Dos sacerdotes futbolistas

«El primer capítulo de la historia de mi autoría describe al Santa Cruz de 1900 como un pueblecito de no más de 20,000 almas en que el

Hermano Pablo

«El primer capítulo de la historia de mi autoría describe al Santa Cruz de 1900 como un pueblecito de no más de 20,000 almas en que el tiempo parecía haberse detenido y sin prisas transcurría la vida.» Así representa Pedro Fernando Rivero Jordán su cuna boliviana, Santa Cruz de la Sierra, en el capítulo de su autoría que forma parte del compendio histórico del siglo XX titulado “El espíritu de un siglo, publicado por El Deber: Diario Mayor de Bolivia”. Rivero Jordán, algún tiempo antes de ocupar el puesto de director ejecutivo del periódico, escribe en calidad de autor del libro Historia del fútbol cruceño, que serviría de base para su nuevo libro “Retazos de historia (1910-2010): 100 años de fútbol cruceño”, publicado en el 2009.

No fue sino hasta 1910 que el fútbol comenzó a jugarse en Santa Cruz, en los potreros y detrás del cementerio del pueblo. Era la diversión más económica, ya que no se cobraba la entrada. Hubo dos sacerdotes católicos que influyeron mucho en la historia futbolera cruceña. El primero de ellos, el padre Luis Vásquez, llegó de Sucre con una novedosa pelota de cuero, que reemplazaba una de goma cruda, fabricada en el Beni. Él fue uno de los capitanes disputantes entre los equipos Royal y Oriental que debieron jugar por una copa en la cancha de El Trompillo el 6 de agosto de 1911. Aquel partido se suspendió, a pesar de las protestas del señor prefecto y de los esperanzados concurrentes, porque la figura del Royal, Manuel Marcó, que era el único jugador que calzaba unos novedosos botines con puentes, se negó rotundamente a cambiarlos por los botines resbalosos como los que calzaban sus adversarios.

El otro religioso que dejó profunda huella en la historia del fútbol cruceño, el padre Medardo Tórrez, llegó de Buenos Aires. Según Rivero Jordán, jugaba con la sotana enrollada a la cintura, «y no perdía ocasión de mezclarse en cuanto partido se organizaba para exhibir, además de sus desnudas pantorrillas, un juego recio y seguro». El padre Tórrez llegó a ser, en 1917, uno de los fundadores y el primer presidente de la «Santa Cruz Foot Ball Association», llamada así debido a la influencia de la cuna inglesa del fútbol.

Don Pedro Rivero Mercado, director de El Deber, quien fue a la vez presidente de la Asociación Nacional de la Prensa boliviana, aduce en su presentación a este resumen periodístico del siglo XX que la idea nació «para que las viejas generaciones no pierdan su memoria, y para que las nuevas conozcan los hechos y [los] protagonistas que han marcado una época». Veinte siglos antes, Dios el Padre celestial, el creador de todas las cosas, concibió la idea de que su Hijo Jesucristo viniera del cielo y se identificara con nosotros así como se identificaron con los cruceños los padres Vásquez y Tórrez. Esa idea divina nació para que las viejas generaciones no perdieran su memoria; para que las nuevas conocieran los hechos de la vida, muerte y resurrección de Cristo, que han marcado la época actual a tal grado que a partir de su nacimiento se considera todo año como «después de Cristo»; y para que todas las generaciones lo conocieran a Él como el protagonista central de la historia, no de la historia del fútbol nada más, sino de la de todo ser humano a quien creó con la capacidad de disfrutarlo.



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