Mujeres y hombres en la pesca artesanal: perspectiva de género en su actividad
Se estima que las mujeres representaron más del 19 % de todas las personas directamente involucradas en el sector primario de la pesca y la acuicultura.
Antes de analizar la perspectiva de género en la pesca artesanal, repasemos primero el significado y contexto de la palabra “género”. Para ello hay que entender que la percepción de sexo apunta hacia aquellas características morfológicas y fisiológicas con las que nacemos hombres y mujeres, mientras que género se refiere a las ideas, normas y comportamientos que la sociedad ha establecido para cada sexo, así como el valor que se les asigna. Lo cual nos lleva a interpretar la igualdad de género, como el proceso a través del cual se le otorga, a hombres y mujeres, con igual valoración y goce real de derechos y oportunidades, acabando así con las discriminaciones.
Con este marco previo, podemos entonces analizar el rol de mujeres y hombres en la actividad de la pesca artesanal, considerada generalmente como una ocupación exclusiva de hombres. Sin embargo, cuando se explora a mayor profundidad el cómo se desarrolla la misma, se aprecia que las mujeres participan con diferentes roles, tales como: socia del centro de acopio, administradora, contable, apoyo logístico, técnica de producción (rol que se le ha asignado a la encargada de acopio y venta en las Asociaciones de Pesca del Golfo de Montijo) y en algunos casos, apoyan en la reparación de los artes de pesca y en la captura de recursos propiamente dicho, generalmente colaborando con su pareja o esposo.
De acuerdo con lo descrito por la FAO (2016), en su evaluación sobre la Situación Mundial de la Pesca y la Acuicultura, se estima que las mujeres representaron más del 19 % de todas las personas directamente involucradas en el sector primario de la pesca y la acuicultura. No obstante, la experiencia en el Golfo de Montijo arroja que un 33 % de mujeres están involucradas en alguna de las actividades arriba mencionadas, de las cuales al 14 % se han entrenado o participan de procesos de comercialización y/o procesamiento de la captura, así como en el manejo de negocios complementarios del centro de acopio, tales como como la venta de mercancía y hielo.
Sin embargo, al buscar mayor detalle sobre esta participación, encontramos que los sistemas estadísticos sectoriales (como los de la pesca), frecuentemente dejan fuera estas importantes contribuciones a los medios de subsistencia y no toman en cuenta la participación de las mujeres en la pesca y las actividades conexas. Además, es frecuente que la misma mujer no se identifique o registre como “pescadora”, a pesar de su participación en estas actividades, muchas veces por preferir que su pareja varón sea quien lleve este rol, dado en muchos casos por la formación patriarcal en nuestras sociedades rurales.
Así, al momento de considerar si hay o no equidad de género en la pesca, se debe tomar en cuenta la imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres, de acuerdo con sus necesidades respectivas, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado, pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades ().
La experiencia en el Golfo de Montijo deja entrever que, en las cadenas de valor de la pesca artesanal, los hombres y las mujeres no tienen los mismos roles y su estatus socioeconómico influencia sus relaciones de poder. Las mujeres y los hombres pueden tener roles dominantes o, por el contrario, pueden ocupar posiciones de alta dependencia, lo cual evidencia una interesante balanza en la gestión y crecimiento de los centros de acopio, que muestra una tendencia positiva hacia la equidad de género, no llegando a ser completa aún. En conclusión, queda mucho trabajo por delante, pero sí se puede observar una tendencia hacia su adopción, que puede ser reforzada con mayor conocimiento del tema, más capacitación en el manejo sostenible de la pesca y una definición más clara de los aportes y alcances que cada quien como individuo puede hacer a las iniciativas asociativas a las que pertenece.
Aquí el tema no es que cuando se hable de género todo se centre en la mujer, sino que tanto las mujeres como los hombres gocen de los mismos derechos y poder participar en el proceso de desarrollo, a fin de garantizar que sus intereses y necesidades estén adecuadamente protegidos y satisfechos. Considero que con ello se da el equilibrio en la balanza de poderes, sobre todo en los procesos asociativos, donde es importante que toda acción o participación experta que apoye iniciativas con grupos de pesca, debe tener clara esta premisa.
De acuerdo con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, (Meta 5: lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas), la integración de una perspectiva de género en la gestión y el desarrollo de la pesca y la acuicultura contribuye también a erradicar la pobreza y el hambre. Así mismo señala que las intervenciones que responden a los aspectos de género ayudan a lograr estos cambios en las políticas, los mercados y la tecnología.
La creciente demanda de pescado y recursos pesqueros está llevando a la sobreexplotación de los mismos, por lo que se requiere aplicar criterios de conservación que contribuyan a la sostenibilidad y al mejor aprovechamiento de las capturas. Por lo tanto, las estrategias pesqueras deben tener en cuenta la división del trabajo por género, como un medio para el balance de las cargas y una gestión más eficiente, que permita el desarrollo sostenible de las iniciativas comunitarias, con impacto hacia una mejora en la de calidad de vida de la familia rural, que depende de una loable actividad como la pesca artesanal.
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