La situación económica del país
Por: Por Julio César Caicedo Mendieta -
La situación lenta y un tanto difícil en materia económica que sentimos es porque la demanda nacional se ha contraído y apretado como el nudo de un chorizo santeño. No son los 1,000 millones de dólares que sacan de Panamá anualmente, venezolanos, nicas, dominicanos y otros, como remesas para sus países y ayudar a mantener a los tiranos de sus países en el poder.
No fue la paralización de dos quincenas del Suntrac y la Capac, no es que el Gobierno sea tortugón y que no pague sus deudas, ni es porque cunda la inseguridad en la capital y cabeceras provinciales ni porque los jóvenes hagan olas en el mar del desempleo. La causa principal es que estamos endeudados hasta la médula. El panameño que vive de su salario, le debe a las once mil vírgenes. Por esa razón nadie compra lo que antes.
Entre los residentes de ciudades, pueblos, campos y montañas se mantiene una deuda cercana a 30 mil millones de dólares que son compromisos con entidades bancarias, cooperativas, financieras, prestamistas de a pie (indostanos y otros de poca monta). Las tarjetas de crédito también tienen respirando cortito a la gente con casi 3,000 millones de dólares entre ellas y las agencias de autos a crédito.
Pero esto pasa tan solo debemos apretarnos el cinturón por un año. En el firmamento se ven buenas señales, aunque por el momento los negocios grandes y pequeños están echando a la calle a sus empleados. No por esto es que el mundo se va a acabar. Si antes se podía pagar a los empleados públicos después de las carreras de caballos. Pero sí es hora de conformar un ministerio de planificación, de manera que las ventajas que tenemos sean utilizadas diversificando oportunidades de empleo.
No puede ser que la mayoría de los panameños estemos educados para ser empleados. Nuestra posición geográfica, decía el profesor Carlos García, de la UP, se presta para crear empleos remunerados. Si yo tuviera 70 años menos, formaría una empresa con paisanos chinos panameños para enseñarles todos los caminos posibles del Canal a 50 millones de cantoneses al año, incluyendo paradas para comer wanton con chicha de maracuyá y señalarles de qué palos se guindaban por los moños los nostálgicos héroes que vinieron por 1860 a construir el ferrocarril transoceánico.
En año y medio todo volverá a sus niveles quizás mucho antes, no es por gusto que hasta los vagos comunistas sepan que en el dólar existe un letrerito que dice: En DS confío o sea: “In God we trust”. El panameño común debe y bebe demasiado.