Historia
Por: Milcíades Ortiz Catedrático -
El niño Luis apenas escuchó la palabra salió corriendo a esconderse debajo de la cama. Le habían advertido que al oír “black out” tenía que ocultarse. Los adultos apagaban las luces para evitar que supuestos aviones japoneses los bombardearan. Era la Segunda Guerra Mundial y los norteamericanos estaban preparados a repeler una posible invasión de los japoneses para apoderarse del Canal. Más de 70 años después Luis nos contaba que vivía en el poblado de Campana. Su mamá lo bañaba y vestía de limpio con la ropa de domingo para que fuera a pedir plata a los soldados norteamericanos. Alargaba la mano y decía “give money” y le daban un real con el cual quedaba contento. Esos soldados se ocultaban en cuartitos de concreto y con ametralladoras y otras armas cuidaban la carretera Interamericana que pasaba por allí.
Actualmente existen uno o dos de esos sitios que muchos panameños desconocen para qué sirvieron. Más abajo en Chame los gringos tenían un campo de concentración donde retenían a alemanes, italianos y otros extranjeros que vivían en Panamá y podían ser espías. Al escuchar al señor Luis en Cerro Punta señalamos que los historiadores panameños no le han dado la importancia debida a lo que vivió Panamá durante la Segunda Guerra Mundial. Recordé que mi padre también me habló de los “black out” (apagones). Los faroles de los automóviles se cubrían de negro y solo dejaban una pequeña abertura. Se temía que el Canal de Panamá fuera atacado por los japoneses. Por eso varios comerciantes japoneses fueron encerrados en campos de concentración, afectando el comercio de la Avenida Central.
También me dijo del enorme contrabando que existía entre panameños y soldados de E.U. Ellos vendían alimentos enlatados, raciones de comida militar, ropa y hasta gasolina que hurtaban de camiones militares. Las nuevas generaciones poco saben de los efectos que tuvo la Ciudad de Panamá en esa guerra. Una que otra foto vieja muestra la “marinada” yanky de uniformes blancos cubriendo la Avenida Central hasta el Casco Viejo. Buscaban placeres carnales y emborracharse porque no sabían si en unos días iban a morir en el frente de batalla. Las jóvenes panameñas evitaban esos lugares por miedo a ser asaltadas. Los dólares corrían como ríos y soldados que venían de Europa cambiaban lujosas joyas de oro por una botella de licor. Más de un comerciante se hizo rico en esa época. Eran frecuentes las peleas de marinos borrachos que rápidamente las controlaban la policía militar de E.U.
Cuántas otras historias habrán que no se conocen porque no han sido investigadas por los historiadores.