Experiencias

Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Apenas pedí experiencias sobre robos y hurtos, ese salón de Periodismo se inundó de ejemplos. Hablaron de una pareja con un niño de brazos que está en los metrobuses hurtando carteras y otros bienes. El caballero se ubica un poco lejos de la dama para cuidarla. Ella aprovecha el “bamboleo” del vehículo para con habilidad abrir los bolsos y buscar artículos de valor. En ocasiones no tiene al niño cargado y se cubre el brazo con una toalla para que no la vean desvalijando a pasajeros. Como ningún policía viaja en estos metros, no detienen a la bandida. Si la alumna va con las compañeras, hacen una especie de anillo de seguridad cuando ven a la dama sospechosa. Les recomendé que le tomaran fotos con sus celulares al momento del hurto y las pusieran en las redes sociales. Últimamente estas redes se han convertido en un auxiliar de la justicia porque no hay suficientes policías para detener a los delincuentes. Esta es una de las ventajas de las nuevas tecnologías que llenan de cámaras filmadoras hasta pequeños negocios. Y hacen el trabajo de las autoridades. Aunque no es un chiste, a veces provocan risas los cuentos de cantidad de jóvenes a quienes con una fina cuchilla les cortan sus mochilas. Es frecuente que en las paradas de la Universidad y de los buses alguien se le ponga al lado a una joven y con disimulo le pone la punta de un cuchillo o el cañón de una pistola en el costado, y con calma le diga que le entregué el celular y la cartera y se evite así un daño grave a su vida. Una de esas alumnas, llegando a su casa, le pusieron un arma en la cabeza. Ella contó que veía a su padre en la sala de su casa a solo unos metros de distancia, pero se quedó callada para evitar que le dispararan a su papá. El maleante no solo le robó a ella, sino que les quitó celulares a unos niños que jugaban cerca y se fue corriendo. Otros bellacos se especializan en el robo a residencias. Hasta tienen una vara con un gancho que meten por la ventana para coger algún objeto valioso. Ni hablar de los robos a automóviles estacionados en diferentes sitios de la ciudad. Estoy seguro de que habrá muchas más experiencias negativas por los panameños. Podrán las estadísticas indicar que han bajado los delitos en los últimos meses. O una autoridad usar la palabrita percepción, pero a los miles de panameños y extranjeros víctimas de la delincuencia, esa expresión es una burla.


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