Lloran mis ojos

Por: Raimundo -

- Maestro - le dijo Sergei mientras preparaban las tintas que habrían de servir para trazar el diseño básico en la alfombra de rafia -, casi no has comido y bien que te gustaban las compotas.

- Me siguen gustando, Sergei, lo que ocurre es que a veces se me cierra el estómago.

- Eso a mí me sucede cuando estoy triste.

- La tristeza es un estado de ánimo que no pocas veces procede de secreciones interiores. Su origen puede ser biológico o químico. Pero otras veces es el estado de ánimo el que activa esas glándulas.

- Maestro, antes no solías dar tantas vueltas. Nos contabas un cuento y nos llenabas de luz. Pero, claro, he dicho nos contabas y ahora solo estoy yo.

- Sergei, antes de llegar Ting Chang, tú ya estabas aquí para atenderme. El abad te había dado este puesto ya que ni querías ser monje ni tenías las ideas muy claras acerca de lo que pretendías hacer en esta vida.

- Ya, pero todos creímos que regresaría a su tierra para practicar la medicina. Pero este bombazo de ser llamado por su padre, el todopoderoso señor de la banca y los negocios de Shangái.

- Sergei, si seguimos así, esta tinta no va a fluir como conviene. Anda, te voy a contar una historia verídica, pero que algunos piensan que se trata de un cuento.

- ¿Acaso importa, maestro?

- Un admirado sabio hindú siempre había predicado a sus discípulos que todo era ilusorio, que todo era



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