Manjarrez revela los pecados y virtudes de los sacerdotes
El abogado contó que la relación con Altafulla era de agua y aceite. "No congeniábamos para nada", asegura.
Marcos Manjarrez / Foto: Roberto Barrios
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Por: Redacción / Crítica -
Panamá- El abogado Marco Manjarrez, quien pasó casi 2 décadas en la cárcel por el crimen de monseñor Jorge Altafulla, contó al diario Día a Día detalles sobre el “odio racista” que el mencionado sacerdote sentía hacia él, las múltiples faltas del prelado sus votos, y también sobre cómo la Iglesia Católica panameña "premió" a algunos de los que testificaron en su contra en el juicio, con el fin de preservar el prestigio del fallecido padre y de la propia institución.
El 19 de mayo de 2002, Manjarrez asesinó a Altafulla con arma blanca, luego de lo que asegura fueron múltiples abusos sufridos por parte del padre. Fue condenado a la entonces pena máxima de 20 años de cárcel.
En cautiverio, intentó varias veces suicidarse, y fue víctima de violación, pero también culminó sus estudios de Derecho y hoy día es abogado defensor en el caso de homicidio que involucra nada menos que a otro sacerdote católico, David Cosca.
¿Se arrepiente Manjarrez de lo que hizo? "Claro que me arrepiento, porque era un ser humano, pero era una persona bastante difícil para convivir. Solo Dios puede disponer de la vida de los demás", responde el hoy cristiano bautista.
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El abogado contó que la relación con Altafulla era de agua y aceite. "No congeniábamos para nada", asegura.
Y menos congeniaron cuando -según cuenta- comenzó a confrontar al padre sobre su conducta poco apegada al sacerdocio.
"El padre era racista. Sí, totalmente", explica. "Para mí, Jorge Altafulla, que en paz descanse, era una persona que representaba todo lo que un sacerdote no debe ser. Cuando tú eres niño y sientes que tu vocación está despertando, es porque ves a alguien y te dices, yo quiero ser como ese sacerdote, pero poco a poco me di cuenta de cosas que no eran propias de un sacerdote, y en muchas ocasiones lo confronté".
Uno de estos reclamos, relata, es que Altafulla presuntamente tenía una relación amorosa con una mujer casada.
Además, señala que luego de esto, el padre cometió contra él y contra Dios un acto de sacrilegio. "Siendo yo seminarista en el Seminario Mayor San José, en medio de una eucaristía, fui a recibir la hostia, el sacerdote me la tiró al piso".
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"Ahí fue donde yo me dije que este hombre no tiene temor de Dios. No está consciente de lo que él representa", relata.
Manjarrez cuenta que durante el juicio, a un seminarista que rendiría testimonio en el juicio, el arzobispado le ofreció un puesto en el Ministerio de Educación para que no testificara. Al final, aceptó el cargo y no habló. "El testimonio que iba a dar no favorecía mucho la imagen del sacerdote", dice.
Asegura Manjarrez también que otro padre de la Iglesia San Gerardo de Mayela se refirió a él como "un cristiano incompleto" en el juicio. Luego, el arzobispado lo premió con un viaje a Roma.
Aun así, el abogado no le guarda rencor a la institución. "La iglesia católica es como cualquier institución, cualquier conglomerado social. De todo hay en la viña del Señor. Hay sacerdotes que son gente santa y entregada a su ministerio. Para mí, el padre Cosca es uno de ellos".