Plaza y Árabe, lo bueno, lo malo y lo feo
Las semifinales han dado cosas buenas, feas y malas, donde nuestra dirigencia tendrá que tomar cartas en el asunto.
Aunque son dos juegos de semifinales y, con el permiso de CAI y Sporting, en esta ocasión hablaremos de Plaza y Árabe.
Lo bueno fue el apoyo de la afición de ambos equipos, tanto del Árabe Unido y Sporting en el estadio Maracaná.
Bueno, también el triunfo colonense de visitante, merecido, aprovecharon y anotaron, Plaza Amador no lo hizo.
Lo feo sigue siendo el arbitraje, el silbante Ameth Sánchez debe mejorar y mucho.
Este es uno de los árbitros de los que en la temporada he visto que tanto el equipo que pierde como el que gana se han quejado de su labor. Espero que la comisión arbitral se ponga los pantalones largos y tomen cartas en el asunto, analice, mire vídeos y haga correctivos.
Hubo una mano clara de Daniel Ortiz en el área, todo el estadio la vio, menos el árbitro, tumbaron a Ameth Ramírez en el área, tampoco dijo nada la terna arbitral y cantaron un fuera de lugar de Valentín Pimentel que nunca existió. Y para rematar, a dos minutos del final, en una jugada confusa, aparentemente se mira a Sánchez señalar penal y luego él dice que la falta no existió.
Intrigado por la última jugada y al pensar que estaba equivocado, consulté al árbitro mundialista Roberto Moreno y me explicó que Sánchez señaló hacia el área, pero no se dirigió al punto penal y tampoco pitó, que el juez había señalado que el balón salió por un costado.
“Sánchez no pitó penal”, me aclaró Moreno y agregó “quizás la confusión fue porque movió la mano”, lo explicado por el mundialista en la última jugada es válido y justificable. Pero mi duda de las jugadas anteriores persisten.
Lo malo fue para la directiva placina, sus jugadores o fanáticos no pueden corretear la terna arbitral hasta sus camerinos con amenazas o intención de golpearlos, se salvaron por los seguridad.
Los fanáticos no pueden entrar a la cancha y querer linchar a un árbitro porque su actuación no les gustó. Plaza Amador era local y tenía que mantenerse la seguridad tanto de los árbitros como de todos los presentes.