¡Esto es Panamá!
Panamá es un país muy peculiar y para entenderlo hay que decodificar al panameño. Por su geografía, pertenece a Centro América, pero nosotros no nos consideramos centroamericanos por su historia, deberíamos ser un país andino, pero no nos consideramos suramericanos. Finalmente, por su clima tropical, sus amplias costas y gastronomía, pudiéramos ser considerados caribeños, pero ni somos y menos nos consideramos como tal. Es por eso, que Panamá es único y muy particular, hecho que pocos entienden y por eso tratan de imponer su voluntad algunas minorías más no así obtienen los resultados en las urnas.
Por ejemplo, y sin pretender ser exhaustivo, primero Panamá nunca tuvo que dolarizarse (porque siempre lo tuvo y lo tendrá). Segundo: utilizamos el Canal como nuestro principal gestor económico y tercero: su posición geopolítica no tiene par. Estos privilegios nos han permitido desarrollar una economía de servicios que en algunas ocasiones, sin competencia o con marcadas ventajas, han facilitado un desarrollo portuario en dos océanos conectados por autopistas y ferrocarriles.
Además, se creó un centro financiero internacional ahora abismado, al no tener una definición como país que queremos, ni hemos adoptado una posición viril ante las imposiciones de otros que compiten con nosotros y no tienen la voluntad de hacerlo en un "plain level field". Adicionalmente, esto ha facilitado la creación de la industria logística integrada, con enormes ventajas, pero con doble filo, permitiéndonos pensar en el hoy y descuidar el mañana.
No podemos tener más gobiernos que violen el debido proceso, irrespeten la democracia persiguiendo a quienes se le oponen y abusando de las bondades al cambiar leyes caprichosas a instancias de terceros, (grupos de poder) por no tener la valentía de enfrentarlos. Es por eso, que hasta ahora hemos logrado subsistir con graves problemas “estructurales”.
El desencanto es generalizado y la percepción del panameño le preocupa el nivel de desempleo en un 44%, la educación deficiente 25%, la salud 21% y la inseguridad creciente 12%. Todos estos problemas están íntimamente relacionados entre sí de muy vieja data y que socavan nuestro país de tal forma, que si no los enfrentamos como Estado vía un acuerdo nacional, las consecuencias serán nefastas. Panamá necesita un líder visionario que resuelva estas inquietudes. No hay campo para ensayos y errores, odios o rencillas.
El desempleo ha hecho que un % alto de la población trabaje independiente. De estos, pocos tienen el ingreso suficiente para mantener una vida digna. La mayoría depende de ingresos intermitentes e informales, muchos de estos son subsidios estatales que no garantizan superar ni cumplir adecuadamente todas sus necesidades básicas, siendo muchos informales con trabajos esporádicos o camaroneando, lo malo es que casi todos reciben subsidios estatales.
El problema crónico es que están muy alejados de los nuevos conocimientos tecnológicos, por eso la eliminación de red Wi-Fi, la no entrega de laptops a todos los estudiantes perjudicó mucho; es por esto que pocos consiguen trabajos en la empresa privada y deciden engrosar la planilla gubernamental que es de casi 265,000 personas. Debido a esto, su única, alternativa son los partidos políticos como herramienta para obtener una plaza de trabajo.
Se comenta mucho que nuestra educación es deficiente y prueba de ello son los bajos estándares “PISA”. No tener buena educación hace dependiente del gobierno al electorado creando una falta de intelectualidad con muy poca movilidad social. Es por eso que la esperanza queda empeñada en terceros (políticos) y en la subsistencia con la creación de la cultura “juega vivo”. En contraposición, la democracia depende en que todos tengamos oportunidades similares por una parte y la otra que impere sólo la meritocracia. Sin educación lo único que logramos es acentuar aún más la brecha entre ricos y pobres, que en Panamá es alta y ahora después de la pandemia asumo es más pronunciada.
En cuanto a la salud, el problema de la CSS es complejo, pero simple, los cotizantes son cada vez menos al no haber crecimiento económico, producto de la falta de justicia y debido proceso, pero los dependientes son cada vez más longevos. Sin una solución real a la vista, es patético que el problema será empaquetado y engavetado hasta que estalle en el próximo gobierno. Si vemos porque no hemos reaccionado, encontramos que el costo político de arreglarlo, es exorbitante ya que la institución es un subsidio para muchos y un negocio para unos pocos.
Mientras no tengamos una educación de primer mundo, el desempleo continuará alto, los informales o independientes cada día serán más y los cotizantes menos. Si vemos esta interrelación y como cada problema contribuye a aumentar el otro, es evidente, el porqué de la falta de reacción de los panameños a todos los problemas.
Esto nos lleva a la inseguridad que es verdaderamente una delincuencia organizada, que más bien se orienta al narcotráfico como un vehículo para salir de la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades y la falta de buena educación. Esta violencia se desarrolla vía el pandillerismo y su incursión a los centros de poder, más que todo el político y económico, no hacen más que darnos el condimento para ser un estado fallido. Tenemos ya indicios precarios en nuestra América Latina de cosas puntuales, de ingrato recordatorio, pero de mucha inspiración al desencanto reinante en Panamá.
Si mezclamos todos estos problemas sociales en una batidora, crearemos un panameño más dependiente y a la vez un país cada vez más desigual por la inequidad y la cultura del juega vivo. Hay que evitar toda esta fatídica dependencia eligiendo bien al próximo gobernante, para darle otra cara a la moneda que es la esperanza, o sea el otrora recuerdo de una economía vibrante y la de un tiempo no tan remoto que fue mejor. Recuerda muy bien esto cuando en el 2024 tomes tu decisión de votar.
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