Orgullo
El caballero tenía un pequeño negocio de buhonería, en una esquina del puente peatonal de la Universidad de Panamá. Vendía plumas baratas, baterías, espejuelos oscuros, ...
Milcíades Ortiz CatedráticoEl caballero tenía un pequeño negocio de buhonería, en una esquina del puente peatonal de la Universidad de Panamá. Vendía plumas baratas, baterías, espejuelos oscuros, ganchos para el cabello de las mujeres y otros checheritos. Cuando llevaba a mis estudiantes de Periodismo a ese lugar, para que conocieran la realidad de un sector social, conversaba un rato con él.
Me enteré que tenía educación mínima, y una vez me dijo, mostrando su mercancía, “con este negocio yo estoy manteniendo a dos hijos en la Universidad y pronto serán profesionales”. Lo felicité a él y a sus hijos por ser ejemplos de superación. Otro día, un taxista me comentó que tenía título universitario pero no conseguía empleo. “Con este taxi mantengo a mi familia y a tres hijos que están terminando la Universidad”, señaló con orgullo. También lo felicité.
Todavía recuerdo el gran orgullo que tenía Pedro Tuco (Julio César Espino), uno de los primeros comunicadores típicos. “Con este programa radial ‘Entre monte y cielo’ he podido darle educación universitaria en el exterior a mis hijos”, informó. Recibió una fuerte felicitación de mi parte. Varias veces he conocido historias de mujeres, que “lavando y planchando para la calle” han logrado familias ejemplares en barrios populares. A veces sus hijos con orgullo señalan los esfuerzos hechos por sus padres para que se alejaran de la delincuencia.
Esto también se da con vendedores de fritura, en fondas humildes. Hemos conocido meseras convertidas en abogadas, empleadas domésticas que llegaron a ser profesionales. Siempre he admirado el esfuerzo y sacrificio que hacen padres e hijos para superarse y tener un mejor nivel de vida. Hay casos de secretarias que se convirtieron en profesoras universitarias, siendo un orgullo para su familia. Estas personas son un ejemplo de que no todo está perdido en la sociedad panameña…
Dedico este artículo a Francisco “Chico” Cedeño. Lo conocí siendo un trabajador manual en los años setenta. Lo estimulé para que hiciera la secundaria y universidad en la noche, a base de sacrificios familiares y personales. Llegó a ser Licenciado en Geografía e Historia, siendo orgullo de su familia y amigos.