Contaminar, crimen contra la humanidad
Irene Casado Sánchez Irene Casado SánchezUn estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que 7 millones de personas murieron como consecuencia de la mala calidad del aire en 2012.
La contaminación atmosférica es el principal riesgo ambiental para la salud. La mala calidad del aire guarda un estrecho vínculo con enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidentes cerebrovasculares e infecciones respiratorias.
Mientras se defiende la cultura del consumo, se promueve la industria y se explotan sin control los recursos naturales para mantener el llamado estado de bienestar, el deterioro del elemento más elemental para la vida pasa inadvertido.
A pesar de los efectos que la polución tiene sobre la vida, ningún país rico condena de manera tajante a las empresas que no respetan el medioambiente y apenas promueven políticas que protejan el aire. Se permite contaminar a cambio de pagar por ello. Todo en detrimento del medioambiente y, en consecuencia, de la vida.
En la actualidad, el petróleo y los recursos energéticos son los bienes más preciados en la mayor parte del mundo. La explotación de estos y su uso indiscriminado van ligados a la degeneración del medioambiente que acabará por convertir el aire limpio y el agua potable en los recursos más demandados y preciados del planeta.
La degeneración que resulta de la lucha por el control de recursos naturales básicos se extenderá por todo el mundo si no ponemos freno. Condenar la contaminación del aire y del agua como un crimen contra la humanidad no es una idea descabellada que se empieza a contemplar para las legislaciones de algunos países. Tomar conciencia de que nuestros actos tienen consecuencias, pero también poner en marcha medidas que permitan la regeneración de un sistema exhausto es imprescindible. Es una cuestión de vida.