Mazmorra

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Llama la atención la existencia de un centro de detención en la sede de la Policía Nacional en Ancón, donde guardan reclusión personas que han sido condenadas por violación a la ley penal, como es el caso del boxeador Celestino Caballero.

El reclusorio puede ser tildado sin ningún problema como una mazmorra, es decir, un centro de detención al margen de la ley, toda vez que el mismo no está bajo control del Sistema Penitenciario Nacional, sino que es administrado discrecionalmente por los entes policiales, al margen de la autoridad civil.

Tanto la Defensoría del Pueblo como el Segundo Tribunal Superior de Justicia han llamado la atención al director de la Policía Nacional sobre la existencia del ergástulo, sin que las quejas hayan sido atendidas.

Más allá del caso concreto de un acto de desobediencia de los uniformados al poder civil, la existencia del lugar conocido como “la chirola” es una clara violación a los derechos humanos.

Este tipo de cárceles, cuasiclandestinas, recuerda los centros de detención y tortura que operaban al margen de la legalidad durante la triste época de las dictaduras del sur y Centroamérica en los años 70 y 80.

La existencia de esta prisión es una afrenta a los derechos humanos del justiciable y también constituye una violación al debido proceso legal, en la medida en que se dificulta la comunicación del detenido con su defensa.

Ojalá que la autoridad civil se ponga los pantalones y exija lo antes posible la clausura de este centro de injusticias y violaciones a las más elementales normas de derecho penitenciario.



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