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‘Panmunjom’

Carlos Christian Sánchez Columnista

El pueblo coreano es muy peculiar. Es extremadamente trabajador, nacionalista, orgulloso de sus tradiciones y valores familiares. Gracias a una invitación del Gobierno de Seúl, viajamos en 2005 a ese hermoso país, en donde nos percatamos de esa realidad, además de los dos contrastes que divide la famosa península asiática.

Junto a unos colegas panameños, visitamos la “Zona Desmilitarizada” (DMZ, en sus siglas en inglés). A 40 kilómetros al noroeste de la capital surcoreana, llegamos al Observatorio de la Unificación de Odusan, en donde se encuentra uno de los centros culturales que explican la forma de vida en el lado norte comunista. Grandes alambrados, campos militarizados y puestos de vigilancia eran parte del panorama del área más tensa del planeta. Algo que nos recordó las bases norteamericanas de la otrora Zona del Canal.

Frente al río Ingul, que divide las dos Coreas, en las cercanías de Panmunjom, la vista demuestra lo palpable. El Norte parecía un enorme potrero. Búfalos pastando, detrás de un puesto militar de Pionyang, que nos vigilaba. La Edad Media en vivo. Un pueblecito de gente trabajando un campo de cereal, más allá de la DMZ. Si mirabas hacia el Sur, es como ver las ciudades de los “Jetsons”: la bulliciosa Seúl, con sus maravillas tecnológicas y 25 millones de personas.

Al regresar a la capital surcoreana, ese 3 de octubre de 2005, noté otra realidad: Gente trabajando como cualquier día laboral, con saco y corbata, pese a ser el Día Nacional de ese país. Con solo imaginarse que los panameños trabajemos en los feriados de nuestro noviembre patriótico, sería insólito. Claro, Asia es un mundo aparte en donde reina el pragmatismo, frente a la mentalidad cortoplacista y de conveniencia de la América Latina.

Tras la visita a la DMZ, jamás pensé que la reconciliación entre las Dos Coreas se concretaría. Fue maravilloso ver al líder norcoreano Kim Jong-Un cruzar la frontera en Panmunjom, para saludar al presidente surcoreano Moon Jae-In. El gesto va más allá, luego del anuncio de la próxima firma del Tratado de Paz entre los dos países, puesto que desde el 27 de julio de 1953, está vigente un armisticio. Es decir, ambos lados están prácticamente en guerra desde hace 65 años.

Quizás para las grandes potencias como la Federación Rusa, China Popular, Japón y los Estados Unidos de América, la reconciliación intercoreana no sea de su agrado. ¿Se imaginan a una Corea Unificada, a similitud de la actual Alemania, que hasta 1990 estuvo dividida por culpa de la guerra fría? Todavía habrá que ver cuál sería la solución para asimilar la nomenclatura comunista de Pionyang y el enorme ejército norcoreano, que suma 1 millón de soldados.

Esperemos que la cumbre en Panmunjom no sea un simple “show”, previo al encuentro de Donald Trump y Kim Jong-Un. Ojalá la paz prevalezca en la Península Coreana, dejando atrás los tambores de guerra para enrumbarnos hacia el camino del desarrollo económico y humano.

Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigos...

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