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Panamá explora los remotos orígenes de una necrópolis de jefes precolombinos
"A lo largo de los años hemos estado reuniendo evidencia de una práctica del sacrifico humano en el contexto de rituales funerarios de personas de alto estatus",
Una llanura extensa que se vislumbra en medio de un poblado en la región central del istmo de Panamá, resguarda una historia de una sociedad precolombina que hizo del rito funerario uno de sus mayores distintivos, siendo los jefes, caciques y guerreros las figuras iconos de una necrópolis.
En el Parque Arqueológico El Caño en la provincia central de Coclé, 150 kilómetros al oeste de Panamá, habitó la cultura "Coclé", en donde los registros arqueológicos dan evidencia que esta sociedad ataviaban con riquezas a sus parientes y hacían entierros múltiples como ofrendas.
Pero solo a los de mayor jerarquía, dado que se agrupaban por los criterios de estatus, poder social, económico y políticos, lo que para el investigador la riqueza encontrada refleja la existencia de desigualdad y de jerarquía social.
La antropóloga panameña Julia Mayo explicó que cuando una persona importante fallecía, sus parientes construían para él una gran tumba en el área de la necrópolis reservada a la élite, y su cuerpo era enterrado cubierto de riquezas, rodeado de acompañantes, un número variable de personas que eran sacrificadas previamente.
En el Parque Arqueológico El Caño en la provincia central de Coclé, 150 kilómetros al oeste de Panamá, habitó la cultura "Coclé", en donde los registros arqueológicos dan evidencia que esta sociedad ataviaban con riquezas a sus parientes y hacían entierros múltiples como ofrendas.
Pero solo a los de mayor jerarquía, dado que se agrupaban por los criterios de estatus, poder social, económico y políticos, lo que para el investigador la riqueza encontrada refleja la existencia de desigualdad y de jerarquía social.
La antropóloga panameña Julia Mayo explicó que cuando una persona importante fallecía, sus parientes construían para él una gran tumba en el área de la necrópolis reservada a la élite, y su cuerpo era enterrado cubierto de riquezas, rodeado de acompañantes, un número variable de personas que eran sacrificadas previamente.
"A lo largo de los años hemos estado reuniendo evidencia de una práctica del sacrifico humano en el contexto de rituales funerarios de personas de alto estatus", manifestó la directora del proyecto arqueológico El Caño y presidenta de la Fundación El Caño.
Explicó que en los conjuntos de enterramientos precolombinos que han excavado desde el 2008 al 2018, los caciques y guerreros de alto rango siempre figuraban con numerosos artículos y prendas de oro macizo, cobre y esmeraldas.
"Sabemos que la sociedad que gobernaban o vivían en el istmo eran sociedades sencillas o moderadamente jerarquizadas, y hemos puesto en evidencia que son estratificadas o de clase, fueron una sociedad más compleja de lo que se pensaba", señaló la investigadora.
Mayo sostiene que el trabajo de los arqueólogos continúa, por lo que aprovechan la temporada seca para proseguir con el desenterramiento, pues con la lluvia todo se ralentiza y las tumbas se inundan por las crecidas del Río Grande, ubicado a escasos 400 metros.
Señaló que la necrópolis o "ciudad de los muertos" para los Coclé era un centro que se componía de dos áreas: la estructura ceremonial basáltica, algunas de ellas talladas y los montículos mortuorios, en ellas había separación de clases.
Sin embargo, la protección a este patrimonio de interés general declarado en 2018 no siempre estuvo protegido, y algunos ajenos al sitio realizaron exploraciones para sustraer piezas.
"En la época de 1920 los monolitos cerca de las tumbas fueron excavadas por un coleccionista norteamericano que buscaba piezas para una fundación estadounidense, y en ese entonces que no existían leyes sustrajo una serie de 30 esculturas de basalto", lamentó Mayo.
Ahora esa colección se encuentra desperdigada en varios museos alrededor del mundo, siendo uno de ellos el Museo del Indio Americano en Nueva York.
En el área Reinaldo Oses, guía del parque, explicó que solo se encuentra expuesta al público una sola tumba, la del montículo 3, que fue la primera en ser excavada entre los años de 1975 y 1979. Las dimensiones de la excavación son de 4 metros de profundidad, 20 metros de largo y 14 metros de ancho.
En ella reposan los restos de una persona de la clase media alta, acompañado de varios que lo seguirían en su viaje, de acuerdo con las creencias de los indígenas de esa época.
Señaló que el ritual era muy significativo para los "guerreros dorados", llamados así por la gran cantidad de oro con la que eran sepultado, además de objetos de alfarería, orfebrería y material lítico de ágata, jaspe y cuarzo.
"Para mí sería un pecado hablar de cuanto vale los objetos de los Coclé, porque los valores son más como el arqueológico, antiguo y sentimental de un pueblo, por eso el último que se tomaría en cuenta seria un valor monetario, este material no tiene precio, y quienes hicieron esto ya no están", puntualizó el guía.
Ahora el Parque cuenta con un museo que presenta una exposición documental permanente, para los cual se ha seleccionado alrededor de 177 artefactos proveniente de cinco de las siete tumbas exploradas.
Entre ellas sobresale el "hombre pájaro", una pieza que significa el traslado del viaje del alma de un guerrero de una tumbas hacia al más allá.
El proyecto servirá para dar a conocer una cultura que hasta hace poco era desconocida, pero de gran relevancia para la arqueología del país y la región.