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Nuestra psiquis y la actual pandemia (Parte I)
En las diferentes etapas que transita el ser humano desde su nacimiento, el cerebro humano va acumulando estímulos y experiencias que van a conformar lo que se denomina inmunidad psíquica
La actual pandemia debido al virus SARS-CoV-2 se ha convertido en uno de los eventos más traumáticos vividos por el ser humano en más de un siglo, y como evento traumático, considero importante compartir algunos aspectos sobre las consecuencias psíquicas actuales y posteriores a la misma.
Lo primero que debo señalar es que el cerebro humano es un órgano que pertenece tanto al cuerpo humano como al medio ambiente, de allí que puede enfermarse tanto por factores provenientes del propio organismo, como del medio ambiente, y esta enfermedad será entonces de índole mental o conductual.
En las diferentes etapas que transita el ser humano desde su nacimiento, el cerebro humano va acumulando estímulos y experiencias que van a conformar lo que se denomina inmunidad psíquica, que es el conjunto de factores que le servirán para defenderse de las injurias que sufra a través del tiempo, algo similar a lo que realizan las células blancas para defendernos de gérmenes patógenos a nivel orgánico, sólo que a través de procesos mentales. Todos los factores de inmunidad psíquica que logra acumular una persona van a constituir lo que conocemos como resiliencia, que es la capacidad de un ser humano de adaptarse o hacer frente a las adversidades de la vida.
De acuerdo a su genética y a los factores ambientales que acompañen a su desarrollo antes y después de nacer, cada ser humano tendrá una determinada resiliencia. Así, individuos muy resilientes afrontarán con éxito problemas muy complejos, otros no soportarán problemas mucho más simples. Conociendo esto, los seres humanos alrededor del mundo reaccionarán de manera muy diferente ante la pandemia de acuerdo a la resiliencia que posean.
Sabemos que uno de los fenómenos generados en el medio ambiente y que produce una fuerte reacción biológica del cerebro, y por ende, psicológica de la mente humana, es lo que conocemos como estrés. El mismo es uno de los eventos psicosociobiológicos que diariamente pone a prueba la resiliencia de cada ser humano, y es precisamente respuestas al estrés causado por la actual pandemia lo que estamos viendo en diferentes escenarios inherentes a la misma en todo el planeta.
Es importante señalar que el estrés constituye una experiencia normal en la vida de toda persona, que involucran el impacto de uno o más estímulos ambientales, su percepción, su procesamiento y evaluación, la atribución de un cierto tono emocional, y la planificación e implementación de una respuesta adaptativa, orientada a recuperar el equilibrio perdido o amenazado. Dicha respuesta involucra la activación de una compleja red de sistemas neurales y neuroendocrinos, con la consecuente liberación de neurotransmisores y hormonas.
Como señalé anteriormente, el impacto de dichos factores afecta a cada persona de diferentes maneras, aunque existen ciertos patrones comunes en toda respuesta adaptativa. Dichas respuestas dependen de la interacción entre las características de los estímulos y los recursos de cada individuo, que a su vez dependen tanto de aspectos neurobiológicos como psicológicos. Así, el estrés puede ser positivo, satisfactorio (eustrés), pero de persistir suele convertirse en desagradable y negativo (distrés).
Nemeroff y Tafet sostienen que en la vida humana, la respuesta al estrés tiene como función principal una rápida y eficaz adaptación a variables de tipo psicosocial, principalmente aquellas que impliquen cierta relevancia emocional, de manera que la activación persistente y sostenida de dichas respuestas, tal como se observa en el estrés crónico (distrés), podría llevar a numerosos cambios fisiopatológicos, claramente identificables en los trastornos de ansiedad y en la depresión, trastornos que desde ya se perfilan como la siguiente pandemia que seguirá a la viral.
Respecto a los trastornos de ansiedad, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-V), menciona un cuadro específico para el Trastorno por Estrés agudo, y numerosos cuadros que se podrían considerar como trastornos por estrés crónico. Entre ellos se destacan el Trastorno de Ansiedad Generalizada y el Trastorno por Estrés Postraumático, como cuadros frecuentemente observados ante situaciones de estrés crónico psicosocial. Incluso, Benyakar, Collazo y Tafet, en la Argentina, han descrito una nueva entidad diagnóstica que han llamado Síndrome de Ansiedad por Disrupción, la cual se caracteriza por un conjunto de síntomas que aparecen en personas que sufren un fuerte impacto desorganizador debido a la irrupción violenta de un evento en el entorno social o natural. Sin embargo la actual pandemia también ha provocado y exacerbado otro tipos de desórdenes también ligados a la ansiedad como el Trastorno Obsesivo Compulsivo, el Síndrome de Burnout y otros Trastornos de Adaptación.
Actualmente, ya se ha demostrado que el estrés, además de generador de trastornos de ansiedad, también juega un rol crucial en el origen y desarrollo de la depresión, ya que ambas patologías comparten varias estructuras cerebrales, vías neurales, hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos en su fisiopatología.
