deja en el vacío de la nada, la muerte nos lleva a Dios.
También instó a construir el Panamá que todos queremos, pero eso no se hace solo de palabra, demanda una serie de condiciones que pasan por la opción personal de ser consciente que actos y acciones tienen repercusiones en la sociedad.
En su reflexión, José Domingo Ulloa lamentó que el hombre se quede “completamente analfabeto” en cuanto a la vida espiritual, porque para “dominar y transformar el mundo” el hombre occidental “vendió el alma al Diablo por un plato de lentejas”. “No digas que no tienes tiempo. ¡Sé inteligente, no inventes disculpas, sé bueno para ti mismo! Ven a celebrar la Pascua con nosotros”.
Tras la misa en la Catedral, el Arzobispo abordó una aeronave para bendecir desde el cielo a Panamá, Panamá Oeste, San Miguelito, Panamá y Colón.
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