sucesos

"Malditos, me la van a pagar!, gritó víctima del hotel El Panamá antes de morir

Las declaraciones de uno de los asistentes médicos que atendió a Calderón, le dan otro rumbo a la investigación.

Jean Díaz / Crítica

 
Una escena del crimen que fue alterada, el posible mal actuar de algunos uniformados de la Policía Nacional (PN), y un secreto bien guardado entre los principales actores del hecho, es lo que rodea el inicio de la misteriosa muerte de Eduardo Alberto Calderón Ramos, hecho ocurrido la madrugada del 7 de julio de 2018, en las inmediaciones del hotel El Panamá.
Dos días de juicio oral han transcurrido y no se ha logrado descifrar cuáles fueron las causas que desencadenaron el homicidio de Calderón, el cual ocurrió en medio de una noche de diversión, tragos de alcohol, risas, una reserva misteriosa y terminó en la sala de urgencias del Hospital Santo Tomás (HST), donde tuvo que ser trasladado luego de que fuera encontrado tirado boca abajo, en medio de un charco de su propia sangre al lado de las escaleras que conducen al pasillo de la habitación 47 en el área de las cabañas, cercano a la piscina.
 
Emergencia
Uno de los testigos claves de la Fiscalía de Homicidios/Femicidios del área metropolitana, fue la declaración del venezolano Silverio Gregorio Delgado Torres, quien mantiene cinco años de laborar como asistente médico en el Servicio Médico de Emergencia Móvil (SEMM).
Tal vez sin pensarlo y que esa vez no sería una emergencia común y corriente, la madrugada del 7 de julio recibió una llamada para que brindara apoyo al equipo de otra ambulancia que ya se encontraba en El Panamá.
Al llegar se estacionaron en la ambulancia frente al lobby del hotel, pero en ese momento ya venía su compañero Jorge Sánchez movilizando a Eduardo Calderón en la camilla, que venía derramando gotas de sangre.
Lo que llamó la atención del asistente médico era la postura que mantenía Calderón, a pesar de verse físicamente afectado, estaba en estado combativo, decía palabras soeces, no dejaba que lo tocaran y hacía movimientos con sus manos como si estuviera peleando.
 
No hubo quién se las pagara
"Malditos, me la van a pagar esos malditos, maricas, hijos de putas, me engañaron, esto no se puede quedar así, hijos de su concha madre (acento venezolano), malditos, maricas, me engañaron eso no se va a quedar así", fueron parte de las frases que tiraba Calderón cuando era transportado al HST, según Delgado.
Su actitud era inusual, se resistía a dejarse atender, llegó a quitarse la mascarilla de óxigeno que le habían colocado, repetía una y otra vez que "se la pagarían".  ¿Cuál? era la deuda que alguien podía haber tenido con él en ese momento, es algo que aún no se ha determinado.
Aunque Calderón no dijo ningún nombre en específico, pensaba que Silverio Delgado y sus compañeros que iban en la ambulancia eran los o la persona que tal vez había peleado con él. Trataba de sentarse en la camilla y con sus puños hacía movimientos como si quisiera pegarle a alguien.
Dentro de los oídos se le empozaba la sangre que también le salía por las fosas nasales.
Aquel día Calderón vestía una camisa manga larga y jeans.
Aunque los paramédicos no lograban con exactitud saber por qué era el sangrado, la experiencia les indicaba que había tenido un trauma en la cabeza. Su cuerpo no mantenía señales de heridas ni golpes.
Cuando un paciente suele tener un trauma en la cabeza, puede tener pérdida de consciencia, estar despierto, pero no consciente de su entorno.
Delgado le fue dada la tarea de detener la hemorragia que mantenía Calderón.
 
 Fue quien lo atendió
Jorge Gabriel Sánchez Justavino, otro de los testigos del Ministerio Público (MP), llegó a la escena del crimen, luego de recibir una llamada donde solicitaban una atención médica. Labora desde hace 16 años en SEMM.
Una vez estando en el hotel, vieron a una persona por el área de las escaleras, en un estado de inconsciencia, manchas de sangre en el pasamanos y en la pared.
Al levantarle la camisa que Eduardo Calderón traía puesta no se le encontró ningún tipo de herida, pero observaro  que parte del sangrado salía por los oídos.
Le realizaron las labores para la inmovilización de la cabeza y los pies y se le hizo el estímulo doloroso en el pecho, logrando que Calderón abriera los ojos, se quejara; "ay" y luego volvió a cerrar los ojos, según Sánchez.
Su respiración, el pulso cardíaco y la presión arterial se mantenían en un rango normal.
Cuando intentaron ponerle el óxigeno se comenzó a poner combativo, decía palabras sucias, se movía mucho y no se dejaba hacer nada.
Sánchez estima que llegaron al hotel entre las 2:00 a.m. y 5:00 a.m. Fue él quien pidió refuerzo para que en otra ambulancia llegara un doctor y Silverio.
 Llegó para brindar apoyo
El doctor Ramón Bernal Wellchs, quien en ese entonces laboraba en SEMM, llegó al hotel para brindarle apoyo a la primera ambulancia que ya estaba en las immediaciones.
Le correspondió coordinar el traslado de Calderón al HST, donde fue recluido en el piso 2 en cuidados intensivos, pero en horas de la noche se dictaminó su muerte.
"El paciente estaba combativo, etílico y no se dejaba atender", recalcó el galeno.
Ante eso, solo se limitó a tomar los datos y solicitarle la cédula de identidad personal de Calderón, al personal del hotel.
En un inicio se les indicó que la emergencia era para atender a un paciente por caída de escaleras.
En la atención primaria a Calderón no se le encontró ninguna herida.
 