En mi próximo artículo me referiré con más profundidad a la tríada estrés-ansiedad-depresión, como otro producto pandémico de la actual pandemia por el SARS-CoV-2.
Lo primero que debo señalar es que el cerebro humano es un órgano que pertenece tanto al cuerpo humano como al medio ambiente, de allí que puede enfermarse tanto por factores provenientes del propio organismo, como del medio ambiente, y esta enfermedad será entonces de índole mental o conductual.
En las diferentes etapas que transita el ser humano desde su nacimiento, el cerebro humano va acumulando estímulos y experiencias que van a conformar lo que se denomina inmunidad psíquica, que es el conjunto de factores que le servirán para defenderse de las injurias que sufra a través del tiempo, algo similar a lo que realizan las células blancas para defendernos de gérmenes patógenos a nivel orgánico, sólo que a través de procesos mentales. Todos los factores de inmunidad psíquica que logra acumular una persona van a constituir lo que conocemos como resiliencia, que es la capacidad de un ser humano de adaptarse o hacer frente a las adversidades de la vida.
De acuerdo a su genética y a los factores ambientales que acompañen a su desarrollo antes y después de nacer, cada ser humano tendrá una determinada resiliencia. Así, individuos muy resilientes afrontarán con éxito problemas muy complejos, otros no soportarán problemas mucho más simples. Conociendo esto, los seres humanos alrededor del mundo reaccionarán de manera muy diferente ante la pandemia de acuerdo a la resiliencia que posean.
Sabemos que uno de los fenómenos generados en el medio ambiente y que produce una fuerte reacción biológica del cerebro, y por ende, psicológica de la mente humana, es lo que conocemos como estrés. El mismo es uno de los eventos psicosociobiológicos que diariamente pone a prueba la resiliencia de cada ser humano, y es precisamente respuestas al estrés causado por la actual pandemia lo que estamos viendo en diferentes escenarios inherentes a la misma en todo el planeta.
Es importante señalar que el estrés constituye una experiencia normal en la vida de toda persona, que involucran el impacto de uno o más estímulos ambientales, su percepción, su procesamiento y evaluación, la atribución de un cierto tono emocional, y la planificación e implementación de una respuesta adaptativa, orientada a recuperar el equilibrio perdido o amenazado. Dicha respuesta involucra la activación de una compleja red de sistemas neurales y neuroendocrinos, con la consecuente liberación de neurotransmisores y hormonas.
Como señalé anteriormente, el impacto de dichos factores afecta a cada persona de diferentes maneras, aunque existen ciertos patrones comunes en toda respuesta adaptativa. Dichas respuestas dependen de la interacción entre las características de los estímulos y los recursos de cada individuo, que a su vez dependen tanto de aspectos neurobiológicos como psicológicos. Así, el estrés puede ser positivo, satisfactorio (eustrés), pero de persistir suele convertirse en desagradable y negativo (distrés).
Nemeroff y Tafet sostienen que en la vida humana, la respuesta al estrés tiene como función principal una rápida y eficaz adaptación a variables de tipo psicosocial, principalmente aquellas que impliquen cierta relevancia emocional, de manera que la activación persistente y sostenida de dichas respuestas, tal como se observa en el estrés crónico (distrés), podría llevar a numerosos cambios fisiopatológicos, claramente identificables en los trastornos de ansiedad y en la depresión, trastornos que desde ya se perfilan como la siguiente pandemia que seguirá a la viral.
Respecto a los trastornos de ansiedad, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-V), menciona un cuadro específico para el Trastorno por Estrés agudo, y numerosos cuadros que se podrían considerar como trastornos por estrés crónico. Entre ellos se destacan el Trastorno de Ansiedad Generalizada y el Trastorno por Estrés Postraumático, como cuadros frecuentemente observados ante situaciones de estrés crónico psicosocial. Incluso, Benyakar, Collazo y Tafet, en la Argentina, han descrito una nueva entidad diagnóstica que han llamado Síndrome de Ansiedad por Disrupción, la cual se caracteriza por un conjunto de síntomas que aparecen en personas que sufren un fuerte impacto desorganizador debido a la irrupción violenta de un evento en el entorno social o natural. Sin embargo la actual pandemia también ha provocado y exacerbado otro tipos de desórdenes también ligados a la ansiedad como el Trastorno Obsesivo Compulsivo, el Síndrome de Burnout y otros Trastornos de Adaptación.
Actualmente, ya se ha demostrado que el estrés, además de generador de trastornos de ansiedad, también juega un rol crucial en el origen y desarrollo de la depresión, ya que ambas patologías comparten varias estructuras cerebrales, vías neurales, hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos en su fisiopatología.
En mi próximo artículo me referiré con más profundidad a la tríada estrés-ansiedad-depresión, como otro producto pandémico de la actual pandemia por el SARS-CoV-2.
**El autor es Psiquiatra y Catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.