RedacciónLa mujer apenas podía contener las lágrimas.Estaba contándoles su historia a oficiales del Seguro Social.
Era la misma historia de muchas mujeres como ella, una historia que es drama y que es, a la vez, tragedia.
Se llamaba Rosario Servín, y tenía treinta y nueve años de edad.Vivía en una de las grandes capitales de América Latina, era viuda y tenía seis hijos.Su esposo había muerto de SIDA, y ella también estaba infectada.
Rosario acababa de perder su casa, que era la única herencia, además de la enfermedad, que le dejó su esposo.El esposo, que tiene todas las mujeres que quiere, vive en completo abandono y se enferma de SIDA.
La mujer no se atreve a decir una sola palabra, ni a preguntar cuántas mujeres tiene ni a ensayar la menor protesta.Lo aguanta todo pacientemente, pidiéndole a Dios que su esposo cambie, pero en vez de cambiar él le transmite a ella el virus mortal.¿Qué es lo que falta en nuestra sociedad? Falta algo que la civilización no ha podido darnos.Falta algo que la cultura no ha podido darnos.Incluso, falta algo que la religión tampoco ha podido darnos.Falta Dios introducido en cada fibra de nuestra vida.Falta una relación personal con el Señor Jesucristo.Cristo puede entrar en nuestra vida desalojando de nosotros todo lo que es malo.