¿Rumbo al fracaso deportación de migrantes?
El fracaso del audaz plan para cerrar el mortífero Tapón del Darién. Estados Unidos y Panamá luchan por controlar la creciente migración, así titula la revista The Economist, un artículo sobre el acuerdo de deportación de migrantes firmado el 1 de julio entre ambos países.
La administración del Presidente Joe Biden está desesperada por frenar el flujo. Creía haber encontrado un alma gemela en el nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, que hizo campaña prometiendo cerrar la frontera.
Pero, Mulino parece dar marcha atrás. Esto ha sorprendido a Estados Unidos y está agravando el caos en la selva, señala la publicación británica.
El 14 de agosto, los dos jefes de Estado mantuvieron una conversación telefónica en la que confirmaron que los vuelos comenzarían a finales de mes. Mulino ha enviado más agentes a patrullar la frontera y ha bloqueado varias rutas a través de la selva con alambradas
Sobre el papel, el plan está claro. En la práctica, es imposible de cumplir. Casi todo el mundo necesita un pasaporte válido para entrar legalmente en Panamá, y muchas personas necesitan un visado. Pero según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, solo el 7% de los emigrantes venezolanos, que constituyen dos tercios de los que cruzan la brecha, tienen pasaportes válidos. Los visados también son escasísimos.
Esto significa que prácticamente todos los migrantes de la brecha del Darién podrían ser considerados aptos para la deportación. Para enviarlos a casa, Panamá necesitaría tener acuerdos con los países receptores. Se están iniciando conversaciones con Colombia y Ecuador. Tras el fraude electoral de Maduro, el gobierno panameño suspendió las relaciones diplomáticas con Venezuela.
Ante estos y otros obstáculos logísticos, Mulino parece haber renunciado al plan original. El 18 de julio dijo que los vuelos de deportación serían voluntarios. Si los emigrantes no quieren volver a casa, dijo, «entonces se irán [a Estados Unidos]. No puedo detenerlos, no podemos repatriarlos a la fuerza». Solo los delincuentes buscados serían expulsados a la fuerza.
En lugar de cerrar la frontera, el gobierno panameño habla ahora de crear un «corredor humanitario».
Estados Unidos parece sorprendido por este giro de 180 grados. En la llamada del 14 de agosto, Biden dio las gracias a Mulino por apoyar «una migración ordenada y humana». Al parecer, no se mencionó si los vuelos de deportación serían voluntarios.
El quid de la cuestión es que ambos países tienen intereses diferentes. A los votantes panameños les importan poco los migrantes, que se suben a autobuses rumbo al norte tras salir de la selva, pero están preocupados por la creciente anarquía en la frontera.
En Estados Unidos, la preocupación por la inmigración podría influir en las próximas elecciones presidenciales. Históricamente, la mayoría de los inmigrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos proceden de México y Centroamérica. Pero desde diciembre de 2023 más de la mitad proceden de países más lejanos, principalmente Venezuela, Haití y Ecuador. Casi todos ellos cruzan primero la brecha del Darién. Las diferencias sobre la política pueden aumentar.
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