RedacciónEl Twitter y el Facebook forman parte de las llamadas redes sociales.Surgieron para conectar a muchas personas, comunicarse y acercar amistades, pero hay gente que desvirtúa el propósito de esas facilidades y las transforma en un tinglado propio del patio limoso.
Gente que no tiene ningún control sobre sus emociones teclea lo que sea, insulta, revela al mundo cibernético las debilidades personales de su adversario, expone un negativismo superlativo o escribe cualquier cosa -según sea el talante con que se levante-.
Dentro de lo malo de ese tipo de reacciones negativas, lo positivo es que el Twitter y el Facebook desnudan a las personas.Gente que se pinta como tolerante y respetuosa, frente a la primera dificultad o escollo descubre en las redes sociales al ogro o mente torcida que lleva por dentro.Ese tipo de actuación sería entendible -mas no justificable- entre jóvenes, pero lo cierto es que el uso tóxico de las redes sociales involucra, sobre todo, a profesionales y políticos con mucha cancha en la vida.
Así las cosas, las herramientas que deben ser aprovechadas para estar en comunicación en la llamada aldea global, son utilizadas por gente que no tiene el mínimo respeto y que lo único que puede escribir son insultos para cualquiera.Sin embargo, esa es la libertad que hay en las redes sociales.
No se le puede impedir a esa gente estar presente, pero lo más práctico -por sanidad mental- para el resto de la sociedad es no seguirla y que se contaminen ellas mismas con su veneno.