Jefe nocturno
Juan Epifanio Cruz Vergara, gerente nocturno en el hotel El Panamá, aportó elementos que dieron luces al Tribunal de Juicio Oral y a los jurados de conciencia; seis mujeres y dos hombres.
Criz el día de los hechos se mantenía en si oficina a eso de las 3:00 de la madrugada cuando escuchó a su compañera Kimberly Hudson (recepcionista), cuando le solicitaba a su compañero Edwin Trujillo, jefe de seguridad, un botiquín para atender una urgencia, porque le habían dicho que hubo una emergencia con un hombre tirado en un charco de sangre boca abajo.
 
Mucha sangre
La mancha de sangre era tan grande que casi lograba cubrir el cuerpo de Calderón, por lo que llamaron al SEMM, pero ante la demora insistieron con Sistema Único de Manejo de Emergencias (SUME) 911 y a la PN para que tuvieran conocimiento de lo acontecido en el pasillo que lleva a la habitación 47.
El doctor del SEMM le indicó a Cruz que a simple vista se veía que Calderón había sufrido un trauma en la cabeza.
 
Huellas en medio de la sangre
De la marcha de sangre subían unas marcas de unas pisadas por la escalera que llegaban a la habitación 47, ¿quién estaba ahí? Nada más y nada menos que Hidad iSaavedra, el hombre que hacía unas horas lo habían visto llegar al hotel abrazado y feliz de la vida, junto a Calderón.
La puerta de la habitación estaba manchada de sagre, como si unas manos trataron de limpiarse con esa estructura.
 
La PN tardó en llegar
Cuando los uniformados llegaron al hotel, ya Calderón habia sido trasladado al HST, esto pese a que en la ambulancia también hubo retraso.
Cruz les informó a los dos policías que necesitaba que lo acompañara a la habitacióm 47 y 48 para darse cuenta de que no estaba sucediendo nada malo.
 La habitación 47 tenía seguro
¡¡¡Tun, tun, tun!!! Sin tener respuesta de quién es, fue lo que les pasó al tocar la puerta de la habitación 47 en tres ocasiones distinta. La puerta estaba trancada por dentro.
Ante eso, los dos policías, el supervisor y el jefe de seguridad pidieron  permiso a las huéspedes de la 48 para poder pasar por el balcón a la 47.
Al entrar a la 47, todo estaba oscuro, para poder ver al hombre de tez blanca, cabello negro, envuelto en una blanca toalla y acostado en la cama, el personal del hotel tuvo que encender la luz.
Según Cruz a Hidadi se le observaron unas laceraciones en los nudillos de la mano, la rodilla y en la ceja derecha. Al interrogarlo sobre eso, dijo que creía que le habían robado.
Cruz notó en Hidadi una reacción totalmente fría, como si nada hubiese pasado. Al preguntarle si tenía un teléfono de un familiar de Calderón, dijo que no, aunque había afirmado que eran amigos y que lo conocía.
A un lado del lava manos habían unas gotas con manchas de sangre, al igual que una zapatilla que estaba casi debajo de la cama.
Como encargado, Cruz le indicó a Hidadi que no podía irse del hotel sin antes pasar por la recepción para hacerle frente a los gastos causados a la habitación.
 
No había  pruebas suficiente para la aprehensión
Los policías le indicaron a Cruz que ellos no tenían suficientes pruebas y no sabía con  exactitud qué había pasado por lo que no podían aprehender a Hidadi, pese a algunos posibles indicios evidenciados.
Les dijeron que podían limpiar la sangre en el pasillo, piso, puertad y demás y que le correspondería a Caldeón cuando despertaba decir qué había sucedido, sin embargo eso nunca ocurrió.
 
Llegó su hermano
El hermano de la víctima, Ramiro Calderón llegó al hotel a eso de las 9:00 a.m. del día 7 de julio, Cruz le entregó una pertenencias de su familiar; dos celulares (Samsung-Huawei) y la cédula de identidad personal de Hidadi junto a la de Eduardo, que fueron encontradas cerca al charco de sangre.
Ramiro llamó a la madre de Hidadi y dijo que se lo pasara, habló con él y luego les informó al personal del hotel que ya él estaba en su casa con su mamá.
Eso tomó por sorpresa a Cruz, ya que le había indicado a Hidadi que no podía irse sin pasar por recepción y los trabajadores no lograron verlo cuando se fue.
Dentro de la habitación la ropa de Hidadi estaba en el piso y la llave de un auto por la esquina.
 Conocía a Calderón
Al ser interrogado, Hidadi dijo que sí conocía a Calderón, que era su amigo. Pero al informarle que había sido llevado al HST, su reación fue tan fría como si no fuera su amigo.
Hidado dijo habia estado tomándose unos tragos en un bar cercano y que creía que le habían robado, pero no dijo con quién estaba.
 Aprende en CSI
Cruz es amante de las series de CSI por lo que es fiel creyente que cada prueba es fundamental para descubrir un delito.
Por eso hizo algunas fotos, observó un pantalón al lado de la cama, manchas de sangre en las almohadas y en la sabana de la cama.
 No hubo reserva de la escena
Cruz reiteró que los uniformados les indicaron que eran los familiares de Calderón a quienes le corresponderia poner una denuncia si lo deseaban. A ellos como hotel solo le correspondía hacer que se les pagara por los daños ocasionados en las instalaciones.
"Para mí en ese momento la máxima autoridad era la policía, si ellos llegaron  debían haber indicado los pasos a seguir, pero no dijeron nada de eso, solo que ya podían limpiar... no lo recomendó y dijo que se podía limpiar", sostuvo el gerente.
La fiscalía llegó en horas de la noche al hotel, después que Calderón murió y la habitación 47 había sido limpiada. Al igual que las escaleras y las paredes, una vez los policías dieron la orden.
Antes de las 6:00 ya todo debía estar en su lugar porque a esa hora comienzan a salir los huéspedes a desayunar y en la tarde iba a haber una renunión familiar en el área de la piscina.
A las paredes manchadas se le pasó una mano de pintura, porque se trato de quitar la sangre con agua, pero no salía. Todo se hizo en horas de la mañana.
 
Cámara para qué
En la esquina del pasillo habían dos cámaras de seguridad, pero eran obsoletas y para fortina de quien no quería que se dieran cuenta de los sucedido, justamente en ese momento dejaron de grabar, según del Departamento de Seguridad.
Las huéspedes de la habitación 41 no escucharon ninguna riña ni nada parecido.
 ¿Qué papel jugó la policía?
Roberto Carlos Rámirez, ahora subteniente de la PN, fue quien junto al agente Gary Cedeño, llegaron al hotel El Panamá la madrugada del 7 de julko de 2018.
Cuando llegaron ya Calderón no estaba, pero fueron hasta el charco de sangre, subieron las escaleras, allí en el pasillo había sangre..Al igual que las paredes y la puerta de la 48.
Rámirez dijo que al entrar a la habitación 47 le pidieron disculpas a Hidadi por ingresar de esa manera. Luego se le realizaron algunas preguntas y él las respondió muy coherentemente.
Se le preguntó por Eduardo y dijo que era su amigo y que horas antes se habia tomado unos tragos con él.
El subteniente vio unas zapatillas oscuras con manchas de sangre en la suela, dos cubetazos de cervezas vacías y un pantalón en el piso.
"No se le podía detener al señor porque era una situación confusa, no sé sabía si era un accidente o era doloso, se le informó al gerente del hotel", indicó.
Sin embargo, reconoció que luego de presentar la situación a sus superiores de Turismo, procedió a indicarle al hotel que podían limpiar todo.
 
La dura tarea
Sin pensar que tenían en sus manos la respuesta a un posible caso de homicidio y desconociendo cuál era el motivo de tanta sangre derramada, los venezolanos Adriana Carolina Závala López y José Antonio Vásquéz Prin, fueron los encargados de limpiar el pasillo, las puertas y todo lo que tuviera sangre.
Závala fue precavida y ella misma se encargó de preguntarle al subteniente si podían limpiar, aunque ya había recibido la orden de su subalterno, al confirmarlo por el uniformado tuvo que hacerlo.
Utilizaron una manguera, agua y cloro con esos tres elementos se borrarían para siempre algunos indicios que serían útiles para el MP.
 
Juicio oral
El MP ha desahogó dos pruebas periciales de los peritos Yanina Sánchez, de fotografía y video forense y César Antonio Rujano Gónzalez, de Criminalística de Campo.
Ambos hicieron una inspección técnica ocular en el lugar de los hechos, en la habitación 47, puerta de la 48, pasillo y escaleras del área de las cabañas.
En las escaleras #7, #4 y #11 se lograron levantar tres indicios de mancha de color rojiza, lo que indicaba que aunque hubo una limpieza previa al día de los hechos, aún había muestras del delito.
El juicio será reanudado este jueves 8 en la sala #3, del Sistema Penal Acusatorio en plaza Ágora, a las 9:00 a.m., contra el imputado por homicidio doloso agravado, Hidadi Santos Saavedra Rodríguez.
La fiscalía ha logrado desahogar cerca de 23 pruebas entre periciales, documentales y testimoniales.
 
 

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