Bate-bolas, estrellas de un carnaval paralelo en los suburbios de Río (Video)
Sus nombres están relacionados con sentimientos (Emoción, Bravos, Agonía, Amistad, Osadía), con fuerza (Brazo de Hierro, Dominio), dibujos animados (Havita), o animales (Cobra).
Cidade de Deus está de fiesta. El funk retumba en la favela y miles de personas siguen a "Abusados", su primer grupo de "bate-bolas" (payasos), estrella de un carnaval ajeno al Sambódromo, en el que las máscaras aterradoras sustituyen a las plumas y las lentejuelas.
No hay turistas en Karaté. Ni siquiera hay policías en uno de los barrios más castigados de Cidade de Deus, que se protege de intrusos con barreras de neumáticos y jóvenes armados.
"Vamos a divertirnos en paz en carnaval, queremos disfrutar de la fiesta", advierte Billy Souza, fundador de "Abusados" mientras su grupo -que cumple 20 años- prepara su desfile en la madrugada del sábado en una favela donde la violencia apenas ha cambiado desde el estreno de la película "Cidade de Deus" (2002).
La tensión se ha recrudecido tras la reciente detención del jefe del narcotráfico del barrio, pero es carnaval en Río y los cuatro grupos de bate-bolas de Cidade de Deus se vuelcan en la fiesta.
"Abusados" (Osados) son 80 hombres, 75 mujeres y 35 niños que durante dos horas se "fantasean" (disfrazan) en el patio de un colegio, con medias de colores, un vistoso saco de manga larga y falda de vuelo, y un chaleco de goma espuma con las imágenes de Indiana Jones (Harrison Ford) y Cleopatra dibujados con pintura y purpurina.
Cubren sus rostros con máscaras de terror y portan pelotas de plástico que golpean insistentemente contra el suelo con un ruido ensordecedor.
En la calle, miles de personas bailan a ritmo del funk escupido por una pared de equipos de sonido que sacude el pavimento mientras esperan a sus héroes del carnaval.
También conocidos como "clovis" (del inglés clown) o payasos, los orígenes de los bate-bolas -literalmente quienes golpean la bola- no están del todo claros, pero sus seguidores coinciden en que es un legado de la tradición portuguesa, que se enriqueció con elementos heredados de Francia y se nutrió de la cultura popular de los suburbios de Río de Janeiro.
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Con el tiempo se han sofisticado y han sustituido la bola de cuero de buey por la pelota de goma, aunque algunos la cambian por sombrillas o palos.
Declarados Patrimonio Cultural Carioca en 2012 por "su forma alegre e irreverente de festejar" el carnaval, muy pocos en la turística zona sur de Río los conocen y los cientos de grupos de bate-bolas se quedan en la zona norte y en las favelas del oeste, en lugares como Realengo, Jacarepaguá, Marechal Hermes, Oswaldo Cruz, Anchieta o Campo Grande.
No reniegan de la samba, pero eligen el funk y el rap porque "son más realistas. La samba refleja el poder de fantasear", resume Elio, que elabora disfraces en Cidade de Deus (CDD).
Hace años que se abrieron a mujeres y a niños e intentan acabar con leyenda de violencia que les persigue.
"A veces ocurren episodios violentos, pero hay que concienciar a la gente de que es una fiesta y que las discusiones son casuales", afirma Anderson, un profesor de judo que lidera "Badalados", también de la Cidade.
"Los grupos tienen mucha rivalidad entre ellos y se mezclan con los enfrentamientos de las hinchadas de fútbol", admite Vitor, un moto-taxista que ha cumplido su sueño de fundar "Sal de Abajo", el bate-bola más nuevo de la favela.
Diogo dejó "Gorilas" porque "algunos salían armados y había disparos. No era mi ritmo y sentí que corría riesgo mi vida". Hoy desfila con "Havita", en Oswaldo Cruz (norte), cuyo símbolo es un pequeño indio creado por Disney.
Los protagonistas de este carnaval paralelo tampoco tienen una única explicación sobre las causas que les han relegado a los suburbios.
"Mucha gente no entiende por qué uno se mete en un vestido y se tapa con una máscara para sudar y dar vueltas, pero es emocionante. Es una cultura suburbial. No lo vas a ver en la zona sur, allí es más un espectáculo. Aquí los niños sueñan con ser bate-bolas", asegura Vitor, que prepara los disfraces en una azotea de la favela.
Casi un año de trabajo toma el diseño y la confección de los trajes. Y no son baratos. La "fantasía" (disfraz) puede costar hasta 1.300 reales (unos 380 dólares) que los "bate-boleiros" pueden pagar en plazos.
Sus nombres están relacionados con sentimientos (Emoción, Bravos, Agonía, Amistad, Osadía), con fuerza (Brazo de Hierro, Dominio), dibujos animados (Havita), o animales (Cobra).
Se acerca la madrugada del sábado y los Abusados están preparados. Billy Souza les reúne: "Queremos un carnaval en paz", insiste, consciente de la amenaza de la violencia en la favela. Forman un gran círculo y rezan un Padre Nuestro antes de lanzarse a la calle.
Con el funk de fondo y una lluvia de fuegos artificiales, los bate-bolas se abren paso a duras penas entre la multitud. Es la fiesta del ruido y la confusión.
"Otros cuentan la historia. Nosotros hacemos la historia", reza la consigna de Abusados bajo una calavera que besa a una mujer.