El último año
"Se le acabó el gobierno a Varela y con ese final se agota una etapa plagada de hipocresía, embustes y ninguna consideración para con la verdad y la justicia".
Comienza la cuenta regresiva del gobierno Varela. Lo inicia en medio de una propuesta tan extemporánea como confusa en cuanto a sus reales intenciones. Mientras dirigía junto a otros conspiradores el Frente Guacho, firmaron un pacto en el cual la convocatoria a la Constituyente sería una realidad en función de gobierno. Pasaron cuatro años, se burló de toda norma y ahora aparece preocupándose por la Constitución. Desfachatez en grado sumo.
El proceso electoral que se abrió el 5 de mayo sirvió de escenario para este despropósito. Las reacciones vistas hasta ahora, incluyendo la de los secretariados generales del PRD y CD, muestran rechazo. Estas dos fuerzas políticas parecen de acuerdo para controlar la Asamblea el 1 de julio a través de sus bancadas en este tramo final, lo que implica un rechazo a la ley que se presentaría para estos propósitos. Sin embargo, más allá de lo negativo de una convocatoria a una Constituyente, ya al final del gobierno e incrustada en el proceso electoral, bien haría el Tribunal Electoral en salvar la iniciativa de la 5.ª papeleta, en el sentido de consultar respecto si desea el elector que el nuevo gobierno la convoque. Sería una papeleta para votar SÍ o NO y hasta allí. Tendría, a mi juicio, efecto de referendo, con el consiguiente mandato hacia el nuevo gobierno. Los grupos que creemos en la Constituyente apoyamos la 5.ª papeleta en ese sentido. Ya para las elecciones del 2004 lo hicimos sin éxito. Sería el inicio de un proceso para darnos una nueva Constitución, a través de la elección de 60 constituyentes por elección popular para hacer la Constitución y nada más, de manera incluyente, pacífica y democrática. Es un tema de todos.
Por otra parte, en este último año la campaña electoral se caracterizará por reglas del juego electorales nuevas, algunas muy restrictivas y que se verá en la práctica si son o no adecuadas. Mientras, el Tribunal Electoral será o debiera ser el garante de elecciones limpias en medio de grandes dudas que nos asaltan respecto de su real independencia institucional, por ahora también marcada de selectividad. Se imponen reglas claras respecto del uso de fondos públicos. Decirlo en comunicados reiterados es positivo, pero falta vigilancia. La Corte ya planteó prohibiciones a los funcionarios electos para no poder festinar obras hechas con fondos públicos. Pero falta la Asamblea en cuanto a sus escandalosas partidas usadas para latrocinios y activismo político electoral descarado de sus miembros con dineros públicos. Es un reto al MEF y la Contraloría. Su aval es delito ya. La oscuridad de sus manejos deja un sabor amargo porque nada parece que va a pasar. Sin embargo, está por jugarse esa faceta que también impida su uso o, mejor aún, su eliminación de cara al torneo electoral.
Duro camino el de Varela en este tramo final. Su conducción errática, vengativa y carente de definiciones le acabaron su mandato. El país es oposición en diferentes matices y por distintas causas. La economía está resentida y de acuerdo a los entendidos no hay señal de cambio hacia mejores resultados, mientras problemas como la delincuencia vayan en aumento junto a otros como salud, agua potable, educación acosan el diario vivir. El desgaste político del Gobierno y el cansancio y hastío popular no son buena mezcla.
Siento que la historia en su anticipado veredicto ya juzgó a Varela y no de la mejor manera. Viene la campaña la cual espero sea tranquila en todo sentido. Sin embargo, el escenario no se muestra halagador. Todos los actores debemos poner de nuestra parte empezando con el Gobierno. Deben prevalecer propuestas coherentes y realizables unidas a compromisos claros de realizaciones verdaderas que den esperanza de mejor futuro a todos. Por lo menos es mi compromiso público en esta faena de estudiar al país para gobernarlo coherentemente.
Se le acabó el gobierno a Varela y con ese final se agota una etapa plagada de hipocresía, embustes y ninguna consideración para con la verdad y la justicia. No quisiera estar en sus zapatos ni en el de su círculo cercano. Lo que viene será implacable, pero sirve de lección para enfatizar en el compromiso de legado que debemos tener todos los que aspiramos a la conducción nacional. Se impone un compromiso con la integridad en todos los órdenes.
¡Mientras, el reloj sigue su marcha y cada día que pasa es uno menos de todos ellos allá!
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