Danilo Pérez, político
La música influye en aquel que la escucha. La entrega de un Danilo Pérez, lo evidencia. La música afecta también en quien la produce. Wayne Shorter aconseja a su pupilo Danilo, haz música para que el mundo sea mejor. Así como hace del otro un ciudadano ejemplar, ¿tendrá la expresión artística el potencial de transformar Panamá?
¿Qué tal si, ante un Panamá escaso de líderes que levanten el entusiasmo, escuchamos la prédica de este profesa armado de partituras. Solo un idealista creíble como Danilo Pérez consigue que 25,000 almas se fundan en un gran baile masivo acompañando al salsero boricua Gilberto Santa Rosa. La ciudadanía cree en él. El cuadrángulo de la Ciudad del Saber estuvo a su máxima capacidad. A las 9:00 p.m. cerró sus puerta. No cabía el clásico alfiler. Largas filas quedaron esperando para hacerse de un espacio dentro del lugar.
Aun así, no muchos hacen caso a uno a quien apenas ahora un gobierno reticente ensaya soltar el apoyo que merece. Uno que en su cruzada insiste a cuantos quieran escucharlo, no es la represión al pobre, es la música el camino para hacer mejor gente. Lo demuestra con conmovedores testimonios de becarios.
Los 25,000 que acudieron el sábado al Panamá Jazz Festival a presenciar a Gilberto Santa Rosa sería suficiente para calificar como el más trascendente entre los eventos culturales del país. El concierto cerró una jornada donde desfilaron una plantilla de 10 excelsos grupos en escena y varios excelentes solistas, la mayoría internacionales. Califica como el evento artístico al aire libre más significativo presentado en estas tierras.
La Fundación Danilo Pérez cierra una semana de charlas, clínicas y conciertos que ponen a Panamá como la capital mundial del Jazz. Ya acopia 20 años atrayendo más de 300,000 turistas, y entregando becas a cientos de panameños y otros latinoamericanos de la prestigiosas universidades, entre ellas, el connotado Instituto de música Berkley.
Ya cosecha los frutos de su insistencia en inspirar, educar y proporcionar herramientas para construir un mejor futuro para las personas. El panameño de a pie hace suyo el festival.
No muchos registran otro fenómeno memorable. Acompaña al boricua en dos números. En “¡Qué manera de quererte!”, Danilo descarga un rico virtuosismo salsero de tal originalidad que no tiene que ver con la modernidad de un Papo Lucca, la acidez de Eddie Palmieri, el clasicismo de los Richie Ray o Larry Harlow.
En “Para vivir”, de Pablo Milanés, asume con destreza, y casi sin estudio previo de la partitura según el propio Santa Rosa, el arreglo para solo de piano original. Uno cuyo autor me suena al concertino cubano Franz Fernández. Con apenas cierto jugueteo con el tempo en una audacia que nunca hizo dudar a un Gilbertito de voz modesta, pero agradable. Exige al Gran Yamaha musicalidades emocionales desgarradoras cuyo lirismo no observo ni siquiera en la interpretación del propio Fernández.
Cuando me siento nervioso, cuando enfrento retos, me viene alguna tronada. La silbo para tranquilizarme. Sus sonidos calman mis angustias y me ayuda a controlar mi miedo al fracaso.
No es raro que mi cuerpo reaccione con violencia ante la mala música que pulula en el ambiente. Interviene directamente sobre mi sistema nervioso, y que me gatilla una reacción de huida. Siento, me enferma.
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