Maracas
Por: Milcíades Ortiz Catedrático -
Cuando el taxista mencionó la palabra “maracas”, comprendí que me querían estafar o asaltar. Esa palabra no es de uso corriente en Panamá. Resulta que terminando la tarde de un domingo (hace pocas semanas) por San Francisco un taxista me gritó que la llanta derecha de atrás estaba haciendo mucho ruido. Como no me detuve, se puso al lado y me dijo que la llanta hacia ruido como una maraca. Hizo un gesto con las manos. Le grité un “gracias” y dejé que siguiera. Mi mente se fue por el “túnel del tiempo”. Hace unos dos años, cerca de la iglesia de Carrasquilla, un joven me gritó que una de mis llantas tenía problemas. Dijo que se movía en forma irregular, como si se fuera a salir. Me señaló un sitio para revisarla. Le hice caso. De repente surgió otro señor con una caja de herramientas. Yo toqué la llanta, pero no sentí nada irregular. El sujeto metió la mano y después sacó una manguerita diciendo que ese era el daño. Se ofreció a llevarme a un negocio cercano para comprar la pieza.
Le dije que mi auto tenía garantía y no podía dejarlo en manos de cualquier “mecánico”. Insistieron en que si no se hacía esa reparación, la llanta se saldría pocos metros más adelante. Se dieron cuenta de que eso de la garantía era un obstáculo para su estafa. Les di unos dólares y las “gracias”. Días más tarde me enteré de que a un adulto mayor le habían estafado centenares de dólares con el mismo cuento. Fui al sitio varios días con ganas de enfrentarme a los malandrines. Una vez los vi y les grité que eran unos ladrones, pero no los ataqué. Comenté lo sucedido hace poco en un taller, y una señora narró que había sido víctima de ese delito. A ella le dañaron la llanta de su auto. Al detenerse se apareció como por arte de magia alguien con una lata. Se ofrecía para echarle gas a la llanta para que pudiera seguir al taller. La dama llevó el auto al taller y allí le encontraron un pequeño tubo que había causado la pérdida del aire.
He hablado con otras personas y la estafa es más común de lo que uno se imagina. Pero en un país donde cada día nos horrorizamos por asesinatos, asaltos y todo tipo de delitos, esto parece que “no es noticia”. Así que no podemos confiar en nuestra policía. Tendremos que formar un grupo de “conductores vigilantes” y advertirle a todo el mundo de estos delitos. Por ser pequeñas estafas no entramos en lo que llaman “percepción negativa de la delincuencia panameña (o extranjera)”. Espero que no digan que exageramos para fregarle la paciencia al actual gobierno…