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Por: Roberto Morelos -

En ocasiones hemos escuchado la opinión de algunos personajes sobre el papel de la iglesia en la política, algunos dicen que la religión y la política deben sumar fuerzas y otros, que la iglesia no debe mezclarse en política. Por eso, quienes comparten con ustedes un artículo titulado ¿Qué opinión tiene Jesús de la política?

Gobernante de la humanidad: según los relatos de los evangelistas, el Diablo le ofreció a Jesús gobernar sobre todos los reinos del mundo ¿Se imaginan todo lo que Jesús podía haber hecho por los seres humanos si hubieran aceptado ese puesto? ¿Habría dejado escapar semejante oportunidad si hubiera creído que con la política podía lograr algo? Curiosamente, el rechazó la oferta (Mateo 4:8.11)

Rey: en tiempo de Jesús, muchos ansiaban encontrar a quien pudiera poner fin a la inestabilidad política y económica. Impresionados por todo lo que Jesús era capaz de hacer, quisieron que entrara en la carrera política. De nuevo se negó, a intervenir en política.

Activista político: en una ocasión un grupo que esta a favor de independizarse del imperio romano y otro que no quería le solicitaron su opinión al respecto. Traíganme un denario para verlo, y él les dijo ¿De quién es esta imagen e inscripción? Ellos le dijeron, de Cesar, Jesús entonces dijo: paguen a Cesar las cosas de Cesar, pero a Dios las cosas de Dios (Marcos 12: 13-17) Jesús con esa respuesta enseña una doctrina que distingue y separan la religión y la política.

Mi opinión: ya es frecuente ver en los medios, tanto a la iglesia católica como la Evangélica, liderando bajo el papel de mediadores, temas políticos como por ejemplo: la comarca Ngäbe Bugle, el paro médico, las protestas de la Asamblea, las reformas electorales y elecciones del 2014. Ya se escuchan voces generales a lo interno de los grupos involucrados, donde se hace crítica a la iglesia, señalando por tomar partido a favor o en contra según le conviene. Un claro ejemplo de que la religión y la política no son compatibles, fue ese intento de años atrás, cuando la iglesia evangélica lideró un movimiento político denominado Misión, que participó en las elecciones y sufrió una humillante derrota, que acabó con las pretensiones políticas de dirigentes religiosos. Mi voz de alerta es el que el papel protagónico que cada día toma la iglesia en temas donde la presencia de políticos es ya evidente, puede perjudicarla grandemente. Están a tiempo de recapacitar.



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