Alimentos no influyen en el sexo
Vicente Briet, psicólogo y especialista en sexología, afirma que “no existe ningún alimento que, por sí mismo, produzca un incremento en el deseo sexual.
De seguro que has escuchado o eres de esos que les mete a los mariscos u otros alimentos considerados afrodisiacos y dices: “vitamina pa’l muñeco”, ¿pero sabías que todo es mental?
La lista de alimentos considerados afrodisiacos es larga, ¿pero pueden influir realmente en el deseo o el rendimiento sexual?
En este sentido, Vicente Briet, psicólogo clínico y especialista en sexología, afirma que “no existe ningún alimento que, por sí mismo, produzca un incremento en el deseo sexual ni de los hombres ni de las mujeres, o al menos no está demostrado mediante evidencias científicas”.
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Briet aclara que todavía son frecuentes los mitos acerca de los alimentos afrodisiacos, basados en la idea de que ciertos nutrientes, como las vitaminas o algunos minerales, pueden reforzar o estimular la función o el deseo sexual.
“Las vitaminas liposolubles del huevo podrían mejorar la eyaculación precoz; el calcio del helado de vainilla, crear orgasmos más intensos o el ácido fólico de los cereales integrales, mejorar la circulación sanguínea en los genitales. No dejan de ser mitos que han llamado la atención de profesionales de la salud e investigadores. Sin embargo, queda por demostrar con evidencias científicas suficientes la asociación entre estos componentes de los alimentos y su posible poder afrodisiaco”, subraya.
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Pero más allá de alimentos potencialmente afrodisiacos, el especialista explica cómo surge el deseo sexual.
“Ante un estímulo excitante como puede ser un sabor, un olor o una caricia, nuestro cerebro envía señales desde el sistema límbico hacia la región pélvica, provocando la dilatación de los vasos sanguíneos en esta zona. Dicha dilatación es la principal responsable de la erección en los hombres, pero también en las mujeres, pues existen tejidos eréctiles en el clítoris y en la región situada alrededor de la vagina. Al mismo tiempo, se produce un aumento de la frecuencia cardiaca, entre otros signos propios de la excitación sexual”, describe.
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