Maltrato
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Todo parece indicar que el gobierno de Juan Carlos Varela busca quebrar el ánimo y la voluntad del expresidente Ricardo Martinelli sometiéndolo a condiciones de reclusión en el centro penitenciario El Renacer que rayan en lo humillante.
Se le mantiene aislado del resto de los reclusos y se le cierra el candado de acceso a su área más temprano que los demás, o sea, que si en ese encierro le da una crisis de salud repentina, no habría manera de darse cuenta. Eso es inhumano y canalla.
Se ha prohibido estacionar vehículos en las inmediaciones del penal, se ha colocado una malla para impedir el contacto visual con el expresidente. A los abogados defensores no se les permite comunicarse con su cliente fuera del lugar de confinamiento.
Por otro lado, sus allegados han denunciado que le restringen el acceso al agua, obligándolo a bañarse con totuma y a contar con enseres básicos para mantener su área aseada.
Es indudable que todas estas maniobras buscan que Martinelli llegue a un nivel de desesperación que ponga en entredicho su estabilidad física y psicológica.
Ni con un recluso de alto perfil, como lo fue Manuel Antonio Noriega (q.e.p.d.), ni con presos considerados de alta peligrosidad se toman estas medidas, lo que revela que en el fondo se trata exclusivamente de humillar a un expresidente de la República.
Pero se equivocan Varela y sus acólitos. Martinelli no se va a quebrar, así lo ha demostrado, además lo sostiene el cariño del pueblo panameño que recuerda su fecunda gestión de gobierno. El expresidente, sin duda alguna, seguirá dictando desde la cárcel pautas en la política panameña.