Más de $600 mil millones de alimentos se pierden; todos contaminan
La mayoría de la pérdida de alimentos ocurre en la cosecha o poco después, mientras que el desperdicio de alimentos ocurre después de que los alimentos llegan al minorista o al consumidor.
Más de $600 millones de alimentos se desperdician y pierden cada año, esto durante o en plena cocecha, lo que representa entre el 33 y 40% de los alimentos del mundo. Además, por ello las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivadas de la pérdida y el desperdicio de alimentos constituyen el 8% del total mundial, o al menos cuatro veces las de la industria de la aviación.
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La mayoría de la pérdida de alimentos ocurre en la cosecha o poco después, mientras que el desperdicio de alimentos ocurre después de que los alimentos llegan al minorista o al consumidor.
McKinsey & Company, reconsultora estratégica global, añade que la pérdida de alimentos es el resultado de ineficiencias, y sus costos ocultos a menudo son iguales o mayores que la ganancia neta de los minoristas, incluso los de mejor desempeño.
Pero esto no es todo, porque los efectos secundarios también son significativos: el consumo de agua relacionado con la pérdida y el desperdicio de alimentos asciende a aproximadamente una cuarta parte del suministro mundial de agua dulce.
¿Es posible reducir el desperdicio de alimentos?
Detallan que los fabricantes y minoristas de alimentos, pueden trabajar juntos y con todos los participantes en la cadena de valor, lo que podría suponer una reducción en la pérdida de alimentos entre 50 y 70%, es decir, dos tercios de los alimentos que de otro modo se perderían podrían redirigirse al consumo humano; el tercio restante se destinaría a usos alternativos, como materiales de base biológica o alimentación animal.
El estudio muestra que los minoristas podrían reducir su costo de bienes vendidos (COGS) entre 3 a 6%, los fabricantes entre 5 a 10%. Las tiendas de comestibles y los fabricantes podrían captar $80 mil millones en nuevos mercados potenciales al desarrollar nuevos negocios a partir de alimentos que de otro modo se perderían. Y podrían reducir las emisiones de CO 2 y los costos asociados entre 4 y 9%.
Se estima que cada año se pierden o desperdician más de dos mil millones de toneladas de alimentos, aproximadamente la mitad de esto ocurre aguas arriba: durante la cosecha, el manejo y almacenamiento poscosecha y las etapas de procesamiento.
Aunque la carne y los productos lácteos tienen un alto impacto ambiental por unidad producida (se necesitan más de 1000 galones de agua para producir una libra de carne de res, por ejemplo), la carne representa solo alrededor del 3 por ciento de la pérdida de alimentos; lácteos otro 5 por ciento.
Entre la comida desperdiciada también están otras tres categorías de alimentos (frutas y verduras, cereales y raíces y tubérculos) representan gran parte de la pérdida de alimentos y las emisiones de CO 2 y el uso de agua asociados. Por lo tanto, esas categorías deben ser el foco de los esfuerzos de reducción de pérdidas.
McKinsey reveló que algunas pérdidas de alimentos se deben a factores exógenos, como fenómenos meteorológicos o prácticas subóptimas dentro de una etapa específica de la cadena de suministro, como el mantenimiento de los equipos, pero algunas pérdidas están vinculadas a las interdependencias e interacciones entre los actores de la cadena.
En estos momentos es importante resolver el problema de la pérdida de alimentos requerirá cambios. Sólo para los tomates, el impacto potencial es de más de 40 millones de toneladas ahorradas cada año. A nivel mundial, las emisiones de CO2 vinculadas a la pérdida de tomate se reducirían entre 60 y 80%.
Las empresas también deben poner de su parte.
Por otro lado, en el caso de los fabricantes de alimentos y las tiendas de comestibles al respecto pueden poner en acción un plan que implicaría: establecer una línea de base y establecer objetivos y posteriormente, desarrollar e implementar iniciativas sistemáticamente; y, finalmente, poner en marcha los habilitadores para un cambio duradero.
Los fabricantes y minoristas de alimentos podrán empezar a ver la pérdida de alimentos como resultado de ineficiencias y oportunidades perdidas en la producción, adquisiciones, I+D, la cadena de suministro y las ventas, no como un costo inevitable de hacer negocios o un tema de nicho que concierne solo al departamento de sustentabilidad.
Dentro de las investigaciones realizadas se reveló cuatro palancas que los minoristas y los fabricantes de alimentos pueden utilizar para lograr un impacto significativo: minimizar las pérdidas durante la producción y el procesamiento, minimizar las pérdidas durante el tránsito, vender más de lo que se produce y prevenir pérdidas estructuralmente.
De la misma forma algunos requerirán una inversión significativa y nuevas formas de trabajar. Todo valdrá la pena, lo que resultará no solo en una reducción de la pérdida de alimentos, sino también en una cadena de valor más eficiente, mejoras en el EBITDA y menores emisiones de CO2.
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