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Trump debe a EE.UU. un muro fronterizo y mucho más

Todo empieza con el muro.
Las deudas con sus partidarios —y con el país— va mucho más allá.  / Foto: AP

Las deudas con sus partidarios —y con el país— va mucho más allá. / Foto: AP

Por: Washintong / AP -

La promesa de Donald Trump de erigir un muro en la frontera con México, obligar al vecino al sur a pagar por él y tratar la inmigración no autorizada con puño de hierro es su principal promesa, la que ha resonado hasta el techo en innumerables ocasiones. Pero la deuda con sus partidarios —y con el país— va mucho más allá.

Aunque buena parte de su programa será difícil de ejecutar, no tendrá la excusa de muchos presidentes que han incumplido sus promesas: la de un Congreso controlado por la oposición. Trump asume con un gobierno unificado, ya que los republicanos controlan las dos cámaras.

Un vistazo a algunos de sus pagarés:

INMIGRACION

Una paradoja de la campaña es la falta de claridad sobre las intenciones de Trump respecto de un asunto que lo definió desde el punto de partida. Promete detener el ingreso de refugiados sirios a Estados Unidos y de alguna manera ayudarles en el extranjero. Jura deportar a las personas condenadas por crímenes graves y que se encuentran sin autorización en Estados Unidos. Y está ese muro, que los mexicanos insisten que no pagarán. Pero la suerte de millones de personas sin autorización en el país es una zona gris: promete no deportarlas, pero no dice que les otorgará un estatus legal. Prohibiría la inmigración de personas de regiones propensas al extremismo, pero no está claro cómo las define.

POLITICA EXTERIOR

"Estados Unidos ante todo" significa para Trump que no aprobará alianzas ni coaliciones a menos que produzcan un beneficio neto al país. Habla de un enfoque menos intervencionista en las crisis extranjeras, aunque ha jurado aplastar el grupo Estado Islámico. Pero también promete gastar mucho más en unas fuerzas armadas que considera carenciadas.

COMERCIO

Trump promete renegociar o denunciar el Tratado Norteamericano de Libre Comercio con México y Canadá. Asimismo promete oponerse al Tratado Transpacífico y aplicar tarifas punitivas a los países que considera se benefician injustamente con el comercio. De cumplir esta promesa, China enfrenta fuertes penalidades, lo que redundará en precios más altos para el consumidor estadounidense.

INFANCIA

Promete seis semanas de licencia por maternidad y que el gobierno pagará salarios equivalentes a los subsidios por desempleo. Su plan incluye deducciones impositivas por gastos para atención de los niños y otros beneficios o créditos impositivos para familias de bajos ingresos.

EDUCACION

Trump promete gastar 20.000 millones de dólares durante su primer año para ayudar a los estados a ampliar los programas escolares Quiere que los estados asignen 110.000 millones de sus propios fondos para la educación para ayudar a los padres que quieren enviar a sus hijos a otras escuelas.

A los estudiantes les debe un impulso grande y caro. Dice que limitará los pagos por préstamos estudiantiles al 12,5% de los ingresos del prestatario y condonación si efectúan pagos durante 15 años.

ENERGIA

Trump promete reducir las regulaciones como parte de su plan para "desatar la energía estadounidense". Esto significa autorizar la producción sin trabas de petróleo, carbón limpio, gas natural y otras fuentes con el fin de lograr la independencia energética y crear empleos. Ha prometido a los mineros del carbón revitalizar su fuente de ingresos, aunque la decadencia del sector se debe en gran medida al auge del gas natural, que él también apoya. Promete rescindir el Plan de Energía Limpia, un componente crucial de la estrategia del presidente Barack Obama para combatir el cambio climático.

SALUD

Ha prometido derogar la ley de atención de salud de Obama y reemplazarla por algo más accesible. El Congreso de mayoría republicana lo presionará para que lo haga. Resta por verse hasta qué punto podrán los legisladores y el presidente deshacer una ley que ha echado raíces, y los demócratas no dejarán de hacer oír su voz.

INFRAESTRUCTURA

Trump prometió duplicar la propuesta de su rival Hillary Clinton de gasto en infraestructura. Si se le toma la palabra, eso significa la friolera de 500.000 millones de dólares en cinco años.

IRAN

Trump promete renegociar o denunciar el acuerdo multilateral que levantó parcialmente las sanciones sobre Irán a cambio de controles sobre su programa nuclear.

SALARIO MINIMO

Ha dicho que apoya el de 10 dólares la hora, aunque la decisión "en realidad corresponde" a los estados. Actualmente es de 7,25 dólares.

SEGURO SOCIAL

Trump ha prometido no recortar el seguro social.

CORTE SUPREMA

Trump prometió postular jueces dispuestos a derogar el derecho constitucional del aborto y que apoyan el derecho de portar armas bajo la Segunda Enmienda.

IMPUESTOS

Debe a los estadounidenses grandes reducciones impositivas. Dice que rebajará los actuales siete niveles, con un máximo de 39,6%, a tres niveles con una tasa máxima de 33%, reducirá el impuesto sobre los ingresos empresariales y eliminar el impuesto sobre la herencia. Aunque los analistas dicen que el plan beneficiará de forma desproporcionada a los más ricos, promete una fuerte reducción a la población de ingresos medios.

El republicano Donald Trumpse estrenó hoy como presidente electo de EE.UU. dejando de lado su habitual tono incendiario y llamando a unir el país tras una dura campaña electoral.

"Ahora es el momento de que Estados Unidos cierre las heridas de la división", dijo Trump en su primera comparecencia como vencedor, en un céntrico hotel de Nueva York.

Arropado por su familia sobre el escenario, el magnate tuvo palabras amables para su rival, la demócrata Hillary Clinton, a la que agradeció por llamarle para admitir su derrota y a la que felicitó por su duro trabajo durante la campaña y a lo largo de su carrera.

"Hillary ha trabajado mucho tiempo y muy duro (...) y le debemos una gran gratitud por su servicio a nuestro país", señaló.

"Lo digo muy en serio", añadió Trump, que a lo largo de la campaña dedicó todo tipo de acusaciones y descalificativos a su rival y su servicio público, que se ha prolongado por tres décadas.

Hoy el republicano evitó los ataques y prefirió no mencionar sus propuestas más polémicas, como las relativas a la inmigración, incluida la de construir un muro en la frontera con México.

Al contrario, con un tono muy presidencial, prometió buenas relaciones con otros países, dijo que será un "presidente para todos los estadounidenses" y quiso tender la mano a sus detractores.

"Les pido su orientación y su ayuda para que podamos trabajar juntos y unificar nuestro gran país", les dijo.

Trump insistió además en la idea de que lo que le ha llevado a la Casa Blanca ha sido, más que una campaña, "un gran movimiento" impulsado por millones de personas "que aman a su país y quieren un futuro mejor para ellos y sus familias".

"Es un movimiento formado por estadounidenses de todas las razas, religiones, orígenes y creencias, que quieren y esperan que nuestro Gobierno sirva a la gente", afirmó.

"Trabajando juntos vamos a empezar la tarea urgente de reconstruir nuestra nación y renovar el sueño americano", añadió, al repetir sus promesas de reconstruir infraestructuras y crear puestos de trabajo.

En definitiva, insistir en la promesa central de su campaña, el "Make America Great Again" (Hacer grande de nuevo a EEUU), que hoy lucían orgullosos en las ya clásicas gorras rojas muchos de los seguidores que le escuchaban en el hotel Hilton.

Fuera del mismo, decenas de simpatizantes celebraban la victoria electoral con gritos de "¡Trump! ¡Trump!" y "¡U.S.A., U.S.A.!".

Pocos pero ruidosos, los partidarios del candidato republicano se hicieron oír en pleno centro de Manhattan, precisamente un distrito en el que Clinton arrasó con más de un 87 % de los votos.

"En mi oficina soy el único que apoya a Trump. Voy a ir mañana y todo el mundo va a estar en shock", dijo a Efe Jerry Paul, un joven neoyorquino que celebraba la victoria como una "oportunidad para el cambio".

"Estamos cansados de cómo son las cosas y tenemos la posibilidad de cambiarlas", aseguraba envuelto en una bandera estadounidense.

En ese sentido, Trump se comprometió en su discurso a escuchar a todos los ciudadanos y a trabajar para que todos ellos puedan desarrollar su "pleno potencial".

"Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país van a estarlo por poco tiempo", subrayó.

Visiblemente satisfecho pero muy sereno, Trump agradeció casi uno por uno a los miembros de su familia el apoyo que le han brindado.

También tuvo palabras cariñosas para algunos de sus respaldos políticos más importantes, como el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani o el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie.

"Esto fue duro. Estas cosas políticas son desagradables y difíciles", reconoció sobre una campaña de la que pareció querer pasar página.

"Vamos a ponernos a trabajar inmediatamente para los estadounidenses", aseguró, confiando en que en unos años los electores puedan mirar atrás y estén "orgullosos" de su presidente. 

En la Avenida Pensilvania no hubo hoy rastro de las celebraciones de otras elecciones, sino un ambiente enrarecido, de división e incredulidad, imagen del país que deja la victoria de Donald Trump.

Lejos queda el entusiasmo y la esperanza que congregaron en este mismo lugar a miles de personas en 2008 para celebrar la victoria del primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos, un joven e ilusionante Barack Obama.

Hoy, frente al número 1600 de la Avenida Pensilvania, solo había un errático deambular de seguidores y detractores del presidente electo, Donald Trump, que a ratos discutían, se enfrentaban e incluso se perseguían.

Hubo al menos un arresto, según constató Efe, en medio de fuertes medidas de seguridad y un ambiente bronco en el que era muy difícil distinguir quién era quién y qué hacían todavía allí pasadas las 3 de la madrugada (8:00 GMT) de un miércoles.

"Los latinos y los morenitos hemos venido a respaldarnos los unos a los otros porque nos oponemos a este hombre ridículo (Trump). Pero aquí ha sido un poco fuerte con algunos blanquitos, están tratándonos un poco mal", explica a Efe Michelle Guzmán, estadounidense de origen salvadoreño.

Guzmán asegura que el chico detenido estuvo molestándola y describe un ambiente tenso que se palpa al instante de llegar a la icónica plaza Lafayette, en la entrada norte de la Casa Blanca y donde hoy había prevista una celebración de la derrota de la intolerancia de Trump que no pudo ser.

El joven Nicholas Elliot pide a Efe hacer la entrevista apartado de la gente, teme que se forme un corrillo a su alrededor y convertirse en el centro de un nuevo altercado.

"No me sorprende que no haya celebración aquí, esto es Washington DC", dice, en referencia a la tradición progresista de la capital de Estados Unidos, donde la candidata demócrata, Hillary Clinton, venció hoy por un 93%: su porcentaje más alto en todo el país.

"Además, con el clima que ha habido en la campaña, la división del país, por supuesto que no iba a haber una celebración", añade este estudiante de Houston (Texas) en la Universidad de Georgetown.

 Con solo 19 años, recita las grandes promesas de Donald Trump a pies juntillas y quiere que la primera que cumpla sea la construcción de su famoso muro en la frontera con México para frenar la inmigración irregular.

A los seguidores de Trump, como él, se les identifica por la ya icónica gorra roja (o blanca) con el lema de su campaña "Make America Great Again" ("Hagamos Estados Unidos grande de nuevo").

A sus detractores se les localiza por carteles como el de "Donald Trump eres un pendejo", que portan un grupo de seguidores del senador Bernie Sanders, quien compitió por la candidatura demócrata con Clinton y generó un poderoso movimiento de izquierdas.

"Estamos decepcionados, pero no sorprendidos. Trump ha despertado a muchas personas apelando al racismo o al sexismo, pero también al rechazo al sistema. Y eso último es algo que también hizo Sanders, por eso ambos han sido revolucionarios", cuenta la joven afroamericana Ma'at Sargeant.

"Da miedo -continúa- que la Casa Blanca y el Congreso sean los dos rojos (republicanos). Creo que la gente no sabe qué hacer. No nos sentimos seguros".

Las caras de los jóvenes Ryan Barto y Sam Wolf, que pasean un solitario cartel azul de "Hillary" cuando ya dan las cuatro de la mañana, son un ejemplo de la desilusión y la incredulidad de buena parte del país ante la sorprendente y rotunda victoria de Donald Trump.

"Estamos deprimidos -dice Ryan-. El progreso de décadas, de 100 años se viene abajo".

Detrás de ellos, en la Casa Blanca, el presidente del "hope" (esperanza) y del "yes, we can" (sí, podemos) ve como el legado de sus ocho años está ahora en manos de un presidente y un Congreso republicanos cuya primera promesa es tirarlo abajo.



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