Nixidelia Fernández y su amor por el arte de la mola
Lleva cuatro años dedicada a la confección de gorras, vestidos de baño y carteras con toques de mola.
En un asiento de la parte trasera de un busito pirata del área de Santa Librada, ahí estaba Nixidelia Fernández Pérez, junto a una bolsa color negro, donde cargaba parte de su trabajo como artesana. Me llamó mucho la atención, la mira y le pregunté ¿Va usted para la Feria de Artesanías?, pues ese día arrancaba este evento en el Centro de Convenciones Atlapa (23 de junio), ella me miró, sonrió y me dijo que no, muy amablemente.
Procedimos a bajarnos en la estación del Metro de San Isidro, y seguimos hablando, ella me mostró algunos productos que vende y me dijo que venía de realizar algunas entregas; fue ahí donde me presenté y le dije “soy Maricarmen Camargo, periodista del diario Crítica, me gustaría realizarle una entrevista”.
Con una hermosa sonrisa, me contestó que sí, pero que no podía ser ese día, pues tenía otras entregas, intercambiamos números de teléfonos para coordinar el encuentro para el viernes 5 de julio, pero por algunos contratiempos no se dio, pero pudimos hablar por una llamada telefónica.
Nixidelia nos habló más de ella y de su arte. Fernández, de 35 años, es oriunda de la isla Mamitupu, Guna Yala, lugar que tuvo que dejar a los 12 años para buscar mejores días para su familia (madre y hermanos), debido a la muerte de su padre. Ella lleva cuatro años haciendo molas, gorras, corbatas, vinchas, vestidos de baño o carteras con toques de mola.
La artesana dijo que aprendió a coser molas con su madre, quien desde muy pequeña le inculcó a realizarlas, con el paso del tiempo su técnica ha ido mejorando, permitiéndole realizar creaciones muy hermosas.
Comentó que la primera venta que realizó fue a una maestra, quien le solicitó realizar un sombrero con molas, y fue ahí cuando la puerta para su emprendimiento se abrió.
“Después de ahí otra maestra me vio vendiendo y me pidió que le hiciera un vestido de baño, no le dije que no y seguí, le hice dos. Luego, otra maestra me pidió una camisa, lo hice también… No sabía hacerlo, pero aprendí poco a poco”, manifestó Fernández, quien vive en Brisas de San Pablo, en San Vicente.
La oriunda de Guna Yala señaló que su negoció se expandió poco a poco por la publicación de boca a boca de sus clientes, esto, representa una entrada para apoyar a los gastos del hogar y ayudar a su hermana con sus estudios universitarios. Los pedidos los recoge mediante WhatsApp (6855-7970).
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Un arte heredado
“Mi mamá me enseñó a coser desde los 10 años, mi mamá siempre que me piden un trabajo, cosemos día y noche”, dijo.
Según Fernández, su madre y ella se dedican a la confección de artesanías con molas y chaquiras durante gran parte del día, esto, debido a que según el tamaño y diseño de la mola, puede tomar alrededor de 15 días.
“Eso es un trabajo muy delicado, como las 2 de la madrugada nos acostamos para levantarnos a las 5 para poder realizarlas”, sentenció.
Para no perder las tradiciones, la artesana se ha propuesto enseñarle a su hija este hermoso arte, pues muchos de los jóvenes actualmente, no muestran interés en aprender.
“Hay mucha gente que no le gusta coser, pero yo tengo una niña de 2 años que ya le estoy enseñando, le enseñó a marcar… Le damos un pedazo de tela para marcarlo y cortarla… Hay unas que no quieren aprender, para que poco a poco se ha ido perdiendo el arte”, señaló Nixidelia.
Añadió: “A los jóvenes les digo que avancen, que aprendan para que no se pierdan nuestras tradiciones y seguirlo, pues nuestros abuelos ya están muriendo, y nosotros los jóvenes debemos saberlo para que no se pierda.
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