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Salvamento en el mar
Hermano Pablo / ReverendoLa tempestad era espantosa, con vientos de 120 kilómetros por hora, y rachas que llegaban a los 170.
El pesquero ruso Briz, de 6,000 toneladas, se anegaba en las aguas del mar del Norte.Cuando el capitán Sverdlovsk, del pesquero ruso, vio que su nave se hundía, irradió una llamada de auxilio, y un remolcador holandés, el Carlot, acudió en su ayuda.Pero el salvamento se hacía casi imposible.Era como si toda la furia de los vientos y las inmensas olas del mar se hubieran propuesto no permitir el rescate de ninguno de los 56 marineros a bordo del Briz.Después de algún tiempo de tratar de ejecutar el salvamento y de agotar todos los recursos sin poder transferir a un solo hombre, el capitán del remolcador Carlot, André Ruyg, creyente en Dios, hizo lo que para un capitán era insólito.Pidió ayuda divina: «¡Dios mío —rogó—, ayúdanos! Solo tú puedes calmar este vendaval».De repente, los vientos comenzaron a calmarse y las inmensas olas perdieron su furia.El salvamento pudo llevarse a cabo, y aunque el pesquero Briz se hundió, no pereció ninguno de los marineros.Las batallas del hombre contra el mar tienen siempre acentos épicos.¡Es tan grande el océano y son tan pequeños los barcos! Por eso el marinero sabe clamar a Dios, y al igual que en aquella célebre tormenta en el mar de Galilea de 2,000 años atrás, Jesús viene en auxilio caminando sobre las olas.Aprendamos a orar.No es cuestión de aprender ciertos rezos, sino de establecer una relación permanente con Dios.Practiquemos la presencia de Dios.Vivamos con la línea de comunicación abierta.Que nunca haya un momento en que no estemos en contacto con Dios.Si no tenemos una relación con Dios, entablemos una sin demora.Si hemos cortado la relación que teníamos, comencemos desde este momento a restablecerla.Así, pase lo que pase, en medio del dolor podremos clamar con la seguridad de que Dios nos está escuchando.Jesucristo desea ayudarnos en todas las tragedias de la vida.Él puede reprender los vientos y calmar las olas.Lo único que tenemos que hacer es expresarle nuestro temor y esperar con fe en la respuesta.Cristo dijo: «Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra; y al que llama se le abre» (Mateo 7:7-8).