Lo difícil de vender en tiempos de Covid-19
Una señora que vende cigarrillos de contrabando le comentó a Crítica que algo ha logrado hoy. “Ni bien ni mal”, agregó.
Un recorrido por la 5 de Mayo y zonas aledañas al corregimiento de Calidonia evidencia que los vendedores informales no la pasan bien, ya que con la poca afluencia de personas sus ingresos no son los mismos. Se viven tiempos difíciles.
Algunos usan su astucia y se aprovechan de la situación para ganarse algunos reales, venden guantes de látex a un dólar, cuando en las farmacias cuesta 21 centavos, las mascarillas también las venden a un dólar, pero cuestan 15 centavos, cuando las autoridades no pedían a la población que se quedaran en casas para evitar contagiarse.
Parte de Calidonia, La Peatonal y Santa Ana son como un pueblo fantasma, no tanto como Prípiat (Ucrania) porque los comercios abren, no obstante, casi no hay clientes ni para comprar interiores.
A lo largo se ven buhoneros que ofrecen frutas, cigarrillos de contrabando, audífonos, confites, mentas, películas pirateadas, papas, ajos, quesos, billeteras con sus guantes y los famosos gritones de los carros piratas que viajan al Panamá Oeste.
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No se oye: “Tecal, Vacamonte”; Chorrera, camino; “Arraiján, puente”, “Camino hasta Valle Hermoso”. La respuesta es que bajó la cantidad de pasajeros, hay restricciones de ir la calle y sino quieren enfermarse, es mejor obedecer al Ministerio de Salud (Minsa).
Una señora que vende cigarrillos de contrabando le comentó a Crítica que algo ha logrado hoy. “Ni bien ni mal”, agregó.
Otros vendedores tienen caras de esperanza de llevarse algo para sus casas, debido a que sino se meten algunos “Martinellis” en sus bolsillos, en su hogar no habrá ni para comer arroz con huevo.
Poca actividad
Los dos casinos de la 5 de Mayo cerrados, los bares y cantinas también. Un guardia de seguridad de un casino se acomoda su gorra mientras mira una dama mulata que roba la atención de los pocos transeúntes, mientras que en otra esquina, un hombre con aspecto de mujer habla por teléfono,viste un uniforme de salón de belleza.
Hay circulación de automóviles, la mayoría taxis, sin embargo, no hay gente para hacer carreras, así que como los vendedores informales, los taxistas se comen su cable en tiempos de epidemia.
Una inmigrante grita que se vende pizza con chicha a dos dólares, aunque son pocos los interesados en comprar el producto.
Tiempos para quedarse en casa, como en las guerras, los que menos tienen son los más vulnerables, y aunque no existe racionamiento porque no estamos en un conflicto armado, la situación se pinta mal para algunos. El enemigo no tiene color, olor, no camina, ni vuela, pero está dispuesto a atacar como lobos invisible para avanzar sobre la piara. Lo mejor es quedarse en casa.
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