El Vidajena
Por: Redacción -
En el patio limoso de la vieja casa de inquilinato vivía el pasiero Liberato, quien es un buen ebanista, y debido a la calidad de sus trabajos, nunca le falta trabajo. Tiene un taller en las cercanías de su chantin, lo que le permite ir al mediodía a refinar a su hogar, donde su adorable quitafrío Belkis le tiene el mondongo calientito para que se dé su banquetazo.
Belkis es una guial muy celosa. Ella tiene muy vigilado a su peor es nada. Apenas el pasiero regresa de agachar el lomo, Belkis, se esfuerza por brindarle placer y comodidades. Sabe que por medio de las mejores atenciones que pueda brindarle a su maridito, podrá conservarlo a su lado y así impedirá que Liberato se escape a alguna cantina del barrio pobre a enredarse con alguna curvilínea.
Esta guial siempre anda ojo 'e garza con una tremenda belleza de nombre Malena, quien debe ser muy patilarga, porque su quitafrío oficial la dejó y fue a buscar una hembra que fuera seria y fiel. Malena, al sentirse sola y no pudiendo vivir sin marido, llevaba amigos al chantin.
Cada vez que salía de compras con el chenchén que se rebuscaba regresaba con vestidos nuevos, porque tenía una inclinación enfermiza por lucir toda moda que saliera al mercado y no compraba baratijas, ¡qué va, buay!, ella iba a los más lujosos almacenes. Tenía tanta ropa que ya no cabía en su viejo mueble.
Entonces recordó que Liberato tenía fama de ser un buen ebanista y lo llamó a su chantin para hablar de negocios, pero Belkis se dio cuenta y ella fue a hablar con Malena para ver qué se le ofrecía. Las mujeres se miraron retadoramente y comprendieron que tarde o temprano tendrían que protagonizar un barrio de trifulca en el patio limoso.
Belkis dijo que Liberato le cobraría cien machacantes por construirle el ropero con madera fina y que apenas estuviera el mueble, de inmediato Malena tendría que caer con el botín.
Cuando Belkis dio la orden, Liberato comenzó la fabricación del ropero. El pasiero había notado que Malena le pelaba el diente cada vez que se encontraba con él en el zaguán y el tenía miedo de corresponderle a la bella vecinita, porque si Belkis se enteraba lo iba a moler a golpes.
Ya hemos dicho que Belkis era la que cobraba los trabajos y Heidi se demoró por pagar una mesita de noche que necesitaba para colocar una lámpara y disponer de luz para leer los libros de Vargas Vila, de quien tenía una gran colección.
Al fin estuvo fabricada la mesita de noche y Heidi, conociendo el carácter explosivo de Belkis, le pagó el chenchén a Belkis, quien depositó el billetaje en el banco, porque la guial ambicionaba tener el chenchén suficiente para construirse una casita por Alcalde Díaz y así salir del ambiente negativo del patio limoso.
Llegó el día en que el ropero de Malena estuvo listo y Belkis fue a cobrarle a Malena, quien ese día se había levantado con el pie izquierdo y le gritó a Belkis que ella le pagaría los cien rúcanos a Liberato, quien era el que había fabricado el mueble. Se inició una agria discusión, preludio de una pelea.
Belkis dijo que ella era quien llevaba los jeans bien amarrados en su chantin y que Liberato era su criado, su peor es nada. Malena le respondió con una sarta de insultos, siendo el más hermoso y florido decirle que ella era una