Coro infantil para revitalizar una lengua indígena en la capital

este coro infantil que nació hace dos años con el objetivo de revitalizar la milenaria lengua dulegaya entre los niños nacidos fuera la comarca Guna Yala
El director de cantoría infantil, Evelio Calvo, dicta clases de canto en el Centro Cultural Internacional de Panamá durante un ensayo del coro infantil Guna. EFE

El director de cantoría infantil, Evelio Calvo, dicta clases de canto en el Centro Cultural Internacional de Panamá durante un ensayo del coro infantil Guna. EFE

Por: Panamá / EFE -

Colocados en círculo de mayor a menor estatura, veinte niños indígenas guna de entre 6 y 12 años cogen y sueltan aire al unísono y realizan un ritual de ejercicios para relajar los músculos y aclarar la voz.

"Suelten toda la tensión y acuérdense de respirar por la nariz. Hoy vamos a empezar con 'Goe Machi'", les dice el profesor de canto Evelio Calvo, mientras da órdenes al pianista para que empiece a tocar esta canción de cuna típica de los guna, uno de los siete pueblos indígenas que viven en Panamá.

Calvo es el director de este coro infantil que nació hace dos años con el objetivo de revitalizar la milenaria lengua dulegaya entre los niños nacidos fuera la comarca Guna Yala, el archipiélago del Caribe panameño con autonomía propia donde habita esta etnia indígena, ubicado a 120 kilómetros al noreste de la capital.

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Tras "Goe Machi", el coro entonará "Usu Ome", una fábula sobre una coneja que alimenta a sus crías y cuya letra resulta fácil para los principiantes en el dulegaya, un idioma perteneciente a la familia lingüística chibcha y cuyo alfabeto consta solo de diez consonantes y cinco vocales.

A Johanny Barrantes, de 10 años, la canción que más le gusta es "Guna Yala Guiné" porque habla de las costumbres de la comarca y de las "molas", esos textiles tradicionales de múltiples capas y colores que aún teje su abuela.

"La música es una herramienta poderosa para enseñar nuestro idioma. A muchos niños capitalinos no les hablan en sus casas en guna y cuando viajan a la comarca no entienden nada", lamentó a Efe Calvo, que impartía clases semanalmente en su vivienda hasta que hace un par de meses el Centro Cultural Internacional, en el barrio capitalino de Santa Ana, le cedió sus instalaciones.

Al igual que en otros países de la región, Panamá aprobó en 2010 una ley que implanta en las cinco comarcas originarias la conocida como Educación Intercultural Bilingüe (EIB), un modelo que reconoce la diversidad cultural y combina la enseñanza en dos idiomas.

En Guna Yala, los niños estudian en dulegaya y cursan asignaturas relacionadas con la cosmovisión, las tradiciones y la historia de este pueblo, que en 1925 protagonizó una famosa revolución ante el intento de las autoridades de la época de occidentalizar su cultura.

El gran problema, sin embargo, lo tienen los guna escolarizados fuera del archipiélago, que no tienen acceso a esa educación bilingüe.

"Mi esposo es 'waga' (no indígena) y me resulta muy difícil hablar guna en casa, por eso la traigo al coro", reconoció a Efe Gisette Yisseth, oriunda de una pequeña isla a la que no vuelve desde hace años.

Según el censo de 2010, en Panamá hay cerca de 80.000 gunas, de los cuales la mitad vive fuera de la comarca, principalmente en la capital. Una cifra que ha ido aumentando en los últimos años debido a la falta de oportunidades en Guna Yala, donde la pobreza afecta al 90 % de la población.

Pese a que el dulegaya se está perdiendo fuera de la comarca, el oficial de Educación de Unicef en Panamá, Francisco Trejos, indicó a Efe que los gunas son "uno de los pueblos que más se ha aplicado en los últimos años en la enseñanza de su lengua".

Aún así, agregó, "hay que seguir trabajando y capacitar a más docentes para que no les ocurra como a los buglé (otra etnia panameña), que están a punto de perder su idioma".

Según un reciente estudio del Banco Mundial, uno de cada cinco pueblos amerindios ha perdido su idioma nativo en las últimas décadas, y el 26 % de las más de 560 lenguas indígenas que aún se hablan en la región están en riesgo de desaparecer.

Consciente de que la identidad de su pueblo está ligada al dulegaya, Calvo está formando a nuevos maestros para poder extender las clases de canto a otras zonas de la ciudad.

Su objetivo es abrir otro coro a finales de año y captar a más niños, ya que la mayoría de sus alumnos son niñas: "Las mujeres han sido tradicionalmente las guardianas de nuestra cultura, pero necesitamos también incluir a los hombres en esta lucha", apuntó. EFE

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