I aac Leonardo Benítez

BENÍTEZ - UN PINTOR INCOMPRENDIDO – Comprender a un artista no necesariamente es establecer un vínculo de amistad con la persona, es también aprender a entender sus

José Morales Vásquez Investigador de Arte / [email protected]

BENÍTEZ - UN PINTOR INCOMPRENDIDO – Comprender a un artista no necesariamente es establecer un vínculo de amistad con la persona, es también aprender a entender sus obras y mediante sus obras descubrir el talento del artista. El Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. define la palabra incomprendido como:

“adj. -s. Díc. de la persona cuyo mérito no ha sido apreciado.

Incomprendido, -da adj./s. m. y f. Se aplica a la persona que no recibe de los demás la aceptación o el reconocimiento que merece: Van Gogh fue un pintor incomprendido que no vendió ni un solo cuadro en vida”.

Benítez; no solamente fue abandonado a su suerte cuando sufría sus problemas personales, sino que aún sufre la incomprensión de sus magistrales creaciones.

José Morales.

La Estrella de Panamá del 5 de diciembre de 1972/ publicó un artículo de López Santiago, titulado “VIDA Y HONRA DE ISAAC BENÍTEZ” y que fuera reproducido por: J. R. Fernández de Cano. En la página:

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=benitez-isaac. Y que transcribimos en dos entregas.

Pintor panameño, nacido en la ciudad de Panamá el 5 de septiembre de 1927 y fallecido en su lugar de origen el 6 de noviembre de 1968. A pesar de su prematura desaparición (falleció a los cuarenta y un años de edad), dejó una espléndida producción pictórica que le convierte en uno de los grandes artistas plásticos istmeños del siglo XX.

Inclinado desde su temprana infancia al manejo de los pinceles, curó sus estudios primarios en la Escuela Nicolás Pacheco (a la sazón dirigida por el ilustre pedagogo panameño Ernesto Jiménez), donde tuvo ocasión de dar algunas precoces muestras de su innata vocación artística. Pasó luego a realizar sus estudios de enseñanza media en el prestigioso Instituto Nacional de la ciudad de Panamá, en donde solo concluyó tres cursos, pues su ya evidente necesidad de dedicarse a la creación plástica le forzó a buscar nuevos centros de aprendizaje más acordes con su vocación.

Se matriculó, pues, en la Academia de Bellas Artes de la capital del país, donde se reveló como uno de los alumnos más aventajados desde el momento de su llegada y admiró por igual a sus maestros (con el malogrado Humberto Ivaldi a la cabeza, que se convirtió en uno de los principales mentores del prometedor artista) y a sus compañeros de aulas.

Considerado, por aquel tiempo, como una de las grandes revelaciones de la joven pintura panameña, Isaac Benítez atrajo también sobre sus primeros lienzos la atención de la crítica y el público, y comenzó a ver colgados sus cuadros en los salones más importantes de la ciudad de Panamá. Entre las figuras más destacadas de esa alta sociedad capitalina que había empezado a frecuentar, conoció en esta primera etapa de su trayectoria artística al joyero Moisés Stern, quien de inmediato se convirtió en uno de sus máximos valedores y lo introdujo en algunos de los círculos más importantes del país (como la sociedad Pen Women).

Merced al valioso apoyo material y espiritual de su protector, Isaac Benítez pudo viajar a Europa para ampliar su formación artística en una de las capitales mundiales del arte, la ciudad italiana de Florencia, en la que permaneció por espacio de dos años. Fue durante este periodo de formación y perfeccionamiento de sus técnicas pictóricas en el Viejo Continente cuando empezaron a manifestársele los primeros síntomas de una enfermedad psíquica que, como primera consecuencia, le obligó a regresar a su Panamá natal, donde el alcance de esta dolencia se fue agravando progresivamente.

Continúa.



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