Dios, rico en misericordia
Por Roquel Iván Cárdenas CatequistaUno de los términos en hebreo con que el AT indica la misericordia es rehamîm, que designa propiamente las "vísceras" (en singular, el seno materno); pero que en sentido metafórico se expresa para señalar aquel sentimiento íntimo, profundo y amoroso que liga a dos personas por lazos de sangre o de corazón, como a la madre o al padre con su propio hijo. El profeta Jeremías nos lo manifiesta de manera hermosa: “¿Es un hijo tan caro para mí Efraín, o niño tan mimado, que tras haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no ha de faltarme - oráculo de Yahvé -.” (Jeremías 31, 20)
En el texto anterior vemos cómo Yahvé nos presenta a su pueblo como a un hijo rebelde que; sin embargo, a pesar de sus rebeldías, el mismo Yahvé se muestra conmovido en sus entrañas. La figura del padre y la madre que son capaces de mostrar misericordia por su hijo rebelde, la Escritura lo presenta como una imagen adecuada para mostrar la misericordia divina.
Por ello, Dios Padre que nos amó primero, con un amor rico en misericordia, a pesar de nuestras rebeldías, nos amo hasta el extremo de no perdonar a su propio Hijo para concedernos su gracia y perdón. “Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo”. (Efesios 2, 4s)
Ese Dios, rico en misericordia, es el que Jesucristo nos ha revelado como Padre, no solo a través de las palabras, sino también con los hechos, a tal punto que podemos decir que lo vemos a través de Él como en un «cristal